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El candil

El abrazo

Que mejor un abrazo que un puñetazo, que mejor que amaros los unos a los otros, que mejor que la mano abierta y firme que un puño alzado ¿Que mejor? Si una sonrisa apaga el amargor de un odio el que sin razón se prodiga por aquello de la obsesión… la que sin educación rompe todos los esquemas, incluido el perdón.

Cómo se puede tolerar la bajeza de una acción que, sin ton ni son, es representación de "un niño de papá" desde la burguesía del gilí, por tonto y lerdo, falto del respeto que debe a "su padre", aunque sólo sea por la edad… Dios nos libre de tanto desecho social camino de un "tenemos", sin dar palo al agua. Cuando un abrazo para mí es la mayor satisfacción del afecto, del cariño a mis hijos y cómo no a mi…, perdón, a "yosuhombre" que, no quiero ser un machista por exceso. Más aún cuando en estos tiempos demócratas se mata sin sentido y con fruición en malvada acción y goce, sin arriesgar su vida para nada… el homicida.

Para mí, el abrazo es una satisfacción tal, que siento, como una parte de mí pasa al abrazado. Es algo esencial en la vida, aunque se haya perdido en parte por el detrimento que ha sufrido la sociedad por tanto libertinaje, siendo causa que, sólo hoy en día, lo trasladamos a la familia. Pero incluso en ésta se ejercita poco. Si nos pusiéramos a practicarlo con el amor suficiente, expontáneo o no, veríamos que aún en el tiempo de desértica devastación, cuando echamos de menos la naturaleza vegetal sin brotes verdes, volverían las golondrinas sus nidos a colgar entre píos y vuelos bajo el sol que insólito como ahora, nos sorprende con su latente calor, como abrazo y alegría de la vida.

Claro que para eso hay que tener moral espiritual y no solo el agnostismo por razón, combinación que en su justa medida crea el atractivo entendimiento entre los homo sapiens e incluso, con el mejor amigo del hombre; y es en este campo donde ejercitamos la mirada. La que como diría Gustavo Adolfo Beker, es "El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada", con lo que el idilio es completo.

Acaso usted no ha jugado de niño o adulto con un can, intercambiando una mirada, un abrazo entre caricias mutuas y ha compartido juegos y acompañamiento ¿sí?, yo también, mis canes como yo les llamo fueron desde lebrel y callejero, hasta de raza y con pedigrí. Tales fueron, Terry, Jamy, Chata, Toby, Jamy II, Dogui, Bebé y el "nieto" Enol; no se me olvidan, cada uno con su característica propia, pero jamás fueron traicioneros ni asesinos ¡jamás!. Hoy, a ellos, los sigo abrazando con el pensamiento… y siento como también esa parte de ellos sigue viviendo en mí.

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