Carta del Editor MH, 29/9/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Recuerdo que en una de mis Cartas del Editor, la del 25 de agosto de este año, escribí que el estadounidense Elon Musk -dueño de SpaceX, de Tesla, de The Boring Company, también dueño de la red social X (antes Twitter) y con un patrimonio neto estimado en más de 252.000 millones de dólares– se había ofrecido para formar parte de la Administración de Trump, si este ganaba las elecciones norteamericanas, presentándose como posible jefe de un hipotético “Departamento de Eficiencia Gubernamental” independiente. Un Departamento de Eficiencia Gubernamental privado que -aunque eficiencia y gobierno pueda parecer un imposible, un oximoron– debería crearse en muchas administraciones públicas, empezando por Melilla, que es lo que tenemos más cerca y más nos preocupa.
La Administración jamás logrará el cambio que la economía melillense precisa, eso es una evidencia local —y universal. La iniciativa privada podría lograrlo, pero necesita la cooperación de la Administración, y ahí está el nudo gordianno
Leo en la portada de nuestro periódico del jueves pasado que la consejería de Fomento lanzará en Melilla una línea de subvención “histórica” para hostelería, restauración y hoteles. El área que dirige Miguel Marín anuncia también la construcción “inminente” de varias VPO en Arroyo María Cristina y en Luis de Molini. A estas futuras viviendas hay que sumarles las proyectadas en el barrio de Batería Jota y los innumerables acuerdos con la Junta de Andalucía.
Ese mismo día, hablando con un alto cargo de la Administración Central en Melilla, me sorprendió con la inteligente propuesta de 5 pasos necesarios para cambiar nuestra ciudad, empezando por construir un gran resort -en un cuartel abandonado desde hace años, en el Paseo Marítimo, por ejemplo- atrayendo turismo de calidad a Melilla, convertirla en una ciudad de lujo, algo así como Mónaco, algo parecido a lo que escribí yo en una de mis Cartas del Editor, la del 18 de mayo de este año.
Dije entonces: Yo creo que Melilla tiene un inmenso potencial de crecimiento y sufro cuando compruebo que ese potencial no se aprovecha con la intensidad y la celeridad necesarias, y cité un ejemplo, entre muchos: Mónaco, que era un villorrio insignificante y que hoy es una ciudad de moda y de riqueza. Mónaco como referencia. Con la dinastía Grimaldi fue insignificante… hasta que llegó Raniero III de Mónaco, príncipe desde el año 1949 y casado, en 1962, con la esplendorosa actriz Grace Kelly. Después de ascender al trono, con un tesoro público ruinoso, se propuso lograr el lustre de Mónaco y tuvo la inmensa fortuna de, en sus primeros años de reinado, contar con la colaboración, fundamental y decisiva, del magnate naviero griego Aristóteles Onassis, que tomó el control de la Societé Bair de Mer (SBM), se convirtió en alguien muy próximo al dueño de Mónaco y convirtió la ciudad en un lugar único de juego, de lujo y de inversores. Conseguido todo eso por Onassis, en 1964 Raniero se hizo con el control de la SBM y Onassis, sintiéndose traicionado, se dedicó a otras cosas, mientras Rainero, de forma efectiva, consolidó la riqueza de la nueva Mónaco y, como príncipe de un Mónaco ya rico, fue promotor de la nueva Constitución de 1962, que redujo significativamente el poder del soberano. Los cambios terminaron con el régimen autocrático -hay muchos tipos de autoritarismo- cediendo el poder del príncipe a un Consejo Nacional de dieciocho miembros elegidos. La democracia condujo a más libertad y consolidó el progreso.
Nos hace falta el Alejandro que rompa el nudo y que dé inicio a la salvación de la economía local, con la iniciativa empresarial como motor conductor y la administración pública como animador y cooperador necesario (no al revés)
Terminé mi Carta de entonces preguntándome: ¿Es imposible conseguir en Melilla algo parecido a lo de Mónaco? , y contestándome: creo que no lo es, pero es evidente que hay muchas cosas que cambiar y que, solo con la intención, por buena que sea -como lo es la del consejero de Fomento y Turismo, Miguel Marín- no basta.
El hecho es que nos hallamos ante un nudo gordiano melillense. Gordio -el que dio nombre al nudo histórico- era un labrador de Frigia (actual Anatolia, en Turquía) que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Cuando los frigios decidieron que necesitaban un rey, consultaron al oráculo y éste les respondió que escogieran al primer hombre que vieran subido en un carro. Aquel hombre fue Gordio. Proclamado rey de Frigia, fundó la ciudad que lleva su nombre y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro y ató la lanza y el yugo -el símbolo de los Reyes Católicos, por cierto- con un nudo, cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado según cuenta la leyenda que nadie lo podía soltar. El término “nudo gordiano” ha permanecido en el lenguaje para dar nombre a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo difícil de salvar. Y «cortar el nudo gordiano» -como hizo Alejandro Magno– significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema.
Juanjo Imbroda dice no saber porqué Melilla y Ceuta no se integraron en la Comunidad andaluza. Muchos, yo incluido, sí lo sabemos: porque el PSOE temía perder las elecciones en Andalucía
Así, como Alejandro, tendríamos que intentar salvar, romper, el nudo que ata y ahoga la economía melillense. La Administración jamás logrará el cambio que la economía melillense precisa, eso es una evidencia local —y universal. La iniciativa privada podría lograrlo, pero necesita la cooperación de la Administración, y ahí está el nudo gordianno. Nos hace falta el Alejandro que rompa el nudo y que dé inicio a la salvación de la economía local, con la iniciativa empresarial como motor conductor y la administración pública como animador y cooperador necesario (no al revés). No es fácil romper el nudo, pero puede -y debe- hacerse. No es imposible, no hay que rendirse, nunca.
Posdata
Juanjo Imbroda dice no saber porqué Melilla y Ceuta no se integraron en la Comunidad andaluza. Muchos, yo incluido, sí lo sabemos: porque el PSOE temía perder las elecciones en Andalucía, sí Melilla y Ceuta votaban allí. También sabemos que sobre eso ya no hay marcha atrás y que ambas ciudades necesitan ser Comunidad Autónoma, como el resto de España .