“Estamos tan sobrecargados que tenemos que trabajar hasta sábados y domingos”

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En enero fue elegido nuevo juez decano de los tribunales en Melilla. Fernando Germán Portillo afirma que se presentó como candidato para trabajar por sus compañeros, objetivo que todavía se marca como principal. Entre otros logros, se achaca el haber reforzado las normas de reparto a fin de alcanzar mayor grado de aleatoriedad; el estrechamiento de los lazos con otros organismos; o el haber llamado a las puertas necesarias para agilizar los problemas de la Justicia. -En enero le eligieron nuevo juez decano de Melilla, ¿qué balance hace tras este año desempeñando el puesto?
-Yo diría que el balance es razonablemente positivo. Estoy contento con las iniciativas que he tomado y las respuestas que he conseguido dar a algunos problemas que me han planteado. Me siento orgulloso de haber participado activamente en las jornadas anuales de jueces decanos, que se celebraron en Málaga, de las que sacamos conclusiones muy positivas. También de haber formado parte de otras jornadas sobre mediación que tuvieron lugar en la sede del Poder Judicial. Es cierto que todavía quedan muchos frentes abiertos, muchos de los cuales no dependen de mí, pero al menos he llamado a las puertas correspondientes para intentar poner remedio a cuestiones como la falta de espacio o la implantación de los expedientes digitales. Seguimos padeciendo también una carencia de medios importante. Por otro lado, estoy contento con la colaboración que estamos teniendo con otros organismos. Creo que se ha abierto un periodo de mayor relación institucional del que nos vamos a beneficiar todos.
-¿Se marcó algún objetivo concreto al ocupar su cargo?
-Mi objetivo era y es velar por mis compañeros. Durante este año me han ido planteando cuestiones relativas a las cargas de trabajo y a otros problemas puntuales. Por eso, hemos cambiado hace poco las normas de reparto, con el fin de hacerlo lo más equitativo y aleatorio posible, eliminando las pocas posibilidades que podían darse de que se escogieran los asuntos. Hemos reforzado lo que había antes, porque los jueces nunca hemos podido escoger los asuntos que nos tocan. También sigue siendo esencial la búsqueda de espacios y ahí ya he llamado a varias puertas, pero seguimos a la espera de soluciones, aunque no dependen de mí. He intentado ofrecer alternativas, pero estas cosas van despacio. Hay que tener en cuenta que hasta hace poco no había Gobierno y eso paralizaba cualquier gasto. Pretendemos conseguir un Juzgado de Guardia mucho más dotado de infraestructuras. Por ejemplo, para evitar que víctimas de violencia contra la mujer compartan espacio con los denunciados mientras esperan a los juicios.
-¿Cuáles son las quejas, además de las ya mencionadas, que le siguen trasladando los magistrados de Melilla?
-Pues suelen ser quejas puntuales del funcionamiento diario de los tribunales, que en estos casos suelo solucionar yo. Volvemos a lo de siempre, las quejas que tenemos en general los jueces tienen que ver con la falta de medios personales y materiales. Muchos compañeros llevan varias causas complejas, bien por delitos de corrupción o contra la administración pública, que se prolongan por la falta de refuerzos. En Melilla esto se paliará en dos o tres meses porque regresará una de las jueces titulares que ahora mismo se encuentra de baja por maternidad. Pero sí que se suele echar de menos un apoyo extra para causas complejas que hay ahora en algunos juzgados de Melilla.
-¿Cómo hacen para combatir esa carencia de medios humanos y materiales de la que habla?
-Yo siempre comento que la Justicia funciona razonablemente bien gracias al esfuerzo personal de todos los que estamos implicados, empezando por los funcionarios, siguiendo con los secretarios, fiscales y, finalmente, los jueces. Todos trabajamos haciendo un sobreesfuerzo, tanto en Melilla como en el resto de España. Según la media europea, en el país, cada dos jueces se realiza el trabajo de tres. Estamos sobrecargados porque faltan juzgados, por lo que tenemos que paliarlo trabajando los sábados y los domingos, aunque no se nos sea reconocido, cosa que esperamos que se haga. Al final, los magistrados somos de naturaleza responsable y sacamos todos los procesos que entran, independientemente de su número. Que entran 50, pues 50. Que entran 500, pues 500. Aun así, creo que en Melilla los tiempos de respuesta son razonables. Sé que hay retrasos puntuales, pero porque todos somos personas y, a veces, cometemos fallos. Hay mucho volumen de trabajo y se puede empapelar algún documento, generando una disfunción, pero son cosas excepcionales.
-Además de las quejas compartidas con el resto de territorios, imagino que la posición fronteriza de la ciudad repercute en el ámbito judicial, ¿de qué manera?
-Sí, las peculiaridades que tenemos en Melilla son las que derivan de estar en una ciudad fronteriza, que a veces hace que la instrucción sea compleja por el tipo de delitos que se dan, como el tráfico de personas, el tráfico de drogas, o ciertas clases de falsedad documental. Son cuestiones que no se dan tanto en otros territorios y que hacen que una investigación se alargue en el tiempo. Y, sobre todo, en horas de dedicación para los jueces, porque conllevan procesos que se prolongan mientras se investigan: con intervenciones en los teléfonos, con registros, con análisis de lo que se ha encontrado… A esto hay que añadir que el registro civil está sobrecargado porque atiende a muchos ciudadanos que vienen de Nador, además de acoger otras cuestiones civiles que no son tan corrientes en otros tribunales. Como curiosidad, cabe destacar que Melilla suele ser un primer destino para muchos fiscales. Aquí tocan todos los palos y eso hace que tengan un abanico profesional en el que desarrollar su labor.
-Usted ha mencionado en anteriores ocasiones que la corrupción es un mal endémico que afecta al país entero. ¿El número de causas abiertas en Melilla por este motivo llama la atención, o es más la sensación que se percibe por tener tan cerca a la Administración?
-En Melilla hay muchas causas por corrupción y muy conocidas, pero es cierto que, al tener tan cerca a las instituciones, tienen mayor repercusión y es mayor la impresión. Seguramente, un ciudadano de Zaragoza no tendría la misma percepción de la que tiene un ciudadano de Melilla, porque la distancia con la Administración es mayor. Yo creo que cualquier caso de corrupción ya es mucho, aunque no es cierto que en Melilla haya más que en otros territorios.

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Irene Quirante

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