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Carta del Editor

De Largo Caballero a Sánchez/Iglesias

Se puede aplicar un silogismo: premisa mayor (universal), el caos y la confrontación como sistema político pueden terminar en una guerra civil; premisa menor (particular): en España, con un sistema político basado en el caos y la confrontación, se produjo una guerra civil; conclusión (resultado lógico que se deduce de las dos premisas): en España se puede producir una guerra civil si se continúa con un sistema político basado en el caos y la confrontación.

En 1977 se publicó en España el libro de Stanley Payne “La revolución española”, un estudio de las tensiones sociales y políticas que culminaron en la Guerra Civil. Tras un análisis de las tensiones sociales en la Historia de España, los orígenes del movimiento anarcosindicalista y un estudio del socialismo español desde su fundación por el tipógrafo Pablo Iglesias hasta la insurrección revolucionaria de 1934, Payne analizó la formación del Frente Popular, la revolución política, social y económica de 1936 -con especial atención a las elecciones del 16 de febrero de ese año, que después fueron descritas en el libro “1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular” de los profesores Álvarez Tardío y Villa García, libro que Payne definió como “el fin del último de los grandes mitos políticos del siglo XX”- y la derrota culminada en 1939.

Por la semejanza que hay entre dos socialistas, Largo Caballero, de entonces, y Pedro Sánchez, de ahora, me llamó especialmente la atención el siguiente párrafo del libro: “El 4 de septiembre de 1936 Largo Caballero reemplazó a Giral como jefe de un nuevo gabinete republicano del Frente Popular. En el gabinete, por insistencia de Largo Caballero, había tres comunistas. Era la primera vez que los comunistas formaron parte de un gobierno de coalición…No se intentó reunir las Cortes y la Constitución estaba prácticamente en desuso, pero la máquina de propaganda comunista aclamó al gobierno de Largo Caballero como ‘continuación del gobierno anterior’… El enmascaramiento de un sistema violento y terrorista, revolucionario, como ‘república constitucional democrática’, constituyó el gran camuflaje de la guerra civil española de la propaganda comunista de cara al mundo occidental”.

Los socialistas, en aquellos años, eran muy diversos. Payne, en otro libro posterior, “El colapso de la República”, encontró al menos los siguientes proyectos de reforma revolucionaria socialista: Izquierda Republicana Radical, Socialismo Revolucionario Democrático (Besteiro), Socialdemocracia Radical (Prieto), Socialismo Revolucionario (Largo Caballero). El Frente Popular lo formaron esos grupos socialistas junto con los separatistas Esquerra Catalana, PNV y otros muchos nacionalismos periféricos y comunistas varios (leninistas, trotskistas, estalinistas). Con todos esos, más los anarco sindicalistas, gobernó el socialista Largo Caballero, con el resultado, como escribe Payne, de que “más que concentrarse en la democratización política, la Segunda República abrió un proceso revolucionario que culminó en una guerra civil”. Un proceso en el que el mando, y la propaganda, quedó en manos de los comunistas.
¿Hay similitudes entre los socialistas Largo Caballero y Pedro Sánchez? Desde luego Rusia no es hoy la URSS de entonces, ni la España de hoy es la del 36, pero España sigue siendo España, y las políticas de Largo, antes, y de Sánchez/Iglesias, ahora, se parecen peligrosamente bastante, creo yo. Quizá se puede aplicar un silogismo, para intentar entender mejor la situación: premisa mayor (universal), el caos y la confrontación como sistema político pueden terminar en una guerra civil; premisa menor (particular): en España, con un sistema político basado en el caos y la confrontación, se produjo una guerra civil; conclusión (resultado lógico que se deduce de las dos premisas): en España se puede producir una guerra civil si se continúa con un sistema político basado en el caos y la confrontación.

Un par de apuntes finales: El partido comunista está prohibido en Alemania. Europa condenó el comunismo el 5 de octubre de 2019 y lo equiparó con el nazismo; ningún país de la UE, excepto España, tiene ministros comunistas (y un presidente filocomunista).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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