Hermanos y desavenidos

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En Motril actúan de esta forma contra Melilla porque no saben lo que es depender de un barco para moverse por su propio país como nos ocurre a los melillenses. Si estuvieran en nuestra misma situación, no se opondrían a la mejora de las líneas que nos conectan con la península como están haciendo La desestimación del recurso que presentó la Plataforma por la defensa de la línea Motril-Melilla ante el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales ha caído como un jarro de agua fría en nuestra ciudad hermana. Es lógico porque no les han dado la razón, pero no tanto por la reacción chirriante y desproporcionada del puerto motrileño, cuyo presidente mostró ayer su indignación de la peor forma, con acusaciones infundadas respecto a supuestas presiones lanzadas desde Melilla hacia el Gobierno central, insinuando incluso irregularidades por parte de la Ciudad Autónoma en lo que se refiere a la adjudicación del contrato marítimo.

Las declaraciones de Francisco Álvarez de la Chica, presidente del puerto de Motril, dejan muy a las claras el mal perder que tienen en esa institución, que lleva casi cuatro años llenando sus arcas a costa de los melillenses, usuarios mayoritarios de esa línea marítima. El miedo a perder la gallina de los huevos de oro es lo que explica esta serie de movimientos por parte de instituciones, asociaciones y empresas de Motril. Sin embargo, nadie ha dicho que la línea vaya a ser cancelada, ni siquiera la propia Naviera Armas, que es la responsable de que esa conexión marítima se pusiera en funcionamiento en verano de 2011 y haya registrado tan buenos resultados como está teniendo gracias a un excelente servicio y precios asequibles. Esos han sido los verdaderos anzuelos para los melillenses, que han elegido mayoritariamente la línea de Motril aunque en realidad no quisieran quedarse en Motril porque su destino era Málaga y Almería.

Esto es algo que a los responsables de las instituciones motrileñas no les entra en la cabeza, posiblemente porque no saben lo que es depender de un barco para moverse por su propio país como nos ocurre a los melillenses. Si estuvieran en nuestra misma situación, no se opondrían a la mejora de las líneas que nos conectan con la península como están haciendo. Porque aunque Motril y el PSOE quieran hacer ver que su postura es en realidad una defensa también para la movilidad de los melillenses, está cada día más claro que lo que guía sus movimientos es la avaricia por seguir haciendo caja a costa de que los melillenses sigamos condenados a viajar dando un rodeo por Motril para poder desplazarnos de manera digna. En el caso del PSOE, por desgracia, lo que les guía es su interés político, en el que lamentablemente también están metidos los socialistas melillenses.

Resulta increíble que a estas alturas en Motril no hayan entendido que las líneas marítimas de interés público son de los melillenses, que tienen derecho a viajar en buenas condiciones y no en las que lo han tenido que hacer hasta ahora. Si al puerto de Motril le importara tanto la línea de Melilla, habría buscado la manera de potenciarla exigiendo el apoyo económico de la Junta de Andalucía y levantando, por ejemplo, una estación marítima para dar un buen servicio en vez de atender a los viajeros en una nave industrial, como sucede ahora, donde no hay ni asientos para esperar la salida del barco.

Pero nada de eso ha ocurrido, aun cuando Motril está hermanada con Melilla, ciudad con cuyos impuestos se ha impulsado también el transporte marítimo con el bono-barco, de lo que también se han estado beneficiando quienes ahora señalan en la otra orilla con el dedo acusador. Con hermanos como Motril y sus dirigentes, Melilla desde luego no necesita enemigos.

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