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Eddie el Águila

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Director: Dexter Fletcher. Intérpretes: Taron Egerton, Hugh Jackman, Christopher Walken

Eddie el Águila está basada en hechos reales. Michael «Eddie» Edwards (Taron Egerton), un insólito y valiente saltador de esquí que nunca dejó de creer en sí mismo, con el que no contaba ni su propio país. Su tesón por ganar una medalla olímpica, conquistó el corazón de seguidores del deporte en todo el mundo al lograr una improbable e histórica participación en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary en 1988.


La historia de Eddie comienza en su niñez. Aunque nunca fue un talento, desde muy joven dedicó su vida a conseguir un sólo objetivo: convertirse en deportista olímpico. Eddie intentó varios deportes antes de decidirse por el descenso de esquí. Al no conseguir reunir un equipo británico para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984, optó por el salto de esquí.
Este cambio suponía varios inconvenientes: El Reino Unido nunca había tenido representación en salto de esquí en los Juegos de Invierno y Eddie nunca antes había intentado un salto de esquí. Su peso era superior al de la mayoría de los saltadores que, además, empezaron a entrenarse desde muy jóvenes. Sin financiación, muy poco entrenamiento y su espantosa vista (tenía que saltar con gafas, que podían empañarse peligrosamente en mitad de un salto), Eddie tenía muy difícil poder cumplir su sueño.
Pero su infatigable espíritu se impuso a las dificultades. Pidiendo y tomando prestado equipamiento, Eddie fue el único participante británico en los Campeonatos del Mundo de 1987, en el que le valía el puesto 55 para clasificarse para los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary (Canadá) de 1988. Calgary fue donde Eddie realmente despegó, literal y figuradamente. Aunque terminó el último en sus dos modalidades (70 y 90 metros) se convirtió en el preferido de los medios de comunicación. Los periódicos empezaron a apodarle «el Águila» convirtiéndole en una especie de héroe del pueblo, famoso por su estilo poco ortodoxo, apariencia y voluntad de competir.
Pero Eddie no estaba solo en su empeño. A fuerza de ser pesado, consiguió que le preparara Bronson Peary (Hugh Jackman), un americano ex saltador de esquí, bebedor compulsivo y fumador empedernido que, a regañadientes al principio, adoptó a Eddie bajo su ala. Casi treinta años después del triunfo de Eddie, a finales de 2014, el director Matthew Vanghn veía la película «Elegidos para el triunfo» con sus hijos, la comedia sobre el equipo jamaicano de bobsleigh que superó todas las adversidades para competir en los Juegos de Invierno de Calgary en 1988. Vista la buena acogida de la película por parte de sus hijos, Vanghn pensó «¿Por qué ya no se hacen películas como ésta? Quería hacer una película que después de verla te sintieras inspirado. Y quería hacer una película que pudieran ver mis hijos».
Quince años antes, Vaughn y su socio de dirección, Guy Ritchie, habían recibido un guión de Eddie el Águila, pero la película no se hizo. El guión fue comprado por otra gente, pero nunca llegó a materializarse. Vaughn buscó el guión, lo compró y, tres meses después, comenzó el rodaje. Para dirigir Eddie el Águila, Vaughn eligió a su antiguo amigo Dexter Fletcher, que había actuado en «Lock & Stock», la primera película producida por Vaughn. Desde entonces, los dos han estado en contacto y se han convertido en directores.
Dexter Fletcher se ha creado un hueco propio, tanto en la pequeña como en la gran pantalla, durante sus cuarenta años de carrera. Comenzó de actor, siendo niño fue elegido como Babyface, junto con Jodie Foster y Scott Baio, en «Bugsy Malone, nieto de Al Capone». Como actor infantil, ha aparecido en producciones británicas de principios de 1980, como «El, largo viernes santo», «El hombre elefante» y «Motín a bordo». Con 16 años, fue el miembro más joven de la Royal Shakespeare Company.
En 1985, con 19 años, Fletcher consiguió el papel de Ned Dobb en «Revolución». A los 23 años, Fletcher interpretó al adolescente americano Spike Thomson en la serie británica «La pandilla plumilla». Desde entonces, ha aparecido en películas de gángsters como «Lock & Stock» y «Crimen organizado», así como en la serie ganadora de un Globo de Oro «Hermanos de sangre» y el drama histórico de BBC «One The Birgin Queen».
En 2011, Fletcher debutó como director con la película «Wild Bill», por la que fue nominado a un BAFTA al Mejor Guionista, Director o Productor Británico Debutante. A continuación, dirigió el musical «Amanece en Edimburgo», con música de The Proclaimers. Al contrario que Vaughn, que estaba muy familiarizado con la hazaña de Eddie en Calgary, Fletcher no tenía muchos recuerdos de esa época, pero sí que le impresionó cuando Edwards, a sus 45 años, ganó el concurso de televisión de salto de gran altura Splash!
Fletcher y Vaughn querían mantener el centro de atención en el deseo de Eddie de conseguir la gloria. «La historia se centra en los momentos que está allí y en lo que consigue», desvela Fletcher.
La hazaña de Edwards fue bastante solitaria. Alejado de la comunidad de saltadores de esquí, siempre estaba entrenando o cambiando de entrenador. Sin embargo, para la película, Vaughn y Fletcher querían crear un personaje que se uniera a Eddie en cada paso de su viaje. «Necesitábamos a alguien con el que sentirnos identificados, un participante en el que nos pudiéramos ver reflejados», explica Fletcher. «Nuestra percepción de Eddie probablemente sea que está loco, pero luego nos gana con su entusiasmo inspirador y su cercanía».
Como contrapunto a Edwards surge el personaje de Bronson Peary, creado para una estrella del cine. Uno de los beneficios de ser tan exitoso como Matthew Vaughn es que tienes estrellas de cine al alcance de tu mano. Hugh Jackman, por ejemplo. Jackman se acordaba de Eddie el Águila, confiesa que cuando vivía en Australia, solía saltar del tejado de su casa y fingía que era un salto de esquí. De pequeño era un gran admirador de Eddie el Águila.
Para interpretar a Edwards Vaughn tenía el candidato perfecto. Acababa de dar las últimas pinceladas a «Kingsman: Servicio secreto», protagonizada por Colin Firth, Samuel L. Jackson, Michael Caine, Mark Strong y, en el papel del héroe Eggsy, Taron Egerton, un joven galés que actuaba por primera vez en una película de cine. Egerton ni siquiera había nacido cuando Edwards volaba por el cielo de Calgary, pero el joven actor no dejó escapar esta oportunidad. Después de una rápida prueba con Jackman en Nueva York, Egerton recibió oficialmente la oferta para el personaje. Pero lo aceptó con una condición. «No tengo ningún interés en parodiar a Eddie. Puede ser gracioso, puede sufrir contratiempos, pero tiene que tener corazón y sentimientos y tiene que ser real y creíble».
Para prepararse para el papel, Egerton se reunió con el verdadero Eddie, lo que le ayudó a perfilar su interpretación. Físicamente, se transformó en Eddie con la ayuda de una peluca, unas gafas de pasta, un poco de peso extra, un acento de Cheltenham y, para la última parte de la película, el icónico bigote de Eddie. También aprendió a esquiar para poder imitar las posiciones necesarias para el salto de esquí, desde la posición de descenso (la primera posición que adopta el saltador de esquí mientras baja por la rampa) hasta la posición de despegue y la «telemark», que permite al saltador aterrizar con un pie delante del otro.
Para representar la rutina de entrenamientos de Edwards y los grandes saltos que llevó a cabo en los Juegos Olímpicos de Calgary, Fletcher y su director de fotografía, George Richmond, tenían que encontrar la manera de hacerlo de forma segura y repetidamente. «Hay unos trece saltos en la película, y siempre se repite la misma acción: un tipo sube a un sitio muy alto, salta y aterriza», resume Fletcher. «Teníamos que encontrar nuevas maneras de hacer eso. Cuando pones algo en una pantalla, todo se convierte en plano, y la altura de algo se reduce, al menos, en un 50 por ciento».
Otras soluciones incluían el uso acertado de imágenes generadas por ordenador, cámaras en los cascos para aumentar la sensación de velocidad cuando el esquiador desciende por la rampa y la construcción de unas complejas plataformas en los trampolines de 70 y 90 metros y sus alrededores. Esto último permitió a Fletcher, Richmond y al director de segunda unidad, el legendario Vic Armstrong, capturar tomas en las que la cámara baja en picado y vuela para poder mostrar la auténtica velocidad que alcanza un saltador de esquí.
Otro problema que tuvo la producción mientras se encontraba en Alemania y Austria fue la falta de nieve. Para algunas secuencias, tuvieron que llevar nieve de la parte más alta de la montaña en un camión y extenderla por la pista de esquí.
Tristemente, ahora parece casi imposible repetir los logros de Eddie. Como se cuenta en la película, el Comité Olímpico Internacional incrementó las condiciones requeridas para clasificarse para el salto de esquí casi inmediatamente. Eddie nunca más se volvió a clasificar, aunque fue seleccionado como portador de la antorcha para las Olimpiadas de Vancouver 2010.
La película fue concebida por Fletcher y Vaughn como un testimonio de la inquebrantable fe de Edwards que, literalmente, arriesgaba su vida en cada salto. Quizá por ese motivo, la narración se centra más en la cabezonería del protagonista por conseguir su sueño, que en mostrar el esfuerzo imprescindible para lograrlo. Una gran azaña , contada con bastante humor y de forma correcta, que la hace asequible a cualquiera, solamente hay que empeñarse en ello.

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