Hay muchas, muchísimas, diferencias entre un presidente ocupado y preocupado por sus presididos y por realizar bien su labor, como fue el caso de Don Santiago Bernabéu (el mejor presidente del Real Madrid, con permiso de Florentino Pérez, que presidió el club desde 1.943 hasta su fallecimiento en el año 1978), y un presidente preocupado y ocupado en mantenerse, cuyos presididos/los ciudadanos españoles no le preocupan nada y al que el bienestar de sus súbditos (para él somos cada vez más unos súbditos a los que decir qué tienen que hacer y que deben darle las gracias por sus muchas subvenciones, que vienen de lo que antes les quitó), como es el caso de Pinocho Sánchez.
Varias frases célebres de Santiago Bernabéu: Primero futbolista, después entrenador y por último presidente –»no había otro y me pusieron a mí», concluía sobre cualquiera de esas etapas-. «Yo creo que en mi vida he sido siempre absoluta y completamente liberal. He respetado a todo el mundo. Una cosa grande que ha hecho Dios es ponernos un motorcito en la cabeza para que cada uno piense como quiera». «Cuando me vaya del club le cambiarán el nombre» (era lo que esperaba, y que felizmente no ocurrió, por sus tensas relaciones con el régimen franquista).
Dejó (Don Santiago) en herencia a su viuda las 300 pesetas que tenía en su cuenta y un millón a plazo fijo. Aunque parezca increíble, nunca recibió una sola peseta del Real Madrid.
¡Qué diferencia con Pinocho! Bernabéu era humilde (“no había otro y me pusieron a mí”) y el hijo de Gepeto está enamorado de sí mismo; Bernabéu era desprendido: trabajó como un burro por el Real Madrid y por sus socios y nunca cobró una sola peseta del club; pero Pinocho, que no hace más que esquilmar a los españoles, se pasea en Falcon, tiene un sueldazo, el futuro asegurado y, encima, cada vez nos hace más pobres a todos. Bernabéu nunca se inclinó ante el poder establecido y siempre puso por delante de sus ambiciones, conveniencias o necesidades a su Real Madrid, pero Pinocho, por conveniencia (se está muy calentito en Moncloa), se alía con nacionalistas, pro-etarras, partidos antisistema (Podemos), discute con Argelia (nuestro principal proveedor de gas), hace el ridículo con Marruecos, etc.
Catastrofismo o realidad
¿De qué color es el caballo blanco de Santiago? La respuesta es evidente: blanco. Algo parecido ocurre con la realidad española que nos espera este invierno que viene: es evidente que no lo vamos a pasar bien. Si hace unas semanas les hubieran preguntado a Pinocho y sus adláteres sobre la situación a corto plazo de España, es muy probable que la respuesta hubiera sido algo como: no vamos a tener problemas y si los tenemos es culpa de Putín; es decir, para ellos la respuesta a la cuestión antes planteada habría sido: el caballo de Santiago es gris.
Pero, desde hace algunas semanas los ministros de Pinocho (ellos y su jefe de madera tienen información privilegiada que les obliga a cambiar el discurso) se afanan en irnos preparando para un crudo invierno (tanto desde un punto de vista económico como desde un punto de vista meteorológico), siempre culpando a Putin, que puede incluir cosas como: subidas de impuestos, subidas de la luz, subidas del gas, subida del IPC, bajadas en las ventas y en el crecimiento (incluso podría haber recesión).
Por desgracia, y no es catastrofismo sino una mera observación imparcial y apenada de la realidad, la situación después del verano va a ser terrible (agravada sobre manera con la inutilidad de nuestros gobernantes nacionales y locales). Los ganaderos no pueden alimentar a su ganado porque la luz está por las nubes y el pienso también; los que cultivan las naranjas deben quemar los árboles porque no les interesa recolectarlas; lo mismo ocurre con el aceite y las aceitunas; las empresas de transporte tendrán que subir los precios y la falta de demanda hará que haya despidos; la gente dejará de viajar (entre los impuestos de Pinocho y la inflación, no habrá dinero para vacaciones) y el sector del turismo lo volverá a pasar mal; subirán los tipos de interés y mucha gente no podrá pagar sus hipotecas; el resto de sectores, como consecuencia del efecto arrastre, no lo pasarán mejor; en definitiva, estamos en el camino a una recesión. Ante todo esto, las soluciones de Pinocho y sus socios comunistas/nacionalistas/pro-etarras se pueden dejar en una: subir impuestos. ¡Qué Dios nos pille confesados!