Me gusta trabajar, especialmente los domingos. Siento discrepar de lo políticamente correcto, pero…El caso es que en una comida multitudinaria, cada uno por lo suyo, me crucé el sábado con Jesús Romero Imbroda, una autoridad del Gobierno de Melilla, encargado de las cosas universitarias. Le comenté sobre lo de Ledu, algo universitario de lo que no había oído hablar en mi vida hasta que leí, el día anterior en nuestro periódico, que había organizado algo universitario en Melilla y me sugirió que asistiera al acto. Lo hice, ayer, domingo, a las 11 horas en el espléndido teatro Kursaal, antes Cine Nacional, del inolvidable José Pérez.
El acto empezó con un corto, pero muy atractivo, baile del Ballet Colores. Después, otra autoridad del Gobierno local, Fadela Mohatar, hizo un largo discurso, muy aseado y muy cordial, como en ella es habitual. Dio las gracias a Ledu por venir a Melilla y traer aquí a tantos jóvenes universitarios, que celebraron ayer, por primera vez en su historia en una ciudad no peninsular, el acto de la final de su torneo universitario, entre las 16 universidades que habían superado las contiendas universitarias previas.
El acto más importante de este acto final fue el debate entre las dos universidades finalistas, la Carlos III, de Madrid, y la Universidad de Vigo (la ciudad en la que nací yo, aunque me criara en Melilla). El tema a debatir en esta fase final de la Liga Española de Debate Universitario fue muy interesante, muy de moda: ¿Es conveniente el decrecimiento para solucionar los problemas medioambientales y las desigualdades sociales?
No sé si fue por sorteo, aunque creo que fue por elección, al equipo -cuatro miembros- de la universidad madrileña Carlos III le tocó lo de “a favor” de la pregunta y a la de Vigo -también cuatro jóvenes miembros- “en contra”. Todos, los ocho, muy entregados a la faena, todos “compañeros” -compañero por aquí, compañero por allá, todo muy políticamente correcto. Todo muy bien razonado, también.
Fue un debate más, de buen y entusiasta nivel, del eterno debate entre la libertad y la falta de libertad, entre decidir por ti mismo o que te impongan lo que tienes que hacer. Es muy difícil defender que para crecer hay que decrecer, o que imponer – “vamos a permitir” esto y aquello fue una frase repetida por los “compañeros” se la Universidad Carlos III- es mejor que permitir que las personas, empresarios incluidos, elijan el camino que quieren seguir.
En fin, la Universidad de Vigo ganó, se llevó los 6.000 del primer premio -3.000 para el otro finalista- por muy escaso margen, por una foto finish”, según dijo el presidente del numeroso jurado que tomó la decisión, el ex político Albert Rivera, del que como tal político -en ejercicio o no explícitamente en ello- lo habitual es que mienta y, en su caso… aún es más probable. Yo me alegré mucho del resultado… y no solo porque nací en Vigo. Innecesario es decir que Juanjo Imbroda cerró el acto, un acto que fue muy interesante y algo bueno para Melilla, especialmente si tomamos nota de que decrecer es algo muy malo.