A pesar de que la ordenación como Sacerdote no estaba prevista en la vida de Francisco Sierra (Párroco de La Castrense); militar, con una vida organizada y a punto de casarse; en un momento determinado de su carrera profesional, conoció a un soldado que haría el servicio militar en Madrid y a quien tenía bajo sus órdenes.
El soldado era misionero y venía de la Parroquia Santa Rita de Casia, en Conocoto Pichincha, un lugar entre Ecuador y Perú, en mitad de la selva. A raiz de las charlas con este joven, Francisco Sierra descubrió el significado verdadero de la Iglesia y de Cristo; momento en que su mente comenzó a cambiar y a buscar un camino nuevo junto a la llamada de Dios.
Cuando se ordenó, ya no como militar, sino como Capellán Castrense, el Padre Sierra fue destinado a la Brigada de La Legión en Almería.
Cuando pasaron cuatro años desde su ordenación, el Obispo le envió a través de una comisión a la Ciudad Autónoma de Melilla. Poco después, decidiría que la comisión fuese destino, en el año 2005.
Desde entonces, con Melilla como nuevo emplazamiento y hasta el próximo mes de septiembre, el Padre Francisco Sierra, a quien se le encomendó la tarea de sustituir a los cuatro Capellanes que entonces había; ha estado atendiendo a todas las unidades de la Plaza, como la Comandancia de la Guardia Civil, la Comandancia General y la Jefatura Superior de Policía, además de la atención de islas y peñones y de la propia Parroquia de La Castrense.
El Sacerdote reconoce que fue claustrofóbico pasar de una ciudad grande como Madrid, donde creció, a una ciudad pequeña, como Melilla, delimitada por el mar y una valla; aunque con el paso de los años ha sabido disfrutar de la ciudad.
Según explica, por los comentarios que recibió; hasta el momento en el que él llegara a la que ha sido su Iglesia durante 18 años, ésta no era una Parroquia como tal; “sino un Templo al que se venía a celebrar Misa los domingos para el cumplimiento, porque era la más rápida”, para posteriormente irse a tomar el vermut, algo que no le encajaba, por lo que comenzó a hacer lo que le encargó el Obispo, que fue crear una Comunidad, una Parroquia, y a adecentar el Templo.
En la actualidad, su relación con los feligreses es “muy buena”, porque, además de estar abierta al Culto a cualquier ciudadano; atiende en la vida sacramental a todos los católicos de la jurisdicción castrense, independientemente del lugar donde residan en la Ciudad. Concretamente, a todos los militares católicos activos o en reserva retirados y a sus familias, a todos los guardias civiles y policías nacionales en activo o retirados y a sus familias, más todos los funcionarios de Defensa y de Interior.
Logros en Melilla
Uno de los logros más destacados del Padre Francisco Sierra en nuestra Ciudad, ha sido el poder consolidar una Comunidad y que sus feligreses sientan que forman parte de una Diócesis.
“Hasta el año 1991, nosotros no estábamos equiparados a una Diócesis. Éramos una Vicaría, que dependía del Papa; es decir, el Obispo Castrense era el Vicario General Castrense, que dependía de un Obispo, y ese Obispo era el Papa; entonces estábamos como muy difusos. En el año 91, cuando se decreta una Resolución que emite el Papa para equiparar los Vicariatos Castrenses (vicarías) de todo el mundo en Ordenariatos (diócesis), supuso crear una estructura totalmente distinta. De este modo empezamos a tener un Seminario propio, que aportaba sacerdotes de la misma Diócesis al servicio, que antes no existía; puesto que llegaban sacerdotes civiles de todo el territorio, para prestar el servicio durante el tiempo que les cedían sus Obispos”, ha expresado.
Después de 18 años de servicio en La Castrense, el Padre Francisco Sierra dejará Melilla en septiembre, a propuesta del Arzobispo, para comenzar su nueva etapa como sacerdote en el Mando de Operaciones Especiales (MOE) de Alicante.
A partir de ese momento, serán el Padre David y el Padre Vladimir, quienes le sustituyan en la Parroquia.
