La valla de Melilla ha vuelto estos días a estar en el centro de la polémica, no porque se hayan dado nuevos intentos de entrada que hayan requerido de una compleja actuación de seguridad, sino porque numerosos medios de comunicación nacionales e internacionales la han incluido entre los obstáculos físicos que aún quedan en el mundo cuando se cumplen 25 años de la caída del muro de Berlín. El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, negó ayer que la valla melillense tenga algo que ver con el muro “vergonzante” que separó durante décadas las dos Alemanias. Es más, consideró que comparar ambas fronteras “es de idiotas”. “Solo a cuatro botarates o desgraciados se les puede ocurrir que esto es una valla más que hay en el mundo”, apuntó Imbroda a preguntas de los periodistas antes de dejar clara la diferencia que hay entre la alambrada melillense y el muro berlinés que desapareció el 9 de noviembre de 1989: la valla que delimita la superficie de nuestra ciudad es una frontera de un país con otro y no divide democracias y libertades ni colectivos de una misma nación como ocurría en el caso del muro de Berlín.
Imbroda destacó la alegría que supuso para todos los demócratas la caída del muro. “Fue uno de los momentos más bonitos que puedo hablar de los acontecimientos que he vivido”, resumió el presidente melillense en su valoración sobre las comparaciones a las que hemos asistido en los últimos días de aquella pared alemana con la valla de Melilla.
Para Imbroda, la verja que impermeabiliza la frontera frente a la presión de la inmigración clandestina “tiene que estar”. “Si no, no cabríamos todos y tendríamos que irnos al mar, supongo”, agregó el mandatario local para mandar también un mensaje claro a aquellos que defienden que se abran las vallas para que todo el mundo pueda pasar.
Hablar desde un mullido sofá
A su juicio, quienes hablan desde la distancia de la valla lo hacen “desde un mullido sofá en sus países ricos” para satisfacer sus conciencias, sin implicarse realmente en el problema yendo a los países de origen para trabajar por quienes se ven obligados a emigrar. Por ello, sugirió irónicamente a quienes critican la valla que se eche abajo y que todos los inmigrantes que quieren entrar a Melilla sean embarcados rumbo a los países de aquellos “idiotas” que critican la valla. “¿Cuántos pueden intentar saltar la valla? ¿150.000? Pues muy fácil: esos 150.000 se ordenan, se ponen barcos y se llevan a los países de los que proceden los idiotas que comparan la valla con el muro de Berlín”, propuso.
“No tenemos problema, el problema lo tienen ellos, que no quieren que pasen”, dejó claro Imbroda antes de lamentar que quienes critican la valla desde la distancia “no tienen ni dignidad ni coraje de irse a trabajar a esos países donde la gente lo pasa mal. Que bajen, pero no me hablen desde Roma o Barcelona sentados”, insistió.
Por todo ello, pidió que “se dejen de decir más sandeces” sobre la valla fronteriza y los países europeos arrimen el hombro para abordar la presión migratoria que hay en la valla de Melilla, de forma “similar” a lo que está haciendo Alemania con los refugiados sirios, que para atender sus peticiones de asilo ha abierto una oficina de atención en el Líbano.
