“Lo que está claro es que no podemos seguir como estamos ahora, porque las consecuencias serían impredecibles. En riesgo está la integridad física de unos servidores públicos” Esto ya pasa de castaño a oscuro. La avalancha registrada la mañana del miércoles no sólo tarjo consigo cinco heridos entre la Guardia Civil y otros cinco entre los inmigrantes, lo que habla de la violencia de esta intentona, con unos 300 subsaharianos provistos de piedras, palos, cuchillos, ganchos, cuerdas y otros objetos contundentes, sino también otras formas de intimidación. A todo esto y al lanzamiento de ropas envueltas en fuego hacia los agentes, con el consiguiente riesgo para unos guardias civiles que pueden ser pastos de las llamas, los inmigrantes han esgrimido por primera vez el miedo el ébola para evitar que los agentes que custodian la valla de Melilla, después de que la avalancha del miércoles les escupieran e incluso orinaran desde lo alto de la alambrada al grito de "ébola, ébola". Un apunte más que unir a este rosario de calamidades es el hecho de lamentar que el estado de salud del agente que cayó desde lo alto de la valla, tras recibir una patada en la cara por parte de uno de los subsaharianos, ha empeorado y ha tenido que solicitar la baja.
Frente a este panorama, el Gobierno debe tomar medidas urgentemente para evitar que la Guardia Civil sea la última barrera de los inmigrantes para alcanzar suelo español porque de esto modo están expuestos a lo peor, ante unas personas desesperadas que, como se ha visto, son capaces de todo, hasta de esgrimir una enfermedad letal como usar cuchillos y otros objetos contundentes, para sortear ese último obstáculo.
O se hace efectivo el acuerdo de readmisión entre España y Marruecos porque está claro que estos inmigrantes están entrando por el país vecino, o se cambia la Ley de Extranjería o se permite el uso de material antidisturbios en la valla -prohibido desde los sucesos de febrero en aguas de Ceuta- , para no dejar todo en manos del “cuerpo a cuerpo” entre guardias civiles e inmigrantes en lo alto de alambrada, y con la mirada incómoda de los videos de organizaciones no gubernamentales que intentan criminalizar a unos agentes que sólo cumplen con su deber de impedir que nuestras fronteras sean violentadas ilegalmente.
En declaraciones a MELILLA HOY, el guardia civil que cayó de la valla, el sargento Eduardo Lozano, no lo ha podido resumir mejor: “Ojalá sirva de algo para que hagan un protocolo de actuación o cambien un poco la Ley, porque ahora mismo los guardias civiles estamos muy pillados en la valla”. Lo que está claro es que no podemos seguir como estamos ahora, porque las consecuencias serían impredecibles. En riesgo está la integridad física de unos servidores públicos.