La Feria de Melilla atraviesa estos días un ambiente de creciente malestar entre numerosas familias, que han trasladado públicamente su preocupación por los altos precios de las atracciones. En redes sociales, los comentarios críticos se han multiplicado, reflejando un descontento generalizado que amenaza con repercutir en la asistencia y en el clima festivo de la ciudad.
Uno de los principales motivos de queja es el coste de las atracciones infantiles, que puede alcanzar los 6 euros por niño. Para muchas familias con varios hijos, la suma de cada visita se convierte en un gasto difícil de asumir, máxime cuando los más pequeños suelen querer disfrutar de varias atracciones. Esta situación ha generado la percepción de que la feria resulta poco accesible y desproporcionada para buena parte de los hogares melillenses.
La problemática se agrava por la coincidencia de la feria con la vuelta al cole, lo que incrementa la presión económica sobre las familias en un momento ya de por sí cargado de gastos.
Varios padres han expresado que esta circunstancia “está alejando a muchas familias del recinto ferial”, al tiempo que piden abrir un debate sobre la necesidad de buscar fórmulas que equilibren la oferta lúdica con la accesibilidad económica.
La demanda de precios más razonables se ha convertido en una de las principales reclamaciones ciudadanas de estas fiestas patronales, situando en el centro del debate la viabilidad de una feria que, según insisten los afectados, debería estar pensada para ser disfrutada por todos.
