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El rincón de Aranda

Carta desde la Purísima XLII

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La “Carta” de hoy la escribe un joven oficial, de tan solo 19 años, y dice así: “Queridos melillenses: Soy Antonio Muñoz León, 2º Tte. del Bon. de Infantería de Llerena nº 11, y les estoy escribiendo desde el nº 9, fila 4, del Panteón de Margallo. Nací en la tierra de María Santísima, la Sevilla de mi alma, el 31.07.1890.

Los moros me hirieron, en Sidi Musa, el 27.07.1909, falleciendo al día siguiente, en el Hospital Militar de Sangre, del Cuartel de la Florentina. Así que solo me faltaban tres días para cumplir los 19 años, y frustrado mi ingreso en la Escuela Superior de Guerra; pero lo que más siento es la honda pena que mi madre, viuda, tuvo que padecer tras mi muerte. Tengo a mi lado a un soldado, que por la edad que tiene, no sé si tutearle o hablarle de usted, ya que podría ser mi bisabuelo, aunque él, como es catalán, me suele llamar: “Noy” (muchacho), cosa que no me importa, a pesar de ser yo oficial. Se llama José Masachs. Me dice que es soldado del 2º Bon. de los Voluntarios de Cataluña, y que lo mataron los moros en una de las troneras del Fuerte de San Miguel, el 17.01.1775, cuando el Emperador de Marruecos puso sitio a la Plaza. También, hace un rato, se ha presentado, desde el lugar donde está enterrado, a saludarme, el soldado de mi Bon., Hermenegildo Castero de la Cruz, y el civil, José López Sánchez, trabajador de la prensa; que al parecer siempre andan juntos dando paseos por estos patios, ya que se conocen muy bien, desde lo ocurrido a Castero el 27 de julio, día en que me hirieron.

Resulta que mi soldado, al estar persiguiendo, él solo, a varios moros cerca de uno de los barrancos, y cuando estaba a punto de caer prisionero, por ellos, el empleado del periódico, cogió un fusil que se encontraba en el suelo, y haciendo varios disparos, logró ahuyentar a los enemigos. Me preguntan, si recuerdo a los fronterizos cuando se encajaban unos sacos mojados en una lechada de cal y tierra, a los que les hacían dos pequeñas aberturas para sacar los brazos, y una mayor para la cabeza; ¡pues claro que lo recuerdo!: Eran los francotiradores, y creo que uno de ellos pudo ser el que alcanzó, traicioneramente, al glorioso General Pintos. A veces nos costaba trabajo localizarlos, presentando menos blanco a nosotros. Pero sí que recordábamos a un moro al que bautizamos, como: “Juanito el Cazador”; pero resultó que con esos sacos manchados de cal y arena, eran varios los “Juanitos”, los que nos causaron varias bajas desde las chumberas.

Hubo otro, que los de Las Navas, lo apodaron: “El Perro Paco”; pero tengo que decir que, gracias a Dios, todos esos francotiradores fueron eliminados, uno a uno. A veces, algunos de nosotros, comentábamos en los hospitales donde fallecimos: En el de la Florentina, en el del Teatro, en el Casino Militar, o en el Cuartel de Santiago, donde muchas mujeres y hombres altruistas, todos civiles, nos atendían con el cariño de unos padres. También debemos agradecer la labor que llevaron a cabo las Hermanas del Buen Consejo, y muchos periodistas locales y también, los venidos de fuera, que ayudaron a transportar heridos en camillas, dándonos el ánimo que siempre necesita un soldado herido en el campo de batalla.

Deben disculparnos si nos despedimos; ya saben que después del toque de Silencio, todos debemos descansar, para estar frescos al de Diana, y si es Floreada, tanto mejor. Reciban de todos los que estamos sentados en esta escalera, un fuerte abrazo. Desde el Panteón de Aviación, jugando con otros niños civiles, Calixto Gil, el grumete del Chambequín, “Andaluz”, nos grita diciéndonos que él también les envía besos; y muy particularmente a una señora, asidua lectora de estas cartas, que se emocionó al leer su nombre, cuando correteaba por estos silenciosos patios. Así que, con todo el cariño, y la sonrisa de Calixto, recíbanlo, junto a los nuestros”.

Como ustedes saben, en el Barrio del Tesorillo, hay una calle, con el
nombre: “Voluntarios de Cataluña”; y está rotulada en honor, y a la memoria, de aquéllos voluntarios: Soldados, españoles, catalanes, como José Masachs, que vinieron a nuestra ciudad, para defenderla, cuando estaba sitiada por el Emperador marroquí. Sirva esta “Carta”, en memoria, y honor de esos Voluntarios, y de todos los que dieron sus vidas por la Patria, y por ende, por nuestra idiosincrasia, y por nuestra cultura europea, o sea, por la Melilla española, que todos disfrutamos desde hace más de cinco siglos.

Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: “CEMENTRERIO NACIONAL DE HÉROES”.

También si desean leer el “Pedimento de la Virgen de la Victoria”, solo deben escribir: http://.pedimento.blogspot.com.es/.

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