Todo apunta a que 2017 terminará batiendo, lamentablemente, el récord de entradas irregulares en la zona de seguridad del puerto, aumentando el riesgo de estos adultos y menores que se la juegan en cada intento, y que más de una vez ha terminado en tragedia Hace unos días, alertábamos del grave problema de inmigración irregular que se está produciendo en Melilla, dentro de la ciudad, protagonizada por decenas de menores y adultos magrebíes que lo que buscan es salir de aquí para alcanzar Europa. Quieren todo lo contrario que los subsaharianos que vemos, de manera más esporádica, intentando entrar en la ciudad, y que sin embargo centra la atención del drama de la inmigración. Lo decíamos hace unos días y lo reiteramos de nuevo: parece como si el problema de la inmigración que se ha instalado de manera permanente en el puerto de Melilla no importara a nadie, porque, aparentemente, nadie busca fórmulas que lo solucionen. Al menos, que lo palien, porque el problema va a más, como indican las cifras.
El año pasado fueron interceptados 7.200 inmigrantes en la zona restringida del puerto de Melilla, de los cuales 169 consiguieron llegar hasta el interior de los barcos. En 2012 entraron en el puerto hasta el muelle comercial 3.078 inmigrantes magrebíes que querían viajar a Europa como polizones. Este año, según los datos que ha facilitado a MELILLA HOY la Autoridad Portuaria, ya son más de 4.500, porque a fecha 10 de mayo había contabilizadas 4.489 intrusiones. Es decir, que en sólo cinco meses de este 2017, ya se ha superado en casi un 50% las cifras de todo el año 2012, y estamos ya cerca de alcanzar esa cifra escalofriante del año pasado. Eso, quedando por sumar las intrusiones que seguirán produciéndose de aquí en el más de medio año que queda por delante, que corresponde precisamente a la fecha de más actividad con la Operación Paso del Estrecho.
Todo apunta a que 2017 terminará batiendo, lamentablemente, el record de entradas irregulares en la zona de seguridad del puerto, aumentando el riesgo de estos adultos y menores que se la juegan en cada intento, y que más de una vez ha terminado en tragedia. Ayer volvió a ocurrir con las heridas graves que sufrió un joven que se había escondido en el eje de transmisiones de un camión. Está en la UCI y ayer algunos temían por su vida por la gravedad de sus heridas.
Melilla quiere, necesita y merece más seguridad para su puerto que la que tiene ahora, porque es una infraestructura estratégica e imprescindible para el desarrollo social y económico de la ciudad. Por el puerto pasaron el año pasado más de 800.000 viajeros y miles de vehículos. Es mucho lo que nos jugamos con el transporte marítimo como para que cada día haya que estar detrás de decenas de inmigrantes, alguno de los cuales terminan consiguiendo realmente su objetivo. ¿Hasta cuándo tenemos que aguantar los melillenses para que quienes tienen responsabilidades en este grave problema se pongan de verdad a trabajar para arreglarlo? Si, como dice Miguel Marín, hacen falta más guardias civiles en el puerto para atajar la solución, que la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma peleen para conseguirlo. Nuestro puerto no puede ser escenario constante de este pillapilla que traerá de nuevo, más pronto que tarde, más tragedias si nadie lo remedia.