Por lo visto en el barrio de San Pauli, en Hamburgo, (Alemania), barrio de bares y discotecas, atrae al año varios millones de visitantes-turistas. Sin embargo los vecinos de la zona, están hartos de que muchos de esos visitantes practiquen el fornicio, y acaben meándose, vomiten y se jiñen en las esquinas, y rincones de su barrio; y el municipio, ante esta lacra ha decidido contraatacar.
Por lo visto las paredes del barrio disponen de un tratamiento que repele la meada, haciendo que salga despedida hacia las piernas del meón.
Según he leído, existe una capa, la hiper-hidrofóbica, desarrollada por la casa Nissan, llamada: “Ultra-Ever Dry”, y permite que tanto la orina como los vómitos, o el vaciado de líquidos de botellas, acaben siendo repelidas; lo que hará que en algunos casos los propios guarros, acaben rociados con sus mismos fluidos. También dicen que los comerciantes de la zona han tomado la actitud de colgar unos carteles advirtiendo el tratamiento de ese producto en algunas paredes; de forma que un viandante deberá arriesgarse si quiere responder a la llamada de su próstata en plena vía pública evacuando su vejiga. Y yo pienso, a lo mejor, si quizás haciéndolo con mucho “cuidaíto”, a chorritos cortos, y apuntando hacia otro ángulo, que no de frente, para que no te salpique, quizás te librarías de la salpicadura, pero claro que seguirías siendo un guarro meón.
Según se puede leer, en el caso de este producto su aplicación, -que se realiza con un spray-, sobre una superficie, hace que esta tenga ese comportamiento hidrofóbico en un periodo que oscila entre los 2 y los 8 meses, pero si además se añade una capa protectora adicional ese tiempo se extiende hasta los 12 meses, como es el caso de Hamburgo.
Por lo visto la aplicación de ese producto, no es desde luego barata, admitía Lars Sagittarius, uno de los responsables de la iniciativa, que explicaba que cada seis metros cuadrados tienen un coste de unos 500 euros. Aún así ya están pensando en ofrecer descuentos especiales para otros comerciantes y ciudadanos que quieran proteger las paredes de sus locales y casas, para evitar por ejemplo que pinten las paredes con graffiti.
Claro que esto no le afecta mucho a las mujeres; pero estaría bueno que éstas, al agacharse para miccionar, desde el suelo le saltara su orina hacia el sitio por donde lo expelió, o sea, al mismísimo “pipiricuando”. ¿Se imaginan el salto que daría la meona?.
Puede que esta noticia parezca una anécdota jocosa, y algo guarrindonga, pero a los comerciantes de muchas ciudades, que cada día unos vándalos se cagan, vomitan y se mean, en las puertas de sus tiendas, y ellos deben fregarlas, limpiarlas y desinfectarlas por las mañanas, creo que les vendría muy bien que el municipio les abonase esa limpieza; y si pillasen a los meones, como castigo se les obligara a fregar lo que han soltado. No estaría nada mal.
Un amigo muy cachondo, q.e.p.d., siempre solía preguntar: “Tú cuando vas a mear, ¿qué es lo primero que sacas?”; todo hombre suele contestar lo que cree que es, porque si no la sacas, seguro que te meas en los pantalones. Entonces él, muy ufano, te decía: “Lo que sacas es el culo, pero hacia atrás”.
Hay un poema de Alberti que dice: “Verás entre meadas y meadas,/ más meadas de todas las larguras/: unas de perros, otras son de curas/ y otras quizá de monjas disfrazadas./ Las verás lentas o precipitadas,/ tristes o alegres, dulces, blandas, duras,/ meadas de las noches más oscuras/ o las más luminosas madrugadas./ Piedras felices, que quien no las mea,/ si es que no tiene retención de orina,/ si es que no ha muerto es que ya está expirando. /Mean las fuentes… por la luz humea/ una ardiente meada cristalina…y alzo la pata… pues me estoy meando”. Pues eso: mucho “cuidaíto” con mear en los rincones, porque a lo mejor te salpica en los pantalones.
