La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, ha avalado que la posibilidad de que a partir del próximo lunes la Comisión Europea dé luz verde a la posibilidad de imponer aranceles a productos estadounidenses si la Administración de Donald Trump sigue manteniendo los gravámenes a determinados productos europeos que siguen vigentes desde hace un año. Pese a que desde las instituciones europeas se busca volver a negociar con Estados Unidos, la línea roja pasa por el levantamiento de los aranceles americanos. Si no se consigue, este lunes se aprobará la posibilidad de establecer sanciones a productos del país norteamericano.
Las elecciones estadounidenses son en 10 días, y algunos ven esta decisión por parte de la Comisión Europea como un intento de influir en las elecciones presidenciales.
En cuanto a las relaciones comerciales con Reino Unido tras su salida de la Unión Europea, la ministra ha calificado las negociaciones como ‘tensas’. Tanto los países europeos como el Reino Unido se beneficiarían enormemente de un brexit blando.
Es importante entender que las políticas nacionalistas y proteccionistas perjudican al conjunto de la sociedad, y no siempre en beneficio de los sectores a los que se busca proteger. Cuando un país establece aranceles a la importación de productos del extranjero está privando a sus ciudadanos (todos) de adquirir un bien que ellos demandan, ya sea por su menor precio o su mayor calidad, obligándoles a consumir el denominado ‘producto nacional’. Si bien está bien apoyar a la industria local, hay que entender que un país no puede producirlo todo. Los recursos son escasos, y cuando producimos, lo que hacemos es usar unos recursos que podrían haber sido empleados en cualquier otro proyecto o actividad. Mediante la imposición de aranceles a la importación lo que hacemos es seguir destinando recursos a unos sectores que no son competitivos a nivel mundial, manteniéndolos, y por tanto impidiendo a los trabajadores del sector emplearse en otros sectores, que normalmente son de mayor valor añadido.
En cuanto al consumidor, este se verá obligado a consumir un producto peor o más caro. Los exportadores del país también se verán perjudicados por los nuevos aranceles, ya que, como represalia, el socio comercial restringirá las importaciones del país en cuestión.
En definitiva, las políticas nacionalistas y proteccionistas, aunque puedan parecer buenas en el corto plazo, acaban afectando en el medio y largo plazo. El comercio internacional acaba beneficiando a todos, incluso a aquellos que se ven desplazados de las actividades que normalmente desempeñan por culpa de la competencia internacional. La libertad de movimiento entre países ayudaría a ahondar en los beneficios de la globalización y el comercio internacional.
Estados Unidos se puede permitir una guerra comercial, ya que sus exportaciones con respecto al PIB no llegan al 8%, mientras que en países como España suponen el 24% del PIB, pero eso no quiere decir que se acabe beneficiando de las políticas proteccionistas impuestas por Trump. La guerra comercial con China tiene sentido, con Europa no tanto.