Cuando yo le hice la réplica a la señora Ada Colau, por el desconsiderado comportamiento, que demostró ante los responsables militares del stand de Cultura en Barcelona, recordé a D. Benito Pérez Galdós, en su Crónica de Madrid, lo que dice de los militares: “Felices alumnos de Marte, con cuanta candidez se contonean pisoteando airosamente los adoquines. Pueden morir por una gran causa nacional o vencer por un fútil árbitro particular. Su obra es grande, sublime, inmortal o pequeña, rastrera o infructuosa, según se pongan al servicio de los pueblos o a las órdenes de un hombre, según apoyen la libertad o patrocinen una ambición. Comen el sustento que una mano les alarga, vístense los trajes que les dan, empuñan el arma que se les entrega y corren en pos de la gloria, de la derrota o de la muerte”.
Señor Roldán: le agradezco esa inmerecida felicitación, ya que como español, de izquierdas (rojo, para mayor señas), y como cualquier españolito de a pié, me sentí ofendido, y a la vez obligado a darle la oportuna réplica a esa señora, mayormente por el desconsiderado comportamiento, que demostró ante los responsables militares del stand de Cultura en Barcelona. Cuánta razón tenía Antonio Machado cuando dijo que en España de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.
También quiero que sepa, que lo hice por el sublime concepto que tengo sobre mi Patria, por nuestros Héroes que se hallan enterrados en La Purísima, y por supuesto, por nuestras FFAA, que tenemos en España en la actualidad, y como decía D. Manuel Azaña, (otro más rojo que yo): la Patria no es la monarquía, ni la religión, ni el territorio nacional. No es la tierra que nos ha visto nacer, ni el cielo que nos cobija, ni las tradiciones de nuestros antepasados, ni los recuerdos familiares, ni otra porción de sentimientos placenteros o tiernos que todos los hombres y mujeres tienen, desde los más civilizados a los más salvajes. La Patria es la asociación de hombres libres, que viven bajo su ley, hecha por ellos, que vive de garantía y defensa de nuestros derechos. Es la libertad, es la justicia, y cuando la justicia no existe, los hombres de una nación podrán ser esclavos, podrán ser siervos, podrán vivir como animales. Pero jamás serán hijos de la Patria. Le reitero las gracias, señor Roldán, pero era mi ineludible obligación, como la de cualquier español que se precie de serlo.
