Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Buzián, el primer musulmán marroquí laureado (VII)

… El capitán Jiménez, jefe de la posición del Dráa, envió al teniente García, acompañado del sargento Poveda y del cabo Raúl, para que se informaran de cuanto había ocurrido.
Al llegar a la posición y ser informado de todo, el teniente García dijo al sargento Poveda:
Regrese usted al Dráa e informe al capitán de todo; dígale que yo me haré cargo de la posición y que regresaré como siempre al anochecer; pero que ahora es necesario retirar el cadáver del teniente Rodríguez Galvez para lo que deberán enviar a toda prisa las artolas.
A primera hora de la tarde, llegaba la triste carga al Dráa. Se dispuso que al día siguiente sería trasladado el cadáver a Melilla para ser enterrado en el Panteón de Héroes. Sus compañeros quisieron velarle aquella noche, allí en pleno monte, de cara a las estrellas, para despedirlo con un último amanecer.
Aycart, el médico de 2ª de la Policía Indígena, hizo un detallado informe de las heridas recibidas por el teniente Rodríguez Gálvez. De él se desprende que la primera herida que recibió, de carácter grave, no fue mortal de necesidad y que a pesar de su gravedad el teniente terminó de cumplir la misión que se le había encomendado, dejando grandes rastros de sangue desde el sitio donde fue herido hasta el lugar donde las otras tres heridas, todas ellas mortales de necesidad, acabaron con su vida.
Como un homenaje a su valor, como un abrazo al camarada, sus compañeros, los comandantes Osteret y Redondo, los capitanes Villalva y Jiménez y los tenientes Trigueros, Gándara, Molina y García, quisieron acampañarlo hasta el mismo cementerio para decirle allí su último adiós.

Miguel Rodríguez Gálvez
La ciudad de los Cármenes, la de los arcos y fuentes moriscas, la Granada que arrancó lágrimas a un rey antes de abandonarla, vio nacer el día 1 de octubre de 1872 al hijo primogénito del matrimonio formado por don Tomás Rodríguez y doña Sofía Gálvez Chica, al que bautizaron con el nombre de Miguel.
Al corresponderle el servicio militar, la Caja Recluta de Granada le declaró soldado útil para Caballería, y el 1 de marzo de 1892 se incorporá en Sevilla al regimiento Alfonso XII, ante cuya bandera juró fidelidad a la Patria el 10 de abril.
Por su buen compoetamiento, por su conducta y disciplina ascendió a cabo por elección y pidió ser destinado al escuadrón de Cazadores de Melilla, en el que prestó durante tres años los servicios de su clase.
El mes de marzo de 1895 pasó a la situación de reserva activa y un año más tarde solicitó de nuevo ser admitido como soldado en el escuadrón de Cazadores de Melilla, su antigua unidad, en la que por segunda vez ascendió seguidamente a cabo.
Ascendió a sargento por elección el 1 de octubre de 1898, y cuatro años más tarde, el 21 de abril de 1902, contrajo matrimonio con doña carmen Rodríguez Rodríguez.
Con el escuadrón de Cazadores de Melilla asistió a la ocupación de la Restinga en 1908 y formó parte del destacamento de Cabo de Agua hasta agosto, que salió con la columna de Del Real para las operaciones de Taxdir, Zoco el Had, Gurugú y Ait-Aixa, distinguiéndose notablemente en los combates que precedieron a la conquista de este útimo aduar.
Fue ascendido a 2º teniente por méritos de guerra el 2 de septiembre de 1909 y destinado al regimiento de Cazadores María Cristina, con el que presta diversos servicios de campaña. En julio de 1911 se incorpora al regimiento Cazadores de Taxdir nº 29 de Caballería, y presta servicos en Nador, Zaio y Ras Medua; el 29 de agosto toma parte en la operación de castigo y ocupación de Ishafen por la columna Larrea, con motivo de la agresión a la Brigada Topográfica. Durante el resto del año combate en Tauriet, Talusit y en el reconocimiento de la izquierda del río Kert con la columna Orozco.
El 30 de abril de 1912 se incorpora en Granada al regimiento de Cazadores de la Victoria nº 28 de Caballería, y un año más tarde embarca con su escuadrón en el vapor “Millán Carrasco” para Ceuta. De nuevo en Marruecos, es destinado al regimiento de Cazadores de Alcántara nº 14 de Caballería, con el que presta diversos servicios de campaña, distinguiéndose el 27 de abril en la conquista de Ifrit-Aixa. Más tarde, u durante 1914, toma parte en la ocupación de Kuriat-Luta, Ifrit-Bucherit, Tauriet y Tistutin, en los que se le citó como distinguido.Ya en 1915 asistió a la conquista de Azib Bu Harrara, Beni Aiat y Tikermín.
Por sus condiciones personales y sus actuaciones durante los años de campaña fue seleccionado para formar parte del cuadro de oficiales de la Policía Indígena, incorporándose a la 7ª Mía, destacada en el Zaio el día 30 de mayo de 1915, con la que asiste a la ocupación de Hassi Berkán. En 1916 participa en la conquista de Ziata y Zoco del Haray, y es propuesto para un ascenso por méritos de guerra.
Consiguió la máxima condecoración y el ptremio de la inmortalidad que la Patria otorga a los escogidos, el 17 de abril de 1917, al hallar gloriosa muerte al mando del destacamento del Dráa nº 2.

Concesión de la Laureada
El día 17 de abril de 1917 salió de la posición del Dráa nº 2 del Chueket el teniente de Caballería don Miguel Rodríguez Gálvez, al frente de una rebaá de 25 áskaris, para practicar una descubierta en dirección a la avanzadilla de Chueket, en donde diariamente se dejaba montando un servicio que se retiraba al anochecer; poco antes de llegar a dicha avanzadilla advirtió la presencia del enemigo, que se encontraba parapetado en la posición a ocupar, recibiendo de él una descarga, de la que el referido oficial cayó a tierra herido, no obstante lo cual continuó dando pruebas de sereno valor, animando a las fuerzas a sus órdenes a seguir el avance hasta lograr que el enemigo desalojase la mencionada posición de Chueket. El teniente Rodríguez montó el servcio de costumbre a pesar del nutrido fuego del enemigo, que le causó nuevas heridas, de las que falleció a pocos pasos de la cresta de la posición de que se trata.
El Rey ha tenido a bien conceder al teniente don Miguel Rodríguez Gálvez la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando.
Madrid, 13 de marzo de 1919. (D.O. núm. 59) MUÑOZ-COBOS

Conducta a seguir con el marroquí. Por el comandante Luis Pareja
A cañonazos puede dominarse un pueblo, destruirse una soberanía o sofocar una sublevación; sólo por la superior cultura y tolerante respeto a sus creencias, costumbres y leyes podrá conquistarse y atraerse.
En Marruecos, como toda empresa de dominación sobre un pueblo de inferior cultura, los tres agentes a emplear son: el médico, el dinero y el comerciante; el primero conquista el agradecimiento, los hace venir a nosotros, conocernos, y pone las primeras bases; el segundo agente comprará voluntades y a su son acudirán los más reacios, y el tercero nos resarcirá de lo gastado.
En Marruecos, el Alto Mando debe tener en cuenta que lo más costoso para la nación en dinero y vidas es la guerra.
Deben agotarse todos los medios antes de provocarla, una vez empezada; la energía y un esfuerzo tenaz es el mejor modo de acabarla, pues hay otra cosa más cara que la guerra en dinero y vidas, y es la inacción.
No debe repartirse entre los indígenas nunca ningún beneficio como no sea en cambio de un servicio.
El conocer la condición del personaje con quien habla es de gran interés para el oficial de la acción política; el indígena rico o de prestigio tratarlo con cortesía, sin exageradas mustras de alegría o deseos de alternar en su trato, sin mostrarse sorprendido por sus zalemas o protesta de amistad; ofrecerle la taza de te de cumplimiento con indiferente y cortés atención.
Al moro pobre no darle nunca beligerancia, ytayarlo bien sin despego, hacerle estar comedido y respetuoso, que él comprenda y aprecie por estas exigencias la valía del oficial; la cortesía en el marroquí es innata; posee el arte de obsequiar, incluso a sus superiores (cuando no quiere pedir algo) con caballeresca indiferencia; no hay temor que falten al respeto, incluso en estos momentos de broma mutua de su conversación, pues tienen gran ingenio para juzgar a sus superiores; siempre están en su terreno.
El no admitir sus obsequios es una descortesía grande; ahora se deben siempre y a continuación pagar, ya con la misma forma si son ricos o con un favor que nos obligue o con dinero si son pobres.
El estudio y aplicación del Corán el útil algunas veces.
El indígena marroquí conservas de sus ascendientes árabes una mezcolanza extraña de buenas cualidades entre sus rapaces instintos, falsías de carácter y vicios; es altivo, agradecido; cuando él se cree apreciado con arreglo a su alta estima admira la bravura, aprecia la honradez y es justo o sabe, mejor dicho, apreciar la justicia con que se procede con ellos; es personal en sus afectos y tiene la semejanza con nuestro carácter de ser algo quijotes en sus arranques y gustarle en extremo los golpes de efecto.
El castigo corporal en el marroquí no es denigrante; el palo es el artícuñlo más aplicado de su Código; la cárcel no les asusta; me refiero a nuestras cárceles, relativamente higiénicas, pues el indígena es perezoso por naturaleza, y con taparse bajo la yilaba en un rincón, fumar el kif y tomar las tazas de té que puede proporcionarse, ya le es indiferente todo.
El indígena es su mejor abogado; él solo se defiende y sabe ajustar sus cuentas, sobre todo las de dinero, con minuciosa exactitud.
Son muchas veces probo; yo he visto con frecuencia soldados que se le había pagado de más devolver el dinero por su sola voluntad e impulso.
Raro es el árabe que miente bajo juramento en la mezquita.
El indígena se encariña con rapidez por su oficial, por el amigo, por un perro o por un caballo; es constante en sus afectos, leal y desinteresado; ofrecerá su vida con tranquila indiferencia.
El áraba, y por tanto el marroquí, es la raza que más respeta las ajenas creencias; en Ceuta se ha dado el caso, histórico, de asistir toda la compañía, por general acuerdo de sus individuos, que mandó el capitán Fernández Ortega, muerto por el enemigo, a una misa que por el descanso de su alma se celebró en esta ciudad; estuvieron con gran recogimiento, descubiertos, arrodillándose cuando los demás lo hacían y con igual respeto que si fuera su rito. Este detalle juzga una raza.
No amenazar ni prometer nunca en vano, con ánimo de no hacerlo o cumplirlo, pues su exacto cumplimiento es el mejor prestigio de que podemos rodearnos para el indígena.
No dejarse influir nunca por los antecedentes del marroquí y sólo por su modo de ser y cariño que nos tenga. Yo, cuando me consideraba más seguro era si llevaba junto a mí a uno de mis soldados que había tomado parte en la matanza de los oficiales franceses de Fez.
En Marruecos se consigue muchas veces más de los indígenas por la amistad y relaciones que algún oficial tenga con ellos que con dinero o el castigo.
Castigar severamente cuando dejen de cumplir lo que pacten y premiar con largueza cuando respondan al pacto.
La acción política debe ser aunada bajo una dirección y prohibir terminantemente a los oficiales o jefes de destacamentos el realizar por su cuenta ninguna gestión con el enemigo ni pagar confidencias, y las que se reciban por tener amistad particular en su trato diario con ellos, Trasmitirla al alto mando; no debe desatenderse nunca noticia del campo; siempre hay en ellas algún fonde de verdad o pueden ponernos en guardia sobre algo que intenten.
Lo primero que hay que pedir cuando se trate con el enemigo es la ocupación del terreno en litigio, pues sin conseguir esto no hay que dar crédito a nada de lo que ofrezcan. Denegar armisticios o proposiciones de paz sin estas condiciones.
En Marruecvos, como en todas partes del globo, todas las teorías y reglas que se sujeten al sentido común son aplicables y darán óptimos resultados.
Luis Pareja: en “Recuerdos y observaciones de un Capitán de compañía”, 1916

De cara a una nueva etapa
La verdadera y mayor precaución del Alto Comisario durante los últimos años de la guerra europea fueron las agitaciones, pues las agresiones, aunque a veces sangrientas y en l a que hubo casos de verdadero heroismo por parte de los soldados de España, sólo tuvieron un carácter esporádico.
En la última carta-informe escrita por el general Gómez Jordana, cuya fecha coincide con el final de la guerra europea y con el periodo de su mandato, muestra su honda preocupación por las actividades llevadas a cabo por el Raisuni, hombre terco y difícil del que decía al Ministro de Estado:”En la primera entrevista que celebré con el Raisuni me bastó para comprender las enormes dificultades que habrían de ofrecer las subsiguientes negociaciones con él. Es el Cherif hombre difícil de carácter violento y muy desconfiado. Para tratar con él y no dar por terminada la conferencia a los cinco minutos de empezar, es preciso armarse de paciencia.
Como ve usted, en aquella entrevista que celebré con él penetré en el fondo de su alma, adquiriendo la convicción íntima de aquel hombre había de proporcionarnos muchísimos disgustos, haciendo dificilísimas nuestras gestiones futuras. Fue aquel día cuando comenzó mi cautiverio, pues a no proceder, como procedía, a impulso del más extremo patriotismo en que he inspirado siempre mis actos, le hubiera vuelto la espalda dejándole con la palabra en la boca; pero esa actitud, la más gallarda en aquel momento, hubiera llevado consigo el fracaso de todas las gestiones que a la sazón se llevaban a cabo.
Por eso me dominé como lo hice, he seguido y sigo haciéndolo, sacrificando el bien de España mi amor propio y mi prestigio; hice un esfuerzo sobrehumano para aparecer como fiel y entrañable amigo de este hombre, quien desde aquel día detesto tal vez como nadie, cosa lógica si se tiene en cuenta que he sido quien más de cerca y durante más tiempo he tenido que luchar con él y aguantar sus impertinencias”:..

(Continuará)

Loading

José Antonio Cano

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€