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“El momento más difícil para un misionero es ver morir a gente por falta de medicamentos”

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Melilla recibirá la próxima semana la visita del misionero Paulino Ramírez Cardoza, de la congregación javeriana, que acudirá a dar testimonio en los centros escolares y las parroquias de la ciudad que se sumen a la campaña de Animación Misionera que se pone en marcha desde la Diócesis de Málaga. El religioso, oriundo de Ciudad Juárez (México) asegura que su experiencia como misionero, en concreto la desarrollada por espacio de doce años en el Camerún, le ha enseñado a vivir la fe desde otro punto de vista, el de la sencillez del servicio a los demás, en especial, a los que menos tienen y que son los que siempre tienden la mano para ayudar. De su experiencia destaca todo cuanto ha podido aprender de los más humildes. El javeriano Paulino Ramírez permanecerá en la ciudad del 21 al 28 de febrero, dará testimonio e impartirá charlas en los centros escolares de la ciudad y en las parroquias. Durante estos días estará acogido en la casa parroquial del Sagrado Corazón. "Nuestro objetivo en esta campaña es hacer conciencia misionera en las parroquias y comunidades cristianas de la zona de Melilla. Hablaré de mi experiencia de misión, y explicaré qué es lo que hacemos, por qué lo hacemos y con qué lo hacemos", indicó el religioso.

Ser misionero
En su caso, Paulino Ramírez ha vivido de forma intensa la vida de misionero en Camerún, en una comunidad cristiana llamada Jesús el Buen Pastor, durante doce años. "Allí estuve de responsable de las catequesis de los que se van a bautizar y de los catecumenados prematrimoniales, así como de la pastoral de enfermos. Allí teníamos una media de 1.500 catecumenados por año y se bautizaban unos 500", relata.

Preguntado sobre qué le llevó a ser misionero, afirmó categórico que lo suyo fue responder "a la llamada del Señor y me siento feliz sirviendo a los otros, al prójimo, porque es ahí donde he encontrado la realización de mi vida". Afirma que comprendió que la misión de su vida era "servir para dar vida a los que nada tienen, a dar esperanza de vida y esto es algo que me ha llenado mucho, y soy feliz sirviendo a otros, porque es una manera de responder a lo que Dios me ha dado".

La llamada le llevaba fuera de su tierra, de su México natal, y no lo dudó ni un instante. Tras doce años en el Camerún, vino a España, donde ha tenido ocasión de trabajar con los inmigrantes del CETI. Ahora, por primera vez, visitará Melilla.

Cuenta que cuando acude a las charlas de animación misionera, existen una serie de preguntas que suelen repetirse y que responden al interés de los presentes por conocer algo más sobre lo que supone el papel de estos religiosos y la forma de encarar la llamada del Señor al servicio a los demás. "Me preguntan por qué dejé mi país para ser misionero en otro lugar pobre, cuando México es un país pobre, a lo que les respondo que Dios nos marca el camino y que si yo salgo de mi país, otros vendrán siguiendo esa llamada".

Momentos duros
"Otra de las preguntas que suelen hacer es por qué lo hago, por qué soy misionero y les digo que es por una convicción de fe, que el Señor nos envía a ir al mundo y que es abandonarse a la confianza del Señor, que te acompaña en todo el proceso", relató. Los interlocutores también se interesan por conocer "cómo nos recibe la gente del país o la comunidad a la que vamos o cómo te adaptas".

En su caso, llegar a Camerún desde México "fue un choque duro, porque la situación era diferente pero no es imposible integrarte". La primera impresión que se llevó es que en el país africano "no había carreteras, no había agua corriente, la luz se cortaba cada dos por tres y el internet sólo era para los ricos que podían pagar la conexión", pero afirma que todas estas cuestiones mundanas se superan "cuando llegas y siente el calor de la gente, el deseo de conocer a Dios, el deseo de ser cristianos, y eso es lo más fuerte que te empuja a quedarte, y es que no te quedas porque te acostumbres a vivir en su pobreza, sino porque puedes vivir de una manera diferente”.
“Allí es donde más he aprendido, el contacto con las personas. Te dices, estoy aquí para que podamos formar una comunidad cristiana y salir adelante, y sobre todo, hacer experiencia de vida con Dios, que es el servicio a los demás”, asevera.

Afirma este javeriano que ser misionero no es el que se dedica a construir iglesias, sino "el que es capaz de comprender la situación en la que vive el pueblo y encontrar caminos que llevan a dar una solución a sus problemas, a veces problemas cotidianos, por eso a veces eres también albañil, enfermero e incluso enterrador".
"El misionero que se dedica sólo a hacer misa, no entiende su misión. Yo entendí que nunca podría atraerlos a Cristo de esta forma, sino que debía estar en el camino, yendo a ayudarles", apostilla este religioso mejicano.

La fe
Asegura que en las misiones se vive la fe de una forma diferente. "Totalmente diferente" y en todos los sentidos. Así, por ejemplo, indicó que en España vive en un "piso cómodo, con luz que no se va, con agua potable, con supermercados repletos de alimentos a la vuelta de la esquina, con restaurantes y demás, en resumen aquí la vida es cómoda, pero allí si quieres agua tienes que caminar muchos kilómetros todos los días, y el mejor restaurante es un puesto de comidas que está junto a un vertedero".

En ese momento, como hombre "te tienes que adaptar porque es lo que te ofrece el pueblo y debes vivir con ello". Los momentos duros y que difícilmente tienen una respuesta es cuando "te preguntan cómo puedes vivir con estas personas que ves morir porque no pueden pagar los medicamentos que los salvarían".
"Los momentos de impotencia no tienen respuesta. Cuando se te muere un niño porque no hay dinero para medicamentos mientras sabes que en otros lugares la gente tiene de sobra, no tienes respuesta, sólo dar esperanza de vida al que sufre", señala Paulino Ramírez.
"Ojalá pudiera tener los medios para que todos ellos vivieran, pero no la hay, y el misionero no lleva dinero para resolver problemas, así que tratamos de hacernos ver, caminar junto a ellos y ayudarles", indicó.

Ver la pasión de Cristo en cada hombre que sufre
según asegura, los misioneros de hoy en día no son como los de los siglos pasados, cuando se limitaban a levantar templos y se marchaban. "En África hay un refrán que dice: los blancos son como la lluvia, que viene y va, pero nosotros somos la tierra que es la que se queda y sufre. Por ese motivo los misioneros de ahora estamos para enseñarles, para ayudarles a salir adelante". Entre tanto, el misionero sigue su día a día dando testimonio de su fe y encontrando en cada persona que sufre la pasión de Cristo, "es como ver a Dios en la Cruz, sintiéndote como María, impotente, de no poder bajarlo del madero, pero haciéndote presente en su sufrimiento".

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Jesús Andújar

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