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EDITORIAL: Preocupación por una guerra en Europa

Cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, compareció este jueves de madrugada ante la nación para anunciar «una operación militar especial» en Ucrania, confirmó lo que gobiernos occidentales llevaban temiéndose durante semanas. Una invasión que, bajo la premisa de ayudar a los rebeldes separatistas del este de Ucrania, trasciende a otros territorios y ha puesto en jaque incluso la seguridad de la capital, Kiev.
Putin había reconocido el lunes la independencia de los territorios controlados por los rebeldes en Donetsk y Lugansk, dotando a las autoproclamadas ‘repúblicas populares’ de un estatus que les permitía pedir ayuda militar a Rusia sin necesidad de esconderse, como así ha sido.
El presidente ruso se ha sentido legitimado para «proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años». «Toda responsabilidad por un posible derramamiento de sangre recaerá completamente en la conciencia del régimen ucraniano», ha dicho Putin, partidario de «desnazificar» el país vecino.
Las Fuerzas Armadas ucranianas cuentan ya por decenas las bajas en sus filas y han asegurado que ha habido muertes en el bando «ocupante». Moscú, por su parte, ha acusado al Ejército ucraniano de perpetrar bombardeos indiscriminados, dentro de un pulso que también se libra en el terreno de la información y la propaganda.
Nos encontramos, por lo tanto, ante una guerra en territorio europeo, un escenario que se observa con gran preocupación en todo el mundo. También en Melilla, cuyo presidente, Eduardo de Castro, se pronunció sobre ello en Twitter. “Enorme preocupación y gravísima situación internacional por los ataques de Rusia a Ucrania. El horror de la guerra, el insoportable dolor bélico, otra vez en Europa. Todo el respaldo a la UE. La vía diplomática ha de ser el camino”, publicaba el presidente melillense desde La Palma, donde hoy estaba prevista la celebración de una Conferencia de Presidentes, que ha sido suspendida por el ataque ruso a territorio ucraniano.
Sí, las guerras no conducen a nada, salvo a la muerte y la destrucción, a sembrar el dolor y el terror. En un mundo tan globalizado y avanzado como el que vivimos en este siglo XXI, la diplomacia y el diálogo deben ser el camino, nunca las bombas o los misiles. De momento, en Ucrania, se impone la guerra, pero el anhelo común es que sea por muy poco tiempo y que, de nuevo, se abran paso la paz, la palabra y el entendimiento.

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