Caminar es sano, si lo haces en bicicleta también, todo ejercicio moderado en personas ya de cierta edad avanzada es recomendado incluso por el médico, hagámosle caso. Yo como jubilado pensionista, en mis ratos libres y muy especialmente después del desayuno así lo hago habitualmente y acompañado de una dieta alimenticia moderada. Salvando las lógicas distancias en el tiempo, la fuerza y energía, esto me traslada en el pensamiento a mis años jóvenes de mi Melilla natal, cuando obligados mayormente por las circunstancias nos hacíamos grandes recorridos para trasladarnos de un barrio a otro, para ir a la playa, a los “cortaos”, etc. eran los tiempos en los que el que disponía de cualquier vehículo era un “privilegiado”, fuese coche, moto (mobilett o vespino entonces) o incluso bicicleta, hoy, a pesar de la “crisis” si hay cinco miembros en una familia todos mayores de edad, ¿cómo no? cinco coches, cinco seguros y todos los gastos corrientes que su mantenimiento y circulación conllevan.
En aquellos años 50 y 60 que viví en Melilla recuerdo que nos juntábamos varios amigos del mismo barrio, o incluso de distintos, nos juntábamos mayormente cuando nuestras vacaciones escolares nos lo permitían o los fines de semana y muchas noches quedábamos para visitar las diferentes barriadas melillenses, eran tiempos con 15, 16, 17 años del llamado “roneo”, normalmente ya conocías a todas las chicas de tu entorno y el reto era conocer a otras féminas de otras lindes, entablar conversación, iniciar una amistad y ¿por qué no decirlo?, si se podía, también “ligar”, todo era muy distinto a los tiempos actuales, “aquello” era muy estudiado, elaborado y trabajado con la simple finalidad de llegar a coger a una chica de la mano, echarle la mano por el hombro y de vez en cuando robarle un bien ganado beso. ¡Ay! Qué diferencia “con lo actual”.
Para ir por etapas y sin necesidad de utilizar el servicio público de la COA, desde mi barrio, el Monte María Cristina, yo vivía en la llamada “falda del Monte”, es decir prácticamente encima de lo que era el Mercado Central o popularmente conocida como La Plaza, no se ahora, pero, antes se subía por unas escaleras muy empinadas hasta llegar arriba donde existía una fuente muy reconfortante y unos grandes eucaliptos en la zona de barranco. Como decía, a nuestro barrio no llegaba el servio de la COA, esta era barata, bueno, en consonancia con el IPC de aquellos años, incluso, no se si existía eso del IPC, por lo menos no se nombraba que yo supiera, en la COA de aquellos tiempos trabajaban dos personas, el chófer o conductor y por la parte trasera que era por donde se entraba antes siempre había un cobrador, los tickets de aquellos tiempos me recordaban los de las antiguas quinielas que se cortaban y se pegaban al impreso, cortándose con una plancha de hierro con un lateral sierra o dentado minúsculo.
Cada barriada tenía sus propias peculiaridades, sus bares de tapas, cines (entonces habían cines en algunos barrios), comercios, etc. Cuando iba a Cabrerizas, según la zona, pues existía la que llamábamos Cabrerizas alta que era la zona más próxima a Rostrogordo y la baja donde en aquellas fechas estaba el cuartel de infantería y creo que de regulares 5, un poco más abajo se encontraba en una gran explanada el colegio de “Los Hermanos” como lo llamábamos o de La Salle, también decíamos el colegio de “los curas”.
Normalmente, si íbamos al cine de Cabrerizas lo hacíamos bajando desde el Monte por la C/A antigua, ahora Río Ebro, seguíamos por Mariscal Sherlock donde vivía la familia Aguilar (de Caramelos Aguilar en C/ Margallo) y recuerdo también a un practicante muy famoso y conocido por todos los vecinos, el Señor Lázaro, yo creo que “conocía casi todos los culos del barrio”, a pesar de que ponía las inyecciones con gran maestría, a mi me daba pánico, este buen hombre acudía a domicilio también con todo su instrumental (aquella cajetilla rectangular de metal, donde quemaba las jeringuillas y agujas en alcohol para su desinfección) luego a la derecha hacia el Rastro nos encontrábamos unas calles donde vivían muchas familias hebreas o judías, bajaban verticales desde el Monte hacia lo que era el cine Goya que supongo ya no existirá, más abajo a la derecha también, para “amenizar” el recorrido nos comprábamos un buen cartucho de pipas (antes te lo servían en cartuchos de papel) de casa Saura, Salvador creo que era el nombre del propietario, menudas pipas, de verdad, con aquel excelente sabor ya no las he vuelto a probar, era también panadería y elaboraban unos de los mejores panes artesanos de la Ciudad.
Luego llegábamos al Rastro, ese famoso Rastro melillense donde habitualmente se encontraba de todo lo que quisieras comprar, normalmente la fruta, hortaliza y en ocasiones también pescado se podía adquirir algo más barato que en La Plaza, allí acompañaba muchas veces a mi madre para hacer de porteador de la compra, siempre, recuerdo llevaba un canasto, era el típico utensilio de carga de la compra en aquellos años. Para llegar a Cabrerizas había que subir una buena cuesta donde en su lado izquierdo existían dos tiendas de ultramarinos regentadas ambas por musulmanes y tenían mucho éxito de ventas, mi madre solía comprar allí, aceite, leche condensada de “las cuatro vacas”, chocolate “la negrita” y entre otras cosas garbanzos, alubias y lentejas a granel, recuerdo que en mis primeros años de vida, años 50, se esparcían las lentejas en el “hule” de la mesa y tocaba “expurgarlas”, algunas tenían “carne añadida” (ya sabéis a qué me refiero), eran tiempos difíciles de las post guerra.
Subiendo esa cuesta ya casi arriba a la derecha existían entonces unas llamadas “guarreras”, aquello por lo que yo conocí era una serie de espacios cuadriculados reducidos y con media puerta que se alquilaba mensualmente a diferentes familias que criaban cerdos, como era el caso de mis vecinos frente a mi casa en la C/ F, ahora Río Segura, ellos eran Rosario y Miguel, ambos oriundos de Huércal Overa (Almería), en muchas ocasiones les ayudaba con cubos llenos de “comida desperdicio” que muy fatigosamente llevábamos desde nuestra calle hasta ese lugar, menudo paseo y bien cargados, eso sí, alguna “propinilla” me caía por la ayuda (supongo que todo eso habrá desaparecido ya). Curiosamente, los otros días, incluso, observé unas fotos en Melilla Hoy de la Cuesta de San Francisco y aquellas casas habitadas mayormente por familias gitanas, en aquellos tiempos eran mayormente chabolas y las calles de tierra, las fotos que ví eran de casas bajitas más bien humildes como eran las de mi barrio entonces, pero, muy diferentes a las de los años 50 y 60.
Cuando se llegaba arriba de la cuesta ya estábamos en Cabrerizas central más o menos, cuya calle principal daba al final al cine Alhambra, un cine que era propiedad también del mismo dueño del Nacional y donde normalmente, a la semana siguiente de los estrenos en el cine Nacional, esas películas las trasladaban al Alhambra. Recuerdo a mi madre, mi tía y muchas más vecinas que acudían sobre todo para ver las famosas películas de la gran Sara Montiel con sus no menos famosos “cuplés”, aquello era la apoteosis o el no va más, ¡guapa y hermosa Sarita! Nos tenía “encandilados” a los varones en aquellas fechas, aunque yo era muy joven, también me gustaba, fue una de las actrices más propensas a mostrar sus buenos atributos femeninos a través de sus grandes “escotes”.
Recuerdo también que nada más subir la cuesta, existía un local que creo era como una peña o asociación llamada COLÓN, con un bar de buen tapeo en su interior, incluso tenían equipos de fútbol en diferentes competiciones locales, alguna vez me he enfrentado a ellos y no puedo olvidar la gran clase que tenía un gran jugador suyo que llegó a jugar, si no recuerdo mal en el Melilla, me refiero a Julián o mejor dicho “Julepe”, tenía una zurda maravillosa, driblaba, escondía el balón, lo mandaba a distancia con gran precisión y también un buen disparo muy certero, a mi me encantaba verlo jugar y disfrutaba de su clase maravillosa, muchos de mi edad se acordarán de él.
En esa barriada vivió también otro buen amigo mío, cuando regresó a Melilla desde Sardanyola y Ripollés al conseguir el traslado a Correos de Melilla, me refiero a Paco López García, actualmente vive por el Hipódromo creo y trabaja en otro ministerio en el puerto, algo de Capitanía Marítima o similar. Desde estas líneas un fuerte abrazo para él y familia, sobre todo para sus padres a los cuales conocí y que ahora son muy mayores, ahora son bisabuelos y mis amigos Paco y Rosi abuelos y disfrutando mucho de Álvaro su primer nieto melillense. Gran familia a la que le tengo mucho cariño, les deseo mucha salud a todos, también conocí a su hermana Encarni.
Bueno lo dejo aquí, ya hablaremos de otros barrios en otras ocasiones si Melilla Hoy me lo sigue permitiendo, muchas cosas de las que hablo posiblemente o seguramente ya no existirán yo lo hago con mucho cariño y añoranza de mi tierra, pero, tenéis que comprender que desde mi vivencia melillense a la peninsular, ha existido un tremendo paréntesis de casi 44 años y ahora, por circunstancias de la vida hace 23 años que no piso mi querida tierra melillense, por lo tanto, no he ido conociendo a través de los años sus continuas transformaciones urbanísticas. Salud amigos/as y paisanos/as melillenses seguid disfrutando de todo lo bueno y bonito de esa parte española del Norte de África.
PIE DE FOTO:
Tarjeta postal de la fuente pública hay que en Cabrerizas Alta, que data del año 1979