El Gobierno de la Ciudad Autónoma se iba a replantear la ubicación de una mezquita en el edificio a construir frente a la Iglesia Castrense y en la parcela que ocupaba la plaza Yamin Benarroch. El presidente Aberchán, aseguraba que haría todo lo posible para impedir esa circunstancia por no parecerle ni lógica, ni sensata y lo decía, no sólo como político, sino como melillense y creyente.
Asimismo, Aberchan acababa de adquirir un compromiso con la ciudadanía, que asistía desde hacía ya algún tiempo a la progresiva judicialización de la vida política melillense. El entonces presidente de la Ciudad Autónoma, aseguraba que se apartaría del escaparate político el día que se viera involucrado en algún problema que lo llevara a los tribunales de Justicia.
