De tan lamentable desaparición me daba cuenta días atrás un buen amigo, Quino Albadalejo, el que fuera un excelente árbitro de fútbol del Colegio Melillense que, durante muchos años, ejerció tan ingrato cometido en el balompié de categoría nacional.
Con cerca de cien años de historia, creo que para primeros del mes de diciembre, esa institución cultural y recreativa sita en la popular barriada del Real, desaparecerá al demolerse el edificio de su sede, en la calle de La Legión y allí construirse después un bloque de viviendas por el nuevo propietario. Lamentable noticia por tratarse de un centro en el que pasaron muchos miles de horas de asociados, bien en su modesta biblioteca, en la sala recreativa de juegos, tomando una caña en su ambigú-bar o, los días que sus juntas directivas organizaban alguna fiesta en el salón de actos. Fiestas como las de Navidad, Nochevieja, Año Nuevo, los Carnavales y cuando la festividad de San Agustín, patrono del Barrio que, como se recordará, celebraba una pequeña, pero muy atractiva feria por la que pasaba la mayoría de los melillenses, con atracciones que venían para instalarse luego en la Feria de Melilla.
Yo, en mi juventud, siendo vecino de aquel barrio, pasé en ese Casino muy buenos momentos en las citadas fiestas que en él tenían lugar y, ya con años encima, también lo visité de vez en cuando, particularmente cuando fue su presidente Antonio Robles Delgado al que me unía una gran amistad. Por lo que me ha contado Quino Albadalejo, parecer ser que esa desaparición no tiene remedio y, como la cuestión económica es bastante apurada, dentro de pocas fechas el Casino del Real, como hace bastantes años le sucedió al que había en el Hipódromo y, más recientemente al Casino Español, pasará a la historia de centros culturales y recreativos que hubo en nuestra ciudad, caso igualmente del Casino del Tesorillo, el Club Colombófilo, el Club Ciclista, el Club Gaitero, etc., etc., ¡Ay!, de aquella Melilla de mis años mozos…
