Calor y color

En base a los cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, el verano de 2015 comenzará el domingo 21 de junio a la 18 horas 38 minutos hora oficial peninsular y a las 17 horas 38 minutos en Canarias Una estación que trascurre a lo largo de 93 días y 15 horas, y termina el 23 de septiembre abriendo las puertas al período otoñal. Inmersos como estamos en esta neblina por la que atraviesa la convulsa situación política postelectoral que a todos, en mayor o menor medida nos afecta, se agradecen los rayos de sol que elevan el ánimo ya que la llegada del calor, viene unida al color.

Y color y alegría fue, sin duda, lo que planeó en la jornada dominical en ese espacio natural y ecológico de los pinares de Rostrogordo con la celebración de la tradicional Romería del Rocío. Y es que Melilla en base a su insularidad y distanciamiento geográfico con la “piel de toro” se hermana a través de un virtual cordón umbilical con una gran parte de tradiciones peninsulares.

La estampa de carretas y peregrinos en forma de caravana que se forma tras el Rosario de la Aurora en torno a la Virgen del Rocío es el anticipo religioso festivo a una jornada que tiene su cúlmen en la explosión de música, alegría, gastronomía y color en el fuerte de Rostrogordo.

Y es que con el calor llega el color. Y es que según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, el verano de 2015 comenzará el domingo 21 de junio a la 18 horas 38 minutos hora oficial peninsular y a las 17 horas 38 minutos en Canarias. Una estación que trascurre a lo largo de 93 días y 15 horas, y termina el 23 de septiembre abriendo las puertas al período otoñal.

Y es que con el calor llega el color. Un color que en la madrugada del día de San Juan se tiñe de rojo vivo alrededor de las hogueras y de una ciudad volcada en la dársena costera para cumplir el antiguo ritual de mojarse los pies en la orilla del mar. Y es que tras el preludio del Rocío, la noche de San Juan es la primera gran fiesta del verano que adquiere especial relevancia en las localidades costeras. Es éste el punto de partida de un continuo ir y venir de fiestas que tienen lugar a lo largo del estío. La noche del 23 al 24 de junio, el litoral se embellece, las hogueras dibujan la costa y el olor del humo transforma el ambiente que se encuentra embriagado de un especial sentimiento de compañerismo. La de San Juan es una noche de cambios donde el agua purifica y el fuego sirve para quemar todo lo antiguo y poder comenzar con la nueva etapa. Existen muchas tradiciones y actos que se pueden hacer durante esta noche mágica y especial. Dicen que si saltas tres veces sobre una hoguera, te limpias y purificas y tus problemas desaparecen. También es común mojarse los pies en el agua a media noche, con el fin de hacer desaparecer los malos espíritus.

Y es que con la llegada del calor llega el color. Un color que ya en el mes de julio se tiñe de azul mar, como no podía ser de otra forma, en un ciudad situada al borde del “mare nostrum”, con la fiesta de la vela que en Melilla de la mano de la Semana Naútica traspasa el ámbito deportivo con una importante participación ciudadana en los eventos lúdicos y festivos que rodean el evento.

Y es que con la llegada del calor llega el color. Un color que se tiñe ya en el epílogo del verano de una variedad cromática multicolor con la Feria de septiembre. donde de nuevo explosiona el ambiente, el flamenquito, el fino y una alegría no exenta de una cierta nostalgia ante la proximidad de una nueva gama de colores, la otoñal, pero no sin antes pasar por esos ocres históricos que reflejan las vetustas murallas del Pueblo al conmemorar con el Día de Melilla, los 518 años de españolidad tras la llegada en 1497 de Pedro de Estopiñán comandado por la Casa Ducal de Medina Sidonia. En definitiva. un período, el que ofrece el estío, de calor y color que disipa y entona a la ciudadanía a través de sus populares fiestas.

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