Estulticia, ¿se destruirá Trump a sí mismo?

Donald Trump carta

Carta del Editor. MH, 9/4/2025

Enrique Bohórquez López-Dóriga

 

Estulticia: necedad, tontería. Su etimología: proviene del latín “stultitatio”, forma sustantiva abstracta de “stultus”, necio, tonto. Lo leo en el extraordinario Diccionario General Etimológico de La Lengua Española, de Roque Barcia, que heredé de mi abuelo paterno. Estulticia es el título del artículo de Cuartango en el ABC del sábado y es el epíteto que aplica, Cuartango, a Trump, añadiendo que “el presidente de Estados Unidos es un tonto que se cree muy listo…un tonto metafísicamente perfecto… que reúne la estulticia y la falta de escrúpulos morales…es un virtuoso de la tontería”.

Deduzco, sin temor a equivocarme, que a Cuartango -como a otros miles de millones de personas- no le gusta Trump, las Bolsas incluidas entre los disgustados/indignados. Tampoco a uno de esos numerosos catedráticos en Economía que hay en el mundo, que dice que ya advirtió en 2016 que Trump nos conducía a un mundo más egoísta y con menor cooperación internacional, y que nadie saldría ganando.

Casi todos los estadounidenses son accionistas, y sus carteras de acciones constituyen la base de sus pensiones. “No creo que Trump destruya la democracia: no tendrá tiempo. Se destruirá a sí mismo”

Egoísmo. Es, según los diccionarios clásicos y modernos, el excesivo amor al interés propio, sin atender al de los demás. Pero la gran Ayn Rand (1905, San Petersburgo-1982, Nueva York) tituló uno de sus ensayos “La virtud del egoísmo”(The virtue of selfishness), destacando que en su uso popular la palabra egoísmo es sinónimo de maldad, pero que “el significado exacto de la palabra egoísmo es el de preocupación por los propios intereses de uno”. Ayn Rand, una gran filósofa, considera que el altruismo, teoría woke hoy dominante, es una corrupción moral que “declara que cualquier acción realizada en beneficio de otros es buena, mientras que cualquier acción realizada en beneficio de uno mismo es mala”.

En uno de los párrafos de “La virtud del egoísmo”, Rand destaca algo que hoy, con Trump de fondo, es actualidad: “cuando digo capitalismo me refiero a un capitalismo total, no regulado, con una completa separación de Estado y economía; un sistema puro de capitalismo aún no ha existido, jamás, ni siquiera en Estados Unidos”, y concluye: “el capitalismo no es el sistema del pasado, es el sistema del futuro…si es que la humanidad ha de tener futuro”.

Un sistema puro de capitalismo aún no ha existido, jamás, ni siquiera en Estados Unidos. El capitalismo no es el sistema del pasado, es el sistema del futuro (Ayn Rand)

Donald Trump, con tanto intervencionismo público en la Economía -como los manifestantes denunciaban el domingo pasado en Nueva York (HANDS OFF!, Manos fuera)- da la razón a Ayn Rand y a los males del socialismo intervencionista imperante, que, desde luego, no es un sistema de capitalismo puro.

Leo que Trump dijo en 1987, cuando aún era un empresario neoyorquino en busca de atención política, “no hay libre comercio, solo pensamos que lo hay”. Hoy es un presidente que, tal y cómo ha llegado al cargo y a diferencia de los cuatro años anteriores en los que fue también presidente, no tiene oposición interna y se ha rodeado de fieles que asienten y no le discuten, algo nada extraño en política. Esta vez no hay marcha atrás. ¿O sí?

El altruismo, teoría woke hoy dominante, es una corrupción moral que “declara que cualquier acción realizada en beneficio de otros es buena, mientras que cualquier acción realizada en beneficio de uno mismo es mala”.

Las pensiones

Es importante tener en cuenta que casi todos los estadounidenses son accionistas, y sus carteras de acciones constituyen la base de sus pensiones. “No creo que Trump destruya la democracia: no tendrá tiempo. Se destruirá a sí mismo, por el absurdo de una política que perjudica a sus propios votantes”, opina Guy Sorman, que vive en una pequeña localidad de Estados Unidos, más preocupada, como tantas otras, de su situación local que de la política nacional y, por supuesto, de la internacional.

En España -al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos- hace 30 años solo el 5% de los españoles era accionista que utilizaba su cartera de acciones como la base de su pensión. Ahora aproximadamente el 15,3% de los españoles ahorra para su jubilación a través de planes de pensiones individuales. De este patrimonio invertido en planes de pensiones, el 82,5% tiene alguna exposición a acciones, ya sea en planes mixtos o de renta variable. Además, un 21,2% de los españoles invierte directamente en acciones, pero no se especifica qué proporción de estas inversiones está destinada a la jubilación. En resumen, aunque una parte significativa de los españoles utiliza planes de pensiones con exposición a acciones para complementar su jubilación, la inversión directa en acciones como principal herramienta de ahorro para la jubilación no es mayoritaria, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos y, en general, en Europa.

Pero no quiero terminar esta Carta con negativismo, así que me sumo y aplaudo lo que dice el famoso y conocidísimo escritor que es Eduardo Mendoza: “Escucho demasiado que España está fatal y es mentira. Vete a vivir al extranjero y piensa cómo se vive aquí, ya verás qué sorpresa”.

 

 

 

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