Al soñar que construyes muchos castillos, y todos son en el aire, te harían feliz si al final fuesen realidad; pero claro que debajo de ellos, deberás ir colocando los cimientos necesarios, y así los verás tal y como los soñaste. Estas “Cartas”, si me lo permiten, son los cimientos de mis castillos que una a una, con “sublimes ladrillos”, los voy construyendo para que la realidad de nuestros Héroes: sus nombres, sus hazañas y lugares donde cayeron, sean conocidos por todos ustedes, que las leen.
Esta la escribe un Sargento de Infantería, y dice así:
“Queridos melillenses: me llamo Manuel Muelas Vilches, y soy Sargento de Infantería, del Bon. Cazadores de las Navas nº 10. Nací el 16.06.1886, en Vilches, un pueblecito de la provincia de Jaén. Los moros me mataron el 27.07.1909, en Ait-Aixa, en el fatídico Barranco del Lobo. El soldado de mi batallón, Juan Núñez, de la misma edad que yo, nacido en Mombeltrán, provincia de Ávila, siempre me comenta que su cadáver lo rescataron al día siguiente, pero a mí, como me dieron por desaparecido, me recogieron casi al mes siguiente. Él fue el primero que me recibió, junto a los demás compañeros que caímos en esos barrancos. Tengo a mi lado al Cabo del Bon. de Cazadores Arapiles nº 9. Se llama: Bernabé Benigno Millanés del Monte. Tiene 22 años, y nació en Navalmoral de la Mata, en la provincia de Cáceres. A Bernabé lo mataron los moros el mismo día 27 de julio, también en los peñascos del Barranco del Lobo; y lo ascendieron a Sargento, por Real Orden, a título póstumo, el 24.01.1911. Como es tan coqueto, y presumido, desde que se enteró de su ascenso, por los compañeros que iban cayendo en la segunda década del siglo XX; a veces tengo que prestarle mis galones cuando desea pasear por estos patios llenos de generales y jefes, para así poder saludarlos, con sus galones, bien merecidos. El caso es que lleva toda la razón, el pobrecito. A mi no me importa nada, porque si tenemos que estar juntos para toda la eternidad, que más da, que los galones los lleve uno u otro; si los dos ofrecimos nuestras vidas por España. Ahora debo dejarles, no sin antes desearles lo mejor, y rogarles que cuando visiten a sus deudos, se acerquen a nuestros panteones y tumbas, y con una sonrisa recen una pequeña oración por nuestras almas, que siempre les agradecemos, con todo el amor de ser Hijos de Nuestro Suelo Patrio”.
Esa realidad de nuestros Héroes, que me refiero al principio, es como el alambique que destila, gota a gota, el olor de la gloria, que yo envuelvo con la tranquilidad de sus almas, y la harina celestial de La Purísima; jardín con la pátina escondida por la Luna, el agua, y el viento, a veces azotador de los Cortados. Pero como hay que ser justos, y por si algún lector de estas humildes “Cartas” lo ignora, deben saber que todos y cada uno de los nombres de los Héroes que cito en ellas, están entresacados de las diferentes publicaciones, que son páginas llenas de Honra y Honor Patrio.
