Es de suponer, que allá por el año 1954 aproximadamente, en uno de los habituales golpes de levante, que con cierta asiduidad sufre nuestra ciudad y en analogía con la simbología al caso de la ballena de Jonás, que nos relata la biblia, fue arrojado, al rozar las costas, a estas tierras de Dios y María Santísima, trayendo consigo el ruido de su estricto proceder, …
…que aliada a su exuberante juventud, produjo cierta agitación entre los pacientes congéneres y entre el siempre inquieto y bullicioso alumnado, donde la ratio, tan traída y llevada en estos tiempos, llegaba, en aquellos otros, a algo más de ciento veinte en las primeras clases del bachillerato, no quedando nadie ajeno en el mundillo de la enseñanza. Siendo el nuestro, un pueblo dado a las humoradas, en sus posibles vertientes, de todo lo que se pone por delante, no faltó quién lo relacionó con el “Flautista de Hamelin”, y se decía, que siempre iba erguido, paso pausado, arrogante, con su chaqueta de pana, como ropaje llamativo y su cartera bajo el brazo, algo bruñida como la caña de la flauta, por el uso.
He de decir, con cierto énfasis, que aún, me resuena en los oídos, el golpeo intermitente, pero continuo y con la intensidad al caso, del lapicero sobre el tablero de la mesa del profesor, en la toma de los tiempos de los verbos a los alumnos, se podría decir que era casi semejante a la cadencia del fuego de la artillería en el teatro, al simular el sitio de Zaragoza. Recuerdos que nos trae a la memoria, como no podría ser de otra forma, el paso de las nubes; como, con un pequeño grupo de alumnos, llevaba narraciones teatrales a la emisora local (EAJ 21 Radio Melilla), con lo cual siempre de una forma u otra ha estado ligado al teatro, en la manera que en ese momento mejor pudiera prodigarse, por el bien de todos los que así lo han considerado y sentido.
Dando el consiguiente salto cuantitativo, nos encontramos en un triste día, donde por imperativos de la vida nos vemos desposeído, de los abundantes y acumulados conocimientos que nos puede ser aportado por tan ilustre literato (sobrenombre con el que se le ha conocido por doquier, amén de ser representativo y reunir en esa sola palabra todas las actividades que ha venido desarrollando a lo largo de su dilatada existencia, que a saber han sido muchas, tales como: escritor, autor, redactor, novelista, publicista, dramaturgo, comediante, ensayista, poeta, prosista y otras muchas que forman parte del compendio de la misma y que por obviedad no se siguen detallando). D. José María Antón Andrés, conformando el gran bagaje adquirido a lo largo de su cotidiana actividad, vivida con tanta profusión como la que, el que más, por lo que por mediación de estas líneas no quisiera de dejar de tener un gesto de respeto y sentimientos hacia su persona, pues el también lo forma de la mía, desde el recuerdo de mi adolescencia. Con un fuerte abrazo.
