El base Pedro Rivero ha arrancado la temporada en un gran estado de forma, como lo demostró el pasado viernes. No en vano, el segoviano anotó 18 puntos, capturó cuatro rebotes, repartió cuatro asistencias y recuperó dos balones. En total, contabilizó 23 tantos de valoración. Alejandro Alcoba cree que la clave del encuentro del pasado viernes estuvo en los fallos propios, sobre todo en la falta de intensidad. “Fue un partido en el que la ilusión, el hambre, las ganas y el querer del Peixelago pudieron con la experiencia y con la calidad del Melilla Baloncesto. Nosotros no supimos llevar el ritmo, nos desesperamos, no tuvimos orden y lo pagamos”, recalcó.
No todo fue mal, y el entrenador de decano analizaba el choque cuarto a cuarto. “Empezamos bien, con las cosas claras, buscando las ventajas en el poste bajo con Arteaga y estábamos cómodos, pero a poco que ellos apretaron nos hicieron daño. Al final del segundo acto nos hicieron muchos puntos de la mano de Miso, aunque, fundamentalmente, se mostraron más vivos en el balón dividido. Nosotros estuvimos flojos y permitimos muchas canastas fáciles por perder balones”. Ya en el tercer periodo, el técnico melillense explicó que querían “cambiar”, porque “íbamos 11 puntos abajo y queríamos dar un paso en defensa, pero ellos entraron más fuertes y nos descentraron. Además, no encontramos a Arteaga y nos machacaron. Encima, tuvieron un gran acierto exterior que nosotros no conseguimos”.
Acababa Alcoba manifestando que “el último cuarto fue un querer y no poder. El equipo sacó casta y orgullo, pero los errores en ataque y en el rebote le dieron al Peixegalego la opción de mantener la distancia. Al final, hicimos un último intento, pero no ya no quedaba tiempo”.
