Carta del Editor.MH, 19/11/2025
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Ahora que ya, por fin, se va consolidando la idea de que Melilla, una ciudad española que quiere seguir siéndolo, debe dejar de mirar a Marruecos y mirar más a Europa, cobra mayor importancia la respuesta a la pregunta ¿salvará Europa a España?
Marcelo Gullo, un hispanista argentino -que ama a España y su historia, por el que siento admiración- acaba de publicar en España su cuarto libro dedicado a España: “LEPANTO. Cuando España salvó a Europa”. Libro precedido por “Madre patria”, “Nada por lo que pedir perdón” y “Lo que América le debe a España ”.
Una inmigración masiva de hispanoamericanos en Ceuta y Melilla es una gran ocasión para el imprescindible y posible desarrollo de las dos ciudades españolas en el Norte de Africa
En la introducción de su LEPANTO, Marcelo Gullo resalta algo muy importante: “tanto los progresistas de izquierda como los anglófilos de derecha están enfermos de endofobia, una dolencia que consiste en el rechazo irracional hacia los elementos que constituyen la identidad del pueblo en que se ha nacido. Esta enfermedad se manifiesta en el desprecio de la tradición y de la historia del pueblo del que forman parte, llevando a la invención de relatos históricos que legitimen dicho rechazo”. Y concluye y lamenta “la existencia de un sector de la clase política y de la intelectualidad que, enferma de endofobia, cree que España es el problema y Europa la solución; a estos ultraeuropeístas, la endofobia los lleva a acatar incondicionalmente la ruina de España y el empobrecimiento de los españoles… La endofobia que sufren los historiadores progresistas los empuja a tomar partido por los invasores del suelo español, ya sean árabes, franceses o anglosajones. Como ejemplo: la idealización de Al-Ándalus, al que presentan como un paraíso terrenal -como hizo César Muro, el general ahora metido a historiador, en la presentación de su libro en Melilla- cuando en realidad no fue sino un régimen de apartheid y terror, que mantenía discriminados a los cristianos e imponía el sometimiento absoluto de la mujer a los varones de la familia”.
Mi amigo, prolífico periodista y escritor, Joaquín Abad, insiste e insiste en que Europa no salvará a España…ni siquiera del golpismo catalán (el abogado de la Unión Europea se acaba de alinear con Sánchez -el gran mal de la España actual- y el perdón a Puigdemont). Quizás ha llegado el momento en que España empiece a salvarse sola, concluye Joaquín. Quizás ha llegado el momento -añado yo- de potenciar, especialmente en Melilla y Ceuta, la inmigración masiva de hispanoamericanos.
En la Conclusión de su libro, Marcelo Gullo dice: “Los datos que aporta la realidad indican que el proceso de islamización está más avanzado allende los Pirineos que en la península Ibérica, hasta el extremo de que son muchos los militares franceses que ya manejan la posibilidad del estallido de una guerra civil. La situación de España sería, entonces, crítica: tendría que luchar contra el islamismo del norte (Francia), el del sur (Marruecos) y el infiltrado dentro de su propia casa. Y flotará sobre España la posibilidad de una nueva rebelión de las Alpujarras. Para que España siga siendo España y no pierda su ser mismo, la inmigración masiva de hispanoamericanos es necesaria. De lo contrario, los pueblos y ciudades de España parecerán España, pero ya no serán España”.
De todo ello resalto, porque me parece muy importante, la bondad de la idea de una inmigración masiva de hispanoamericanos en Ceuta y Melilla, que puede ser, que es, una gran ocasión para el imprescindible y posible desarrollo de las dos ciudades españolas en el Norte de Africa.
El envejecimiento global y las pensiones
El envejecimiento global se convertirá no sólo en el problema económico más trascendente del siglo XXI, sino también en el problema político más importante, afirmó el ex secretario de Comercio de los EEUU Pete Peterson.
El envejecimiento global se convertirá no sólo en el problema económico más trascendente del siglo XXI, sino también en el problema político más importante
La solución es el sistema de pensiones de capitalización: permitir a los trabajadores acumular capital con sus aportes personales, en cuentas de ahorro provisional. Así se restablece el vínculo esencial entre esfuerzo y recompensa que es la base de la vida misma (José Piñera, creador del sistema de pensiones de capitalización de Chile).
La Seguridad Social española es un sistema de reparto, no un fondo de capitalización. Todos los cotizantes de hoy -españoles e inmigrantes, el 14% de los cotizantes son extranjeros- serán pensionistas mañana, y esa factura empezará a llegar antes de lo que el discurso político sugiere… La pregunta clave no es cuántos inmigrantes llegan, sino qué perfiles, qué salarios, qué productividad y qué saldo fiscal generan (nuestro Semanario QUEZ del domingo).
Convierto en presente el último párrafo de nuestro QUEZ del domingo, “El triunfalismo gubernamental con la inmigración: cifras brillantes, silencios incómodos”, y resumo: Si el Gobierno sanchista quisiera tratar a los ciudadanos como adultos, abandonaría el triunfalismo estadístico y hablaría de esta cuestión con rigor, sin propaganda y sin miedo a los matices. España necesita una política migratoria sería, no – como resumía en un gran artículo, el domingo pasado, nuestro colaborador Gonzalo Fernández- una política que, como la de Sánchez, desafía el sentido común, utiliza la incoherencia como método y cae, con sus afirmaciones y sus mentiras, en el ridículo y la vergüenza. Para él, para Sánchez, la contradicción no es un error, sino una estrategia.
Siguen pasando los días (38 más) y ni un solo movimiento político para conseguir ser Comunidad Autónoma se ha producido. La pasividad no es virtud. El problema fundamental de Melilla sigue sin solución
Posdata
Siguen pasando los días (38 más, desde que empezamos a publicar en nuestra portada el recordatorio de la necesidad de que Melilla sea Comunidad Autónoma) y ni un solo movimiento político se ha producido en ese sentido. La pasividad no es virtud. Los festejos y las felicitaciones mutuas son entretenidos, pero el problema fundamental de Melilla, ser Comunidad Autónoma, sigue sin solución.
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