Tuve el placer el domingo pasado de asistir, en la sala de exposiciones de la UNED, a un extraordinario concierto de jazz del trío cubano Alfredo Rodríguez, con Alfredo al piano, Michael Oliveira en la batería y Yarel Hernández en el bajo eléctrico.
Alfredo Rodríguez estuvo apadrinado por el legendario Quincy Jones, con el que sigue trabajando, y lo que consigue con el piano es realmente asombroso. Que haya venido a Melilla, en el transcurso de la XXVI jornadas sobre jazz Juan Claudio Cifuentes, es todo un éxito, que asombró a -creo- todos los que llenamos la sala de la UNED, empezando por el que presentó el magnífico concierto, Angel Castro, el presidente de la UNED de Melilla. Como me decía el lunes un socialista, político y amigo, con la cultura no se captan votos, así que muchos políticos, con la ignorancia como principal característica, la desprecian. Que haya excepciones, como esta de que venga a Melilla el trío de Alfredo Rodríguez, es un alivio cultural digno de agradecer.
A propósito de democracia defectuosa, leo lo que el semanario británico The Economist ha publicado sobre la calidad de la democracia española. Como recuerda nuestro gran economista Juan Ramón Rallo, si entre los años 2006 y 2020 nuestro país formaba parte de la categoría de “democracia plena”, en 2021 ha sido degradado a la categoría de “democracia defectuosa”. No somos el único país degradado, pero es evidente que “la calidad de nuestras instituciones políticas se está deteriorando, algo de lo que ahora empieza a ser consciente el resto del mundo”. Dos factores -según Rallo- son los que más han contribuido a nuestra degradación democrática: la corrupción generalizada y el bloqueo desde 2018 de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
La división de poderes, esencial en cualquier democracia, no se producirá si es el Ejecutivo el que elige a los miembros más importantes del Poder Legislativo. Si se lograra cambiar el actual sistema de selección se lograrían “tribunales más independientes para juzgar y sancionar esa corrupción política” que tanto socava nuestra calidad democrática.
Obviamente, The Economist no se ha parado a estudiar concretamente el caso melillense. Si lo hubiera hecho no sé en qué profunda categoría dentro del dantesco Infierno democrático nos hubiera colocado.
Desde luego como no se mejora la calidad democrática es poniendo el dinero público en manos de personajillos como el director del Centro de Investigaciones Sociológicas, Tezanos, o la absoluta falta de vergüenza profesional. El “resultado del estudio 3350, Tendencias de voto en la comunidad autónoma de Castilla y León” ha sido tan absolutamente tendencioso como fallido. La respuesta del socialista-sanchista Tezanos ha sido, como era de esperar de semejante individuo, que él no es adivino. Desde luego adivino no es, pero un pelota miserable al servicio de su jefe político utilizando dinero público para intentar favorecerle, eso sí que es.
El resultado de las elecciones en Castilla y León ha sido el que todas las encuestas, excepto la de Tezanos, preveía. El PP ha ganado las elecciones y el PSOE- que antes las había ganado, aunque no pudo gobernar- ahora las ha perdido. Pero el Partido Popular -y esto es muy importante tenerlo en cuenta en Melilla- no ha conseguido allí su principal y declarado objetivo, que era tener cerca de 41 diputados, la mayoría absoluta, para poder gobernar en solitario en aquella Comunidad, o sea, lo mismo que le ocurrió al PP de Melilla, con Juan José Imbroda a la cabeza, en las elecciones locales melillenses de 2009 (ganó, pero no pudo gobernar).
Muchos opinan, y yo creo que aciertan, que la idea del dúo dirigente del PP nacional, Pablo Casado-Teodoro García Egea, era -como titulaba El Mundo en su primera pagina de ayer- “ganar las elecciones generales antes de tiempo”. Casado quería demostrar que lo importante para ganar unas elecciones y poder gobernar, como ocurrió en Madrid con Isabel Díaz Ayuso, son las siglas del partido, no Isabel. Pero lo que se ha demostrado en Castilla y León es todo lo contrario: con las siglas del partido presidido por Casado, no es suficiente para gobernar en solitario y pactar con Vox -que ya ha anunciado que no se van a abstener para posibilitar el gobierno al PP- aparece como la única oportunidad de gobernar.
La similitud con el caso de Melilla es enorme. Aquí, si el PP no cambia, Vox, incluso sin hacer nada, va a crecer mucho y cuanto más crezca CpM -también si no cambia- más va a crecer Vox, a costa del PP. Sí, es posible -no seguro- que el PP “de Imbroda” gane las elecciones de mayo de 2023, pero es muy probable -casi seguro- que, de nuevo, no podrá gobernar. La referencia de Castilla y León es muy interesante para Melilla.