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El rincón de Aranda

Carta desde La Purísima XCI

melillahoy.cibeles.net fotos 1794 Juan Aranda web

Nuestros Héroes, y Melilla toda, están tan ligados entre ellos, como dos cintas en un bolsillo; y quien crea lo contrario se miente así mismo. Para mí son como las luces que producen las luciérnagas en la médula de una noche oscura. La Carta” de hoy la escribe un Soldado de Infantería, y dice así: “Queridos melillenses: Me llamo Joaquín Nebot Mollón, y soy Soldado del Rgto.

Infantería África 68. Tengo 22 años y aun permanezco soltero. Nací en Cortes de Arenoso, un pueblecito de la provincia de Castellón. Los moros me mataron en agosto de 1909, cuando reforzaba un convoy cercano a Sidi Musa; bueno, yo era uno de los que pertenecía a ese grupo de apoyo. Tengo junto a mí a Blas Ríos Fuster, con un año menos que yo; un entrañable amigo y compañero, que también cayó cerca de aquélla posición, el 11 de julio del mismo año. Cuando dos días después, se instaló en el Hipódromo el Hospital de Sangre, destinaron allí a unos sacerdotes castrenses, que conforme iban llegando los compañeros caídos a este camposanto, nos hablaban de ellos como verdaderos santos, por los cuidados y la cariñosa ayuda que les prestaban en los últimos momentos de sus vidas. En primera línea de fuego podíamos ver al Capellán de nuestro Regimiento, D. Ramón Olalla, junto a su compañero, de la Disciplinaria, D. Inocente Lechuga, ayudando en todo momento a los heridos, sin menoscabo del ejercicio de su sagrado ministerio, con los que caíamos en aquéllos peñascos. En aquél recién estrenado hospital, también ejercieron, el Capellán 1º de las Comandancias de Artillería y de Ingenieros, D. Fernando Solanilla; y el Capellán 2º del Rgto. Melilla 59, D. Alejo Fernández. Tengo que decir que en estos jardines de La Purísima siempre se respira una luz, y una manera de observar las cosas, que solo nosotros notamos cómo traspasa los corazones de quienes nos visitan; a los que desde lo más profundo de nuestras almas, les estaremos siempre muy agradecidos. Un capellán que está enterrado en uno de estos patios, junto a sus compañeros, se ha acercado para charlar conmigo; fíjense yo, un simple soldado de Infantería, medio analfabeto, charlando con un sacerdote, sobre lo divino y lo humano, y además me ha echado el brazo por mi hombro, y todo.

La verdad es que siento dejarles, con un fuerte abrazo, y creo que el capellán también lo envía. Por favor, recíbanlos de los dos”.

En cada una de estas “Cartas”, siempre intento construir un pequeño monumento de palabras llenas de emoción y humildad en memoria de aquéllos soldados, que ofrecieron lo más preciado que tenían, sus vidas por la Patria; procurando enviarlas, plasmadas en una prosa de singular precisión muy sui-géneris, y afinadas con el inmenso diapasón del respeto, y el cariño, hacia ellos; para que usted, lector amigo, mientras las lee, pueda “desmenuzarlas”, con la sutileza propia de su capacidad de observación. Cada Héroe que traslado, desde su sepulcro, a estas páginas, imagínenlo envuelto en un sudario de blanco algodón, junto a las losas pulidas por el viento cercano al mar; donde la tierra está viva, y es acariciada por la mirada de la diosa Niké, nuestro “Ángel”, como por las flores plantadas en jarrones de cristal, y de latas. Un viejo amigo me dijo un día que mi melillismo es tan agudo, porque siempre voy masticando las hojas del cielo azul de la ciudad, divisando en los atardeceres, el gran fulgor histórico que sus calles emanan. Muy bien, y te agradezco esas poéticas palabras, le dije: ¿Y a los Héroes dónde los dejas?. Pues como verán ustedes: aquí están, en estas humildes páginas, para todo aquél que sienta España en lo más profundo de su corazón.

Y para terminar, desde hace siete años, aunque suene a una eterna cantinela, no me cansaré de recordar a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”. Igualmente que el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno figure en una calle de la ciudad. ¡Ah!, y que Napoleón desaparezca de una vez por todas de la “Falda de Camellos”.

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