La integración de Melilla en el espacio aduanero único de la UE es, tras los pasos dados por Ceuta en los últimos meses, una realidad cada vez más cercana. Los efectos negativos de dicha integración que, a priori, supondría la apertura de un amplio abanico de oportunidades comerciales, serían prácticamente inexistentes, debido principalmente a la composición de las exportaciones/importaciones melillenses, de entre las que sólo verían significativamente afectada su competitividad aquellas que no procedieran de la UE o Marruecos. La integración aduanera de Melilla en la UE, tras los pasos dados por la vecina Ceuta, donde la Asamblea acordó por unanimidad solicitar al Gobierno Central que impulsase los trámites para dicha integración, es una realidad cada vez más posible.
Pero, ¿Cuáles serían los cambios que experimentaría Melilla, en materia comercial, una vez entrara en el régimen aduanero único de la Unión Europea?
Para empezar, cabe recordar que Melilla es una ciudad importadora, más que exportadora, dado que prácticamente carece de sector productivo y ha de traer de “fuera” todos los bienes y materiales. Con respecto a dichas importaciones, aproximadamente el 80% provienen de la UE, y todo lo que proviene de la UE no tiene “carga” arancelaria (no se produce un aumento del precio). Son esos bienes importados los que, a posteriori, son exportados, regular o irregularmente, a Marruecos.
Siendo conscientes de esta situación, no está fuera de lugar afirmar que Melilla se encuentra actualmente en una situación de desventaja, ya que, aunque todo producto de origen melillense (obtenido, fabricado o terminado en Melilla) no puede ser gravado por la UE, acabamos de decir que Melilla no es productiva, por lo que las normas aplicables a los productos de origen tienen poca relevancia, pero sí que tenemos limitaciones para el tránsito de cualquier otro tipo de mercancías con destino Europa, por lo que, en la situación actual, estamos manteniendo cerrado un mercado potencial sin motivo aparente.
La entrada en el régimen aduanero iría acompañada de tres medidas:
– Aplicación de los controles aduaneros de la UE en la entrada de mercancías, lo que no implicaría efecto alguno en el comercio atípico, dado que los controles de salida seguirían dependiendo de la aduana marroquí.
– Implantación de la figura del “Operador Económico Autorizado” (OEA), creada por la Unión Europea. Una vez realizadas una serie de comprobaciones previas, se podría dotar a las empresas de confianza con un certificado de “OEA”, que implicaría ventajas como menos y más ágiles controles de aduana para importar bienes, conexión directa de la aduana con los registros informáticos de la empresa (para ahorrar papeleo y farragosas declaraciones), realización de controles en recinto a parte o prioridad de paso, además de los beneficios económicos propios de contar con la certificación como “OEA”.
– Conversión del puerto en un “Puerto Franco Comunitario”. Que mantendría muchas de las ventajas actuales, pero accediendo al espacio único europeo.
Cabe mencionar que tras la integración aduanera, que no requeriría de una negociación especial de condiciones con la UE y sería compatible con la “inaplicación” del IVA, sí podría existir la posibilidad de que se aplicaran (probablemente de forma gradual) los impuestos especiales, como los que gravan el alcohol o el tabaco.
Consecuencias
En definitiva, una integración aduanera sólo afectaría a Melilla para bien, dado que:
a) Abriría el mercado local al cliente europeo.
b) Se aprovecharían las ventajas comerciales de la UE.
c)Sólo subirían de precio aquellos bienes que provinieran de países ajenos a la UE o Marruecos, dada su condición de socio preferencial de Europa, por lo que sólo los productos de fuera de la UE perderían competitividad. De este modo, el comercio «transfronterizo» no se vería afectado
