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Díaz de Otazu afirma ante el Humillado que el ser humano es responsable de su propia infelicidad

Acto de desagravio
(Autor: Guerrero)

El comandante general de Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, fue el encargado de conducir este año el acto de desagravio al Cristo Humillado en la noche del Martes Santo melillense. En su discurso, manifestó que la humanidad es responsable de su propia infelicidad al alejarse del camino, la luz, la palabra y el amor de Dios. Tras su alocución, se inició la salida procesional de Nuestro Padre Jesús Humillado, que este año, pletórico, pudo hacerlo desde el interior del templo Castrense, tras las obras de mejora realizadas en la iglesia por los desperfectos del terremoto de hace un año. El Martes Santo la comunidad cristiana continúa celebrando su semana grande. En este día, el «Martes de controversia», se recuerda como Jesús se enfrenta con los líderes religiosos de su tiempo. Primero con los sacerdotes y ancianos que cuestionan su autoridad para predicar y hacer milagros. Y luego con los fariseos, quienes le preguntan sobre el tributo y Él responde mostrando una moneda: «Dad, pues al César lo que es del César; y a Dios lo que es de Dios».

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Humillado llevó a cabo este Martes Santo su estación de penitencia con la satisfacción de poder realizar su salida procesional desde la parroquia Castrense que tras las obras de reforma realizadas como consecuencia de los daños sufridos por el terremoto de hace un año, vuelve a acogerle. Hace un año, el cierre del templo obligó a recurrir a una carpa en el interior del patio del Palacio de la Asamblea para realizar sus salidas procesionales.

Desagravio
A las puertas de la Castrense se llevó a cabo el acto de desagravio al Humillado. En esta ocasión el comandante general de Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, fue el encargado de conducirlo. El pregonero mostró su agradecimiento por la oportunidad de mostrar su «gratitud infinita a Jesús por su comparable testimonio de amor del que nos hace objetivo entregándose en sacrificio no igualado en la humanidad, para hacernos comprender el inmenso amor con el que el Padre nos distingue».

Tras recordar la narración bíblica de la pasión de Cristo y su humillación a manos de los soldados romanos, dijo venir con humildad ante la imagen de Cristo para «expresarte en nombre de todos nuestro arrepentimiento y compromiso». «Eres la expresión viva del amor de Dios y nosotros con nuestro bagaje de premuras e incomprensiones no somos capaces de entender que dejándonos amar por ti está el secreto de nuestra felicidad eterna», añadió.

El comandante general recurrió a una leyenda que recoge un cuadro de Velázquez sobre la crucifixión y que se exhibe en la capilla de la Inmaculada Concepción para reconocerle al Humillado que, efectivamente, el ser humano es responsable de su propia infelicidad porque aunque «tú eres la vida y no te buscamos porque creemos encontrarla en otras cuestiones perceptibles por el cuerpo; tú eres el maestro y no te escuchamos porque las enseñanzas del amor a los demás, nos enfrentan a nuestros egoísmos y las desoímos para no reconocer nuestras faltas de amor; tú eres la luz pero nos dejamos llevar por espejismos; tú eres la verdad pero nos dejamos llevar por mediocres; tú eres el Señor y no te obedecemos porque vemos en los Mandamientos imposiciones que se oponen a lo que es placentero para los instintos; eres Dios y no te rezamos porque preferimos pasar desapercibidos».

El comandante general, apostó por el respeto a la riqueza interconfesional de la sociedad española. Al respecto recordó que la Constitución española recoge que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal y «está bien que así sea, pero también plasma la norma que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las correspondientes relaciones de cooperación con la iglesia católica y el resto de confesiones». Pidió a Cristo que «nos ilumines para que seamos capaces de seguir integrando este principio legal en nuestras vidas con la naturalidad de siempre, alejado de desencuentros y controversias».

Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, que habló de la trascendencia de acercarse con sencillez al que necesita ayuda sin buscar nada más, concluyó recitando la oración del manual del militar católico: «Dios, haz que en nuestra patria las habilidades de nuestras autoridades, la lealtad de sus ejércitos y la honestidad de sus ciudadanos hagan robustas entre nosotros la vedad, la libertad, la justicia, la paz, la unidad y la concordia».

Tras sus palabras el hermano mayor de la Cofradía del Humillado le hizo entrega de un diploma que le acredita como pregonero del acto de desagravio, al tiempo que le regaló una reproducción en cristal del Cristo Humillado.

Acto seguido intervino Paqui Jodar, una melillense que leyó una hermosa carta al Humillado en agradecimiento por su apoyo y compañía mientras se recuperaba de una grave dolencia.

Procesión
Pasadas las nueve de la noche dio comienzo la procesión. Los penitentes, vestidos con capa, cinto y manguitos de color rojo y túnica negra, flanquearon el trono de Nuestro Padre Jesús Humillado, una elaborada y bella talla confeccionada por los imagineros malagueños José María Jiménez Guerrero y Diego Fernández Rodríguez, que procesionó por primera vez en 1999 y que forma parte de la Cofradía más joven de Melilla que en 2014 cumplió su cuarto de siglo.

El Humillado habla de un hombre-Dios vejado por la gleba romana, coronado con una lacerante trenza de espinas de la que brotan regueros de sangre que enturbian el santo rostro. La belleza de la talla, con el rostro de un Cristo doliente coronado por las potencias de su divinidad, motivó sin duda al ambiente de seriedad y respeto que primó en todo el recorrido del Martes Santo melillense. Este martes de viento de poniente y resaca de noche lluviosa no impidió a los creyentes a echarse a la calle y arropar su Semana Santa.

Respaldo melillense
Las calles sirvieron de cortejo al cadencioso vaivén del trono en su lento avance, acompañado con el ritmo de un tambor destemplado y la Banda de Música Ciudad de Melilla que para la ocasión interpretó varias marchas. Delante, la Cruz de Guía desnuda, los nazarenos y las mujeres ataviadas con mantilla y peineta como marca el protocolo para el luto real. Detrás, los Hermanos Mayores Honorarios y Melilla en las calles. La afluencia de público que está registrando las primeras salidas procesionales de este año está siendo más importante que en pasadas ediciones.

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Jesús Andújar

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