Este lunes traemos la segunda parte del estudio elaborado por el Real Instituto Elcano sobre el terrorismo yihadista realizado con motivo del 20 aniversario de los atentados del 11-M y en el que confirma que nuestra ciudad se mantiene como la cuarta región española con el mayor número de detenidos por radicalización yihadista, con 11,2%, solo por detrás de Cataluña 36,6%, Madrid (15,7%) y Ceuta (14,2%). En esta ocasión, el citado informa destaca que el perfil de los yihadistas detenidos o muertos en acción en España ha evolucionado en los 20 años transcurridos desde los atentados del 11-M en Madrid y, aunque siguen siendo mayoritariamente hombres de entre 18 y 35 años, las mujeres representan ahora casi el 12% y el 10% son conversos y no musulmanes de nacimiento. Además, la mitad son marroquíes pero el yihadismo autóctono o español va en aumento debido a la creciente presencia de segundas generaciones.
Así se desprende del estudio elaborado por el Real Instituto Elcano en el que se han analizado los datos de los 195 yihadistas condenados en el periodo entre 2012 y 2023 en España y los diez que murieron en acción –los ocho de la célula de Ripoll que cometieron los atentados de Barcelona y Cambrils así como los autores de los ataques en Cornellá (Barcelona) y Torre Pacheco (Murcia), y consultado por Europa Press.
En general, se trata de hombres de entre 18 y 35 años en el momento de ser detenidos o fallecer, tanto casados (cinco de cada diez) como solteros (cuatro de cada diez) y a menudo con trayectorias previas como delincuentes, un perfil muy similar al que se observa en otros países europeos. El predominio de hombres «obedece muy especialmente a un modo muy fundamentalista y violento de entender la ley islámica».
Sin embargo, si entre 2001 y 2011 no había ningún caso de mujeres, estas constituyen a día de hoy ya el 11,7% de los casos de detenidos o muertos. Este cambio se explica «en gran medida a una campaña específica para su movilización desarrollada sobre todo por Estado Islámico mientras mantuvo su califato sobre territorios de Siria e Irak», explica el estudio.
En concreto, de los 205 casos analizados, 24 son mujeres, de las cuales todas menos una se radicalizaron durante el ciclo de movilización vinculado a la guerra en Siria y la emergencia de Estado Islámico como organización de referencia, entre 2012 y 2015 esencialmente. La mujer restante se implicó en solitario a partir de 2020. Ninguna de ellas ha ejercido funciones de tipo operativo ni ha sido entrenada en el uso de armas o explosivos, como sí ocurre en el 69,6% de los casos masculinos.
En este sentido, su labor ha sido con fines proselitistas y de enaltecimiento de su organización (62,5%) o para la captación y radicalización de mujeres (50%), mientras que un 12,5% han realizado funciones logísticas y un 10,7% de financiación. Además, ocho de cada diez tenían voluntad de desplazarse al ‘califato’, el 66,7% de ellas para contribuir activamente como esposas y madres, responsables de la transmisión vertical de los valores yihadistas a la siguiente generación.