Mis reflexiones

Azafatos

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La verdad es que uno no se entera muy bien. Entonces hemos quedado, si alguien violenta tus fronteras, no se puede hacer uso de material antidisturbios, o sí, como alguno ha dicho, pero en proporción al número de asaltantes que se tenga enfrente. Es decir, algo así, como si el guardia civil que está vigilando (porque esa es otra pregunta, ¿se tiene que estar vigilando o no?, porque uno se lía ya, no vaya a ser que se moleste alguna que otra organización o plataforma de reciente creación por los derechos de los no o sí vigilados. ¿Ven?, también uno se lía). Bueno, como intentaba decir, que si un guardia civil en su vigilancia atisba la presencia de una masa humana, primero se pone a contar, no vaya a ser que se exceda. Pongamos unos trescientos subsaharianos, dispuestos a saltar esa maldita valla, con una actitud, pues qué quieren que les diga, que si hace falta enfrentarse a puñetazos o a palos con los guardias civiles, como está ocurriendo, pues adelante. Lo que usted y yo haríamos si tuviéramos hambre.

Pero sigamos. Esos subsaharianos que vienen con esas intenciones, y una vez descubiertos por nuestros guardias civiles, que velan para que también usted y yo durmamos tranquilos en nuestras confortables camas, deben ponerse, según algún que otro avispado dirigente de la oposición, a ser proporcionado en la disolución de esa violencia. No faltaría más. Pero si es demasiada molestia para los asaltadores, según estos mismos dirigentes o plataformas varias, pongamos, pero no como ha dicho el Presidente Imbroda en un alarde de machismo insoportable que además frivoliza sobre una situación desgraciada (a ver, si a mí, me cogen la ironía aunque tengo mis dudas razonables), no Sr. Imbroda, que sean azafatos. De esta forma, salvaremos innumerables descontentos que han provocado su machismo y fina ironía. Eso sí, prepárese para la creación de la nueva plataforma "Contra la fina ironía", se la ha cargado.

Creo sinceramente que si fueran azafatos, sería mejor aceptado. No habría levantado tanta polvareda. Por ejemplo, que vienen esos trescientos, pues un azafato para cada diez. Por supuesto, nada de control. Comité de bienvenida, y vayan pasando hasta que no quepamos más. Sería una decisión "inteligente". Es como si entraran violentamente en su casa, ¿pongamos cinco?, y usted y yo dentro de la casa diciéndoles: "vamos a ver chicos, eso no se hace, ¿sabéis?, ¿por qué habéis roto mi puerta?", y así sosegadamente irían transcurriendo los minutos, sin más alboroto que un simple allanamiento sin conocer qué intenciones finales. Todo así, muy de power flower.

Pero no, la situación es otra. Lo que es vomitivo, es que haya dirigentes políticos de la oposición que utilicen la desgracia de un montón de gente que vienen buscando una vida mejor, para erosionar una gestión que anteriormente ejercían ellos en las mismas condiciones que ahora. Hipocresía en estado puro.
¿A quién le gusta ver esa desgracia en forma de pateras, de ahogados, de saltos de valla, de un camino desde sus países que solo ellos sabrán lo que habrán sufrido hasta llegar aquí?, ¿qué alma humana puede estar ajeno a ese drama?
Desde el cómodo norte, esa Bruselas repleta de burócratas que pontifican desde sus sillones de piel lo que ocurre a miles de kilómetros con una frialdad que asusta, o esos políticos de salón que desde sus cómodos despachos y cercanos a micrófonos agradecidos, critican cómo ha podido ocurrir semejante tragedia. O lo que es peor, dirigentes locales que sabiendo perfectamente lo que hay, y saben lo difícil que es gestionar ese desafío global con raíz local actúen con esa irresponsabilidad. No les importa la desgracia humana, la utilizan, y si les importa, desde luego lo disimulan muy bien. A otros les puede el odio personal, o la insensibilidad, da igual lo que sea, viven en su permanente resentimiento.

Melilla o Ceuta, no tienen esa capacidad, esto es un problema de Europa que no quiere ver. Para ellos queda lejos. Ayudar a esas criaturas siempre, pero, ¿cómo? Siempre se escucha eso de invertir en sus países para que no tengan necesidad de venir, ¿es suficiente? Y quien quiera venir, que lo hiciera de una manera ordenada y legal, ¿sería posible? De momento, parece que no.

Pero mientras, a esos burócratas del norte, a esos políticos de salón, o a esos odiadores locales, vengan aquí, a la valla. Patrullen con nuestros guardias civiles. No vengan solo a hacerse una foto en un día iluminado, y a ponerse a llorar al lado de un árbol, como dijo Elena Valenciano, cuando no hay árboles. No, no vengan a transmitir más desgracia de la que tenemos, para luego, cogerse un avión y seguir acomodados en sus lugares estupendos, eso sí azotando a distancia. No, acompañen a nuestros guardias civiles en sus servicios, y esperen a que venga otro asalto masivo, y como no tendrán cojones de ayudarles, pónganse a un lado y observen qué se puede hacer ante una avalancha de esas dimensiones. Seguro que se acordarán de los azafatos.

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Javier Imbroda Ortiz

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