Querida Irene:
Me dirijo a ti porque se por lo que estás pasando. Sinceramente te quiero, pues siempre me has demostrado tu amabilidad, tu amistad,… Te repito que nunca podré olvidar las veces que me has consolado y animado. En mi corazón están grabadas y jamás serán olvidadas.
Muchas son las personas que piensan que querer o conocer muchos años a un amigo es estar colgado de su brazo agobiándolo con indagaciones y querer vanagloriarse de que sabe todo de su vida.
Decía Noel Claraso que solo un buen amigo es capaz de comprender que su presencia puede llegar a molestar. Reconozco que soy rara, no lo sé o tímida. La muerte de tu esposo me ha dado mucha pena, y sobre todo esa forma de irse. Amiga mía que congoja me ha invadido.
Erais una pareja para admirar. He sido feliz cuando me has contado vuestro último viaje. No hace muchos días quede contigo para vernos, pero ya ves lo mío debe ser patológico cada vez me cuesta más salir. Yo admiraba mucho a Fernando, era una persona brillante en sus ideas. Con él tenia menos contacto, pero reconocía todos sus meritos. Sabes que soy sincera, en todo lo que necesites puedes contar libremente conmigo. Mis hijos han gozado siempre de tu amistad y yo me sentía feliz sabiéndolo.
¡Eres una gran mujer! Superarás esto. Es duro, se logra superar, pero no se olvida. Santa Teresa cuando rezaba hablaba con Dios y yo en mis humildes rezos le digo Señor tenlo en tu Gloria, porque Fernando era una buena persona. Descase en Paz.
