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Buena y mala vida

MELILLA HOY 27 05 2024

La Semana. MH, 27/05/2024

Por: J.B.

 

¿Qué es vivir bien? Parece una pregunta de fácil respuesta, pero podemos encontrarnos con una gran variedad y complejidad en las respuestas que darían los españoles a esta aparentemente simple pregunta.

“No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va” (Séneca). Por tanto, tiene sentido intentar describir qué es “vivir bien” si algún día pretendemos llegar (o al menos acercarnos) a ello.

 

No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va” (Séneca)

Hay varias teorías, tanto en el mundo clásico como en el moderno, para tratar de describir “La buena vida”:

El hedonismo: La vida buena es la vida feliz. Fue defendida por Epicuro en la Grecia clásica, pero también en el siglo XVIII por Jeremy Bentham. Debe aclararse que el hedonismo defiende la felicidad a largo plazo, no como un simple encadenamiento de sensaciones placenteras.

En contra de esta teoría están los que piensan/pensamos que la felicidad no es la única cosa en la vida. Un ejemplo de felicidad no buena: en la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, una utopía/distopía en la que el gobierno crea una sociedad en la que hace a todo el mundo feliz mediante una medicación, vemos como el personaje principal está dispuesto a intercambiar su felicidad por libertad o éxito artístico.

PERMA (Martin Seligman). Seligman se opone al Hedonismo, defendiendo que existen otras variables a tener en cuenta en la ecuación para definir la buena vida. El usa el acrónimo PERMA para describir su teoría:

P: Emociones positivas. E: Compromiso, participación. R: Relaciones positivas. M: Significado. A: Logro

Cabe preguntarse por qué esas áreas y no otras.

El bienestar basado en preferencias subjetivas.

De acuerdo con esto, la buena vida para cada uno consistiría en vivir de acuerdo con sus valores individuales. Si pensamos de nuevo en el barco de Séneca, podríamos decir que no todos los barcos tienen por qué querer llegar al mismo puerto.

El cultivo de la virtud y la sabiduría.

Llegamos a esta cuarta teoría de la mano de Sócrates, Aristóteles y Marco Aurelio ¿De qué nos serviría lo anterior si no tenemos la sabiduría para saber diferenciar lo bueno de lo malo? Ellos nos hablan de la sabiduría práctica, el coraje, el autocontrol y la justicia.

Nuestro actual gobierno nacional Pinochista (basado en la mentira) o Sanchista (basado en la adulación y el sometimiento rastrero al jefe) no nos ayuda para tener una buena vida, más bien lo contrario

Probablemente cada español tenga una idea que incluya parte de las teorías antes citadas y otras cosas propias, pero mi teoría es que vivir bien es tener libertad para poder hacer lo que quieres, tener cubiertas unas necesidades mínimas (que varían en cada caso), no necesitar demasiado (cuanto más crees que necesitas, más sufres si no lo consigues) y vivir en un lugar en el que los poderes del Estado no te maltraten.

Nuestro actual gobierno nacional Pinochista (basado en la mentira) o Sanchista (basado en la adulación y el sometimiento rastrero al jefe) no nos ayuda para tener una buena vida, más bien lo contrario.

Atenta nuestro gobierno proindependentista contra algo esencial para vivir bien: ser libre. Y, por si lo anterior fuese poco (que no lo es), atenta también contra nuestros bolsillos, contra nuestro hábitat (lo quieren convertir en un lugar de confrontación: o conmigo o contra mí) y contra nuestra inteligencia (nos trata como a idiotas a los que puede engañar impunemente y a los que debe tutelar).

Buena vida de los inspectores de Hacienda

 Frente a la mala vida que nos da nuestro gobierno, está la buena vida (como suele ocurrir en los países comunistas, modelo actual de Sánchez) que pueden llevar los amigos, familiares, colocados y algunos brazos armados que Pinocho necesita para mantener el chiringuito (hay que exprimir a muchos para favorecer a un número suficiente -y necesario- para poder mantenerse en el poder, aunque no se consiga la mayoría de votos).

Uno de los brazos armados antes mencionados son los inspectores de Hacienda (AEAT). Viene al caso una noticia que no sorprende, pero indigna: «hay cinco inspectores de Hacienda que cobran más de 160.000 euros al año». Esta cifra supera el sueldo de la ministra de Hacienda.

Según los datos del Portal de Transparencia, una de las partes que más engorda estos desorbitados sueldos públicos es el complemento específico, el plus con el que el Estado premia tareas concretas del trabajo de los funcionarios. En el caso de estos cinco empleados públicos, esta cuantía extra roza los 70.000 euros.

¿Y quiénes son estos cinco afortunados? Se trata de tres delegados especiales de las áreas de jefatura de Madrid, Cataluña y Andalucía (con Ceuta y Melilla), el delegado especial de la Oficina de Grandes Contribuyentes y un inspector de la delegación especial de Andalucía.

Quienes han sufrido una inspección de Hacienda, deben estar de uñas al comprobar cómo se premia a “algunos” (con opacos pluses) por conseguir más facturación, sin importar si se hunde a una empresa o familia y sin tener que demostrar nada (si quieres ganar contra la AEAT debes tener músculo financiero o bajarte los pantalones ante lo que diga, porque primero pagas y luego recurres), incumpliendo una y otra vez el principio de inocencia.

Quienes han sufrido una inspección de Hacienda, deben estar de uñas al comprobar cómo se premia a “algunos” (con opacos pluses) por conseguir más facturación, sin importar si se hunde a una empresa o familia y sin tener que demostrar nada

El “principio de veracidad”, del que goza el brazo armado recaudador (AEAT), debe reformarse de inmediato. Si defraudas, debes pagar, pero debe ser la AEAT quien demuestre que has defraudado. No parece lógico (salvo que estuviéramos en la época de la Inquisición) que sea el contribuyente (como ocurre ahora) el que tenga que demostrar que es inocente.

Hasta el CSIF (Central Sindical Independiente y de Funcionarios) denuncia que “No estamos en contra de que se cobren complementos específicos o de los pluses de productividad, de lo que estamos en contra es de que se repartan de manera discrecional, con total opacidad y de las enormes diferencias con el resto de empleados públicos».

Teniendo en cuenta que la recaudación del Estado está en niveles récord, Hacienda estaría rentabilizando sobremanera estos salarios extra a costa del contribuyente. Pues eso, a seguir exprimiendo la vaca (nosotros) hasta que se quede sin leche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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