Crisis y Solidaridad: Ideas fuerza para construir la Unión Europea (V)
Concretamente y en esta ocasión, es particularmente relevante referirnos a cuanto acontece actualmente en el Magreb, en profundas y dramáticas convulsiones, tanto más que magrebíes y europeos compartimos un entorno que nos ofrece soluciones potenciales extraordinarias de futuro
. En el centro de este entorno nuestro está el Mediterráneo y es en su derredor donde tendremos que lograr recrear también los valores que son comunes a nuestras respectivas culturas y civilización. Los diálogos árabe-europeos en décadas pasadas no han sido suficientemente amplios sino más bien intermitentes, breves y a largo plazo. Y, sin embargo, es obvio que en un mundo crecientemente interdependiente la seguridad del mundo árabe afecta la seguridad de Europa y conlleva repercusiones automáticas en Europa, tal y como ya empezamos a sufrirlo al menos en el suministro energético y a no tardar seguramente también con el fenómeno migratorio, por lo que es indispensable contribuir cuanto antes al desarrollo endógeno de esos países.
Hermanados con el Islam desde antiguo, además de por la geografía y ocho siglos de presencia civilizadora sobre las huellas indelebles del Imperio Romano, los vínculos de convivencia, sangre y cultura, que por aquel entonces se trabaron, contribuyeron a forjar nuestra nacionalidad.Otrora, esos mismos pueblos que incluían el Magreb actual regalaron a Europa su espíritu creativo y liberal desde un Islam civilizador que aportó cuanto se salvó de la cultura grecolatina frente a las invasiones bárbaras. De ese modo, una especie de pre-renacimiento, ayudó a nuestro cristianismo para superar algunos de los fundamentalismos europeos durante la Edad Media. Ahora, sobre esa sólida tradición y pese a tantos desafíos globales y no pocas exacerbaciones nacionalistas e ideológicas locales, podemos aunar esfuerzos y renovar el diálogo para enriquecernos mutuamente con los lazos de la cooperación que facilita nuestra vecindad. Por ello y dado nuestro abolengo histórico debemos dar testimonio vivo y coherente con nuestras respectivas creencias así como de nuestra personalidad como españoles, europeos e iberoamericanos.
La vieja Europa, ahora en trance de remozarse gracias a la Unión Europea y que tanto ha contribuido al desarrollo de la civilización a escala universal, está llamada a prestar decididamente su concurso al Magreb en la construcción de su porvenir, en paz y respeto a la dignidad humana, sin pretensiones paternalistas.
Aunque estos años desde el comienzo de un nuevo siglo y milenio se presentan como un período turbulento de transición, cargado de graves acontecimientos y amenazas, bien podría desembocar en un gran renacimiento humanista, en el nacimiento de una nueva era de convivencia democrática generalizada y de paz mundial. Para poder dar una respuesta positiva a tan inmenso desafío es indispensable, sin embargo, empezar por tomar plena conciencia del alcance y de la gravedad de la situación actual y actuar cuanto antes con la determinación y el vigor que movilicen la voluntad política y el ingenio creativo necesarios para alcanzar el desarrollo en paz anhelado en base a una educación para la convivencia democrática.
Es tiempo de que se detenga ya el sufrimiento humano de la inseguridad ciudadana, de la violencia terrorista, de la creciente pobreza extrema y de los múltiples conflictos, antes de que degeneren en violencia de alcance mundial.
Inventar un porvenir mejor es inventar también una mejor manera de ser para poder sobrevivir y progresar. Mi inolvidable y admirado Aurelio Peccei (fundador del Club de Roma) escribió, poco antes de morir, que "un pensamiento fundamentalmente nuevo resulta indispensable. Sólo un nuevo humanismo podrá realizar dicho cuasi-milagro: provocar en el interior del hombre el renacimiento del espíritu, es decir, una verdadera revolución humana"
