Nuestro olvidado poeta Eladio Algarra (q.e.p.d.), me dijo una vez que nuestro Cementerio era un jardín de penumbra adormecida bajo un cielo radiante, porque era la morada de nuestros Héroes y Mártires, para toda la eternidad.
Nuestro Soldado, que “hace guardia” mirando al Gurugú desde la Plaza de España, fiel representante de todos los Héroes y Mártires, caídos en los cercanos campos de batallas, estará derramando lágrimas de pena y desilusión, al saber que el que fuera Rey de España (hoy emérito), hace 38 años “pensaba”, con indignidad y deslealtad, sin importarle lo más mínimo las vidas que ofrecieron aquéllos españoles, durante más de 500 años, por la idiosincrasia, por la cultura y la españolidad peninsular, de nuestra ciudad, “entregarla” a nuestros vecinos.
Yo, como un simple español de a pié, que con mis impuestos y la de todos nuestros compatriotas, se ha “dado”, y nunca mejor dicho, una vida a cuerpo de rey, le pregunto: “Emérita Majestad: ¿Qué hubiéramos hecho con los que descansan en la Purísima, que dieron lo más preciado que tenían, como fueron sus vidas, por nuestras dos ciudades hermanas?. ¿Llegó a pensar, su Emérita Majestad, en el dolor infringido a los miles de ceutíes y melillenses aquélla decisión?”.
Muchos españoles pensarán, que nuestro Emérito Monarca, que Dios Guarde, le hubiese importado, lo mismo que si un estornino, o gorrión, volase de un árbol a otro en cualquiera de nuestros parques: o sea, ¡nada!.
Yo, en estos momentos de trasnochada deslealtad y traición, deseo obsequiar a los melillenses y ceutíes, compatriotas de almas y espíritus puros, la espontaneidad de sentirse españoles, que es lo que humildemente intento transmitir a los lectores: que recordemos a nuestros Héroes y Mártires enterrados en La Purísima; aunque a veces las lágrimas sean como un corazón triste que pide a los ojos hablen por él, sin un ápice de chauvinismo patriotero, que siempre nos sintamos españoles.
Hace algunos años, al leer las desinformaciones de algunos felones, que menospreciaban la sangre que ha costado, dudando de la españolidad de nuestra ciudad, escribí unos versos que me salieron desde lo más profundo de mi alma:
“En el Cementerio de La Purísima,/ generaciones de Héroes y Mártires/ en sus entrañas tiene./ Ellos sabían que morían/ lejos de su Tierra Peninsular./ Esa sangre seca, y española/ es la bandera que alzo,/ para que todos la vean/ siempre ondear, y recuerden/ que esos españoles muertos, viven en nuestra memoria,/ y no tirados en el olvido/ de algunos compatriotas/ que dicen ser, hermanos nuestros”.