Es lógico que muchos vean con desilusión el desenlace de tan larga y tortuosa película, pensando que para este viaje no se necesitaban alforjas. Pero el quid de la cuestión es que el cambio que todos los melillenses demandan en sus comunicaciones marítimas no depende del nombre de la compañía que se quede con el contrato, sino que ya está reflejado en el pliego de condiciones que han redactado con tanta ambición entre el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Melilla Después de tanto misterio sobre qué empresa se llevaría el contrato marítimo de Melilla, que se ha prolongado durante dos años llenos de sobresaltos, resulta que al final nuestras líneas públicas, que nos conectan desde hace décadas con Málaga y Almería, seguirán en manos de Trasmediterránea. La conclusión de que nada cambiará es la que probablemente ronde la cabeza de todos los que hoy se enteren de la noticia de la adjudicación de este contrato. Es posible que algunos sientan incluso cierta decepción, dadas las expectativas que se habían generado en torno a este concurso por la enorme competitividad que han mostrado las tres compañías en liza, Trasmediterránea, Baleària y Armas. Por primera vez en muchos años, los melillenses han percibido como una posibilidad alcanzable el anhelado salto de calidad en sus conexiones marítimas, lo que también ha contribuido a que hubiera muchos ojos puestos en este contrato. Y quizá haya ayudado a ello el morbo que indudablemente ha generado lo mucho que ha costado adjudicarlo después de dos intentos fallidos, que quedaron desiertos, y un tercero torpedeado por las reclamaciones que se han ido presentando desde Motril.
Es lógico que después de todo esto, muchos vean con desilusión el desenlace de tan larga y tortuosa película, pensando que para este viaje no se necesitaban alforjas. Pero el quid de la cuestión es que el cambio que todos los melillenses demandan en sus comunicaciones marítimas no depende del nombre de la compañía que se quede con el contrato, sino que ya está reflejado en el pliego de condiciones que han redactado con tanta ambición entre el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Melilla.
Aunque Trasmediterránea siga al frente de las líneas de Málaga y Almería, la realidad es que los melillenses podrán viajar en barcos más nuevos y rápidos, con multitud de servicios de atención al viajero y precios más asequibles en los billetes porque así se exige en el pliego de condiciones. Y eso es mérito no de la compañía, sino de las dos administraciones públicas que han apostado de verdad por el cambio en el transporte marítimo de todos los melillenses, que han incrementado de forma muy notable la dotación económica, duplicándola respecto a lo que había puesto el anterior Gobierno socialista, aunque después no haya sido necesario porque la adjudicación ha salido mucho más barata del presupuesto que había sobre la mesa.
Trasmediterránea tendrá que esforzarse por recuperar el crédito que ha perdido entre muchos melillenses por el servicio deficiente que ha prestado a lo largo de los últimos años, amparada por un pliego nefasto redactado por quienes desde el PSOE no han hecho más que criticar las mejoras que ahora se han propuesto y que van a ser una realidad, al fin, cuando el nuevo contrato empiece a funcionar a partir del 1 de mayo.