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De líderes e ideas

Las palabra líder y liderazgo son usados con enorme frecuencia y poco contenido. Liderazgo no significa capacidad de mandar, sino capacidad para dirigir los esfuerzos de un grupo hacia la consecución de un determinado objetivo. El líder no es el que manda, sino el que tiene la capacidad de liderazgo necesaria.
Los llamados líderes carismáticos son generalmente pésimos líderes ya que, revestidos de su supuesta aura, olvidan que la consecución de cualquier objetivo precisa de la colaboración del equipo que le rodea. Tienden a pensar que ellos siempre conocen mejor las soluciones a cualquier problema que se presente, ignorando y desaprovechando el acervo de conocimientos y experiencias de los que les rodean.
El ejemplo típico de líder carismático es Hitler. Supuestamente sabía mejor que sus mejores generales qué acciones se deberían emprender en el transcurso de la guerra, lo que le llevó a cometer tremendos errores, a la pérdida de la guerra y a su propia muerte.
En estos últimos años se ha incrementado significativamente el número de “líderes carismáticos” en el mundo. Desde países de América Latina hasta Estados Unidos, desde España hasta Hungría y Rusia, desde China hasta Myanmar, desde Marruecos hasta Guinea Ecuatorial y Zimbabue. De los 54 países africanos, tan solo 10 son democracias plenas.
Se habla del líder pero no se habla, o se hace poco, de su capacidad para gestionar soluciones, para aglomerar esfuerzos, para trabajar en busca de soluciones que beneficien a la mayoría de los ”liderados”. Hacemos líderes de personas que no merecen ni tan siquiera el respeto de las personas de bien, mucho menos de los mejores preparados en las tareas de gestión. “Lideran” a unos contra otros -divide y vencerás- y recurren a la mentira, al culto a la personalidad por los menos preparados, a alianzas contra natura, a cualquier cosa por poco ética que sea, siempre que contribuya a ensalzar y perpetuar la imagen del “líder”.
En las campañas electorales nos presentan a los líderes de los partidos, a cualquier nivel y en mayor o menor grado, como si fueran eminencias capaces de resolver todos los problemas de la sociedad. En realidad, lamentablemente con demasiada frecuencia, no tienen ideas factibles y aún menos capacidad para desarrollarlas.

Vótenme, yo si cumplo.
Hace un par de semanas hice un llamado, simulado, a que la población de Melilla me votara en las próximas elecciones. En mis promesas me encargué de resaltar que mi gestión buscaba la obtención de resultados, no mi engrandecimiento ni mi perpetuación en el cargo. No me presenté como un líder, sino como un gestor.
En Melilla no necesitamos a los llamados líderes de siempre. Pero tristemente eso es lo único que nos ofrecen, unos y otros, con fotografías más o menos artísticas de los líderes en sus anuncios, pero sin un programa coherente que ofrecer y que explicar a la ciudadanía. Y algún “líder” ofrece como gran promesa al pueblo de Melilla la destrucción del monumento a los Héroes de España, lo que era patético cuando lo prometía el gobierno anterior, y dejaba pasar el tiempo para no destrozar sus posibilidades electorales, y aún lo es más ahora, cuando ese “líder” ni siquiera ha sido capaz de darse cuenta de que esa promesa es un suicidio político en Melilla.
Me permito hacer una observación a CPM. El cartel de Dunia está muy bien conseguido. La aparición de Aberchan en numerosas fotografías y declaraciones como líder real del partido, a pocos días de las elecciones, no tanto. Queda claro que Dunia tan solo le calienta la silla a Aberchan.

Mustafá Kemal Atatürk, un verdadero líder.
Fundador de la Turquía moderna, tras el final de la Primera Guerra Mundial, Atatürk cambió un país en tan solo 10 años. Lo sacó del desastre y desintegración del imperio otomano, de la ocupación por Grecia y por varias potencias occidentales y lo puso en el camino de la modernidad.
En la Turquía de Atatürk se concede el derecho de voto a las mujeres y el derecho a ser votadas en las elecciones de 1930. En España ese derecho se reconoció en 1931. Las Naciones Unidas, nunca a la cabeza, reconocieron ese derecho el 20 de diciembre de 1952. En estados Unidos hasta 1967 no pudieron votar las mujeres negras, las mujeres blancas podían votar desde 1920.
Entre las innumerables mejoras que Atatürk efectuó citaremos: abolición de la Sharia (ley religiosa) (1924); adopción del calendario occidental (calendario gregoriano) (1925); prohibición del fez (25 de noviembre de 1925) y el velo; introducción dee la vestimenta occidental; introducción de un nuevo Código Civil basado en el suizo, que terminó con la poligamia y el divorcio por repudio e introdujo el matrimonio civil (17 de febrero de 1926); declaración de la laicidad del Estado (10 de abril de 1928) .
La joya más brillante es la sustitución del alfabeto árabe por el alfabeto latino (24 de mayo de 1928) y la sustitución de las palabras árabes existentes por palabras occidentales ¿Qué líder tuvo que ser, para conseguir un cambio de esa naturaleza y ser amado por su pueblo? Como escribió Lope de Vega: “obras son amores y no buenas razones”.

Martin Luther King, un líder que tuvo un sueño.
King se adhirió a la filosofía de la desobediencia civil no violenta, consiguiendo despertar al pueblo americano. Dirigió a buena parte de la población negra hacia la reivindicación pacífica de sus derechos humanos y forzó a la población blanca a ver las condiciones lamentables en que se desarrollaba la vida de los negros en el país. Cómo la esclavitud no había sido superada.
Consiguió, a pesar de las tensiones, realizar con un rotundo éxito una marcha de más de 250 000 personas de todas las etnias hasta el Capitolio de los Estados Unidos, en lo que constituyó la manifestación más grande que haya tenido lugar en la capital estadounidense. Allí pronunció su mundialmente famoso discurso conocido como “I have a dream”, en el que manifestó su voluntad y su esperanza de conocer una América fraternal.
Para hacernos una idea de la calidad de hombre, de líder, que era King, basta una anécdota. Como consecuencia de una de sus actividades fue condenado a 45 días de prisión o a pagar 178 dólares de multa. Eligió la cárcel, pero a los tres días fue liberado en forma discreta por el jefe de policía quien, ante los problemas que le ocasionaba el tenerle detenido, pagó personalmente su multa. King comentó, con ocasión de su liberación: “Habíamos sido testigos de personas echadas de restaurantes… expulsadas de las iglesias… y mandadas a prisión… Pero por primera vez, éramos testigos de alguien echado a patadas de prisión”.

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Gonzalo Fernández

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