El acusado, que habría robado el móvil y amenazado con un cuchillo a la denunciante, siendo interceptado por los familiares de la chica, que vinieron en su auxilio, ofrece una versión diametralmente opuesta a la expuesta por la fiscalía. Según la defensa, el acusado fue llevado en coche al lugar de los hechos por la familia de la denunciante, al sospechar ésta que él había sido el autor de un robo anterior -en el que habían desaparecido unos pasaportes-, siendo “apaleado” y habiéndose llamado a la policía para interponer “una denuncia falsa”. La defensa pide la absolución del acusado por la inexistencia de pruebas, mientras que la fiscalía solicita una pena de dos años de cárcel sin suspensión de condena.
Según los hechos denunciados por la mujer que sufrió el robo del teléfono, sobre las 23:50 del día 3 de octubre, se encontraba estacionada en la Calle Cabo de Agua cuando el acusado, visiblemente “borracho y empastillado”, aprovechó que la denunciante se encontraba hablando por teléfono con la ventanilla bajada para quitarle el móvil. Tras quitarle el teléfono -según la denunciante- habría sacado un cuchillo para amenazarla y obligarla a darle “todo lo que había en el coche”, ante lo que ella reaccionó abriendo la puerta del vehículo para golpearle, provocando que el acusado cayera de espaldas y se hiriera en la parte trasera de la cabeza al golpearse con la acera -soltando el cuchillo, que habría quedado en el suelo-. Aprovechando el golpe, la denunciante habría gritado pidiendo auxilio, siendo su llamada atendida por su hermano y sus hermanas al acudir al lugar de los hechos, inmovilizando al agresor y llamando a la policía.
La versión del acusado
La versión del acusado, un vecino del barrio de Reina Regente que tiene antecedentes por atentado contra la autoridad, es totalmente opuesta a la ofrecida por la denunciante y sus familiares. Según el acusado, él y otros dos vecinos se encontraban sentados en el muro de la subestación eléctrica de Reina Regente (muy cerca de la casa del acusado) cuando el hermano de la denunciante apareció en su coche, invitando al acusado a subir “para hablar un minuto”. El acusado, que estaba “tomando unass birras”, accedió a subir al coche en el que -tras una conversación de un par de minutos en la que el hermano de la denunciante le conminó a “devolverle unos pasaportes y un bolso”- fue llevado en dirección al barrio de Las Palmeras, al parecer seguido de otro vehículo en el que irían las tres hermanas -entre ellas la denunciante- lugar donde un grupo de 7 hombres y mujeres “estaban esperando, con cuchillos” y, tras decirle que devolviera los documentos, le propinaron una paliza, dejaron un cuchillo al lado de él y llamaron a la policía para denunciar el robo de un móvil.
La defensa del acusado, quien dice tener “golpes en todo el cuerpo” y sufrir “un trauma” psicológico, sostiene que todo lo ocurrido responde a un intento de vengarse por un delito previo que los denunciantes creen que el acusado cometió, y defiende que no existen pruebas de cargo al no haberse hallado el móvil ni en el registro de la policía ni en ningún sitio, lo cual no tiene explicación, dado que, según todos los testimonios, el acusado no se habría movido del lugar de los hechos. Como consecuencia, se pidió su absolución, mientras que la fiscalía pide 2 años de prisión por robo con violencia.
La duda: ¿Denuncia real o venganza por un supuesto delito anterior?
Según la defensa, la denunciante, que se presentó a declarar sin documentación -dijo que se la habían robado del coche días atrás- habría recibido informaciones que señalaban al acusado como el autor del robo de su pasaporte, por lo que “habría decidido tomarse la justicia por su mano” tendiéndole una trampa, con el objetivo de recuperar la documentación. Al no conseguir su propósito, habría decidido fingir el robo e interponer la denuncia, como venganza y para tratar de forzarle a devolver los papeles.
