Las castañas asadas forman parte de nuestra tradición. Cuando el verano ya queda olvidado y los abrigos forman parte de nuestro vestuario aparecen ellas. En Melilla, lamentablemente cada vez hay menos puestos de venta ambulante de castañas asadas, que se colocan, sobre todo, en el centro y en el barrio del Real. Además, de formar parte de nuestros inviernos, la castaña aporta numerosos beneficios para la salud. El olor y el humo que desprende se mezclan con las luces de Navidad provocando un ambiente casi de película, que te transporta a otras épocas. Habrá pocos melillenses que no tengan esa imagen con puestos de castañas asadas con sus humeantes cacerolas de barro donde asan el fruto, como una estampa urbana típica de la ciudad.
Aunque el verdadero origen de la venta ambulante de castañas es desconocido, hay conocimiento de la existencia de estos puestos desde el siglo XVIII. En Melilla, lamentablemente cada vez son menos los castañeros que se encargan de seguir con esta tradición que se inicia en octubre y se mantiene hasta finales de año. La mayoría de estos puestos se sitúan en distintos puntos del centro y en el barrio del Real.
La castaña es un alimento muy recomendable para la salud, ya que aporta carbohidratos, proteínas y grasas. Algunos estudios indican que son uno de los frutos que mayor cantidad de nutrientes aportan al campo. Las más preciadas son las que provienen de Galicia, por su tamaño y sabor, aunque a Melilla también llegan de Anda lucía, principalmente de Huelva.
