Hace ya algún tiempo en una entrevista concedida a una gran actriz a la pregunta de qué era lo que más le preocupaba del paso de los años por ella, ajena a la frivolidad que rodea a la “celebrity’s”, contestó que lo peor era tener que despedir a las personas más queridas para ella. Aquello me sorprendió, pero esas palabras hoy recobran todo su sentido en mi corazón porque acabo de perder a un amigo que a lo largo de mis años, de una manera u otra, ha estado presente en mi existencia. Jamás pensé que tendría que escribir estas letras, pero me veo en la necesidad de decir que, aunque no pude despedirme de él y de la manera que se hubiera merecido, se ha ido una persona que a lo largo de mi vida personal y profesional ha sido un importante eslabón en esa gran cadena que vamos creando y alargando con los años y la experiencia.
Damián deseo que allá donde estés mis palabras te hagan llegar el calor de alguien que siempre te quiso. Estoy segura de que serán muchos los que echen de menos tus tertulias, tus cafés, tus copitas a media tarde, tus conspiraciones y un sinfín de anécdotas que tú te llevas y que perdurarán en todos los que de algún modo fuimos testigos. Tu Damián, con tus luces y tus sombras, las mismas que acompañan a todos los que pasamos por este mundo, fuiste grande en ocasiones y minúsculo en otras, pero siempre dejaste un halo tras de ti ante el que nadie podía ser indiferente.
Sé que tus últimos días han sido duros pero me consta que has tenido a tu lado a los seres que mas querías, tus hijas, nieta y tu compañera de vida, eso te ha dado la posibilidad de poder partir con la serenidad necesaria para emprender ese gran viaje. A ellas les deseo fuerzas para poder seguir adelante sin demasiada dificultad y con el grato recuerdo del gran padre, abuelo y esposo que fuiste. Sólo me resta despedirme con un “HASTA SIEMPRE QUERIDO DAMIAN”.