Parte de los coleccionistas de antecedentes en sus fichas policiales están en la calle campando a sus anchas porque pese a ser detenidos como sospechosos, los jueces vuelven a dejarlos en libertad después de tomarles declaración. La Justicia debería tener en cuenta que la libertad de esos individuos de dudosa bondad significa el temor de la inmensa mayoría de la ciudadanía que sí es buena y honrada Algunas de las personas que habitan en Melilla, por desgracia, tienen una extensa colección de antecedentes delictivos. Individuos que han sido detenidos una vez tras otra como presuntos autores de delitos graves, de esos que inevitablemente generan inquietud en la opinión pública. Hablamos de delitos que despiertan el temor de quienes sí cumplen con la Ley y sólo desean vivir en paz y tranquilidad, pero no pueden porque se sienten desprotegidos, conscientes de que parte de esos coleccionistas de antecedentes en sus fichas policiales están en la calle campando a sus anchas porque pese a ser detenidos como sospechosos, los jueces vuelven a dejarlos en libertad después de tomarles declaración. Son decisiones judiciales que no se entienden, aun partiendo de un máximo respeto a la presunción de inocencia. Y decimos esto porque la Justicia debería tener en cuenta que la libertad de esos individuos de dudosa bondad significa el temor de la inmensa mayoría de la ciudadanía que sí es buena y honrada. Eso no es justo ni se debería consentir, porque lleva a la duda de si la sensación de inseguridad de los ciudadanos se convierte en un riesgo real por tener gente peligrosa en la calle.
No se trata de alarmar, pero los ejemplos que vemos de manera habitual nos llevan a esa conclusión. El ejemplo más reciente lo tuvimos este mismo miércoles, cuando la Policía Nacional detuvo a un individuo de 19 años con un amplio historial delictivo. En sólo un año, el que ha transcurrido desde que cumplió su mayoría de edad, este joven melillense cuenta con antecedentes por diversos delitos: atentado contra los agentes de la autoridad, delito contra la administración de Justicia, robo con violencia e intimidación, lesiones y agresión sexual.
A esta colección de antecedentes se le suman ahora otros dos, ya que este joven ha sido detenido por su presunta participación en la agresión con arma de fuego a otro individuo el 13 de diciembre de 2016, que recibió un disparo en una pierna en la calle Tadino de Martinengo. La detención también está motivada porque se le considera como el presunto autor del intento de atropello a dos policías nacionales el 6 de febrero. MELILLA HOY ha podido saber que ayer pasó a disposición judicial y el juez de guardia decretó prisión provisional, pero estas decisiones son muy poco frecuentes, como corrobora el hecho de que este mismo individuo estuviera en la calle hasta mediados de esta semana pese a tener una ficha policial demasiado amplia para su corta edad.
Otro ejemplo de lo que estamos diciendo lo tenemos en un supuesto conocido suyo, el individuo que fue detenido el 31 de enero por esa tentativa de homicidio, al que la jueza de guardia dejó en libertad poco después. Ello, a pesar de ser considerado por la Policía como alguien «extremadamente peligroso», ya que dicho joven melillense, también de 19 años, había sido detenido en sus primeros seis meses de mayoría de edad como presunto autor de delitos contra la seguridad del tráfico, lesiones, hurto, amenazas y robo con violencia e intimidación. Además, también había sido identificado anteriormente portando armas blancas.
No se entiende que a individuos que hacen un repaso tan activo por el Código Penal, como estos dos que hemos mencionado, los pongan en la calle cada vez que son detenidos, porque además de quedar en vano el esfuerzo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, también la Justicia ofrece una imagen de poca contundencia que podría animarles a seguir en ese camino de supuesta impunidad, lo que no beneficia en absoluto a la seguridad que todos queremos en nuestra ciudad.
