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El libro de la 8ª Semana de Cine de Melilla, editado por Miguel Ángel Oeste, reúne diez cuentos de conocidos escritores y cineastas

Alberto Rodríguez y Santi Amadeo, pilares centrales de “Astronautas en la isla mínima”

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Fueron Santi Amadeo, Ángel Castro, Pablo Aranda, Juan Antonio Garriga y Rafael Cobo, coordinados con la excelente moderación del periodista cineasta Luis Alegre, quienes desvelaron detalles y anécdotas de sus respectivos cuentos integrados en el libro "Astronautas en la isla mínima". Un volumen presentado ayer en la sala de ensayos del Kursaal, que edita desde hace ahora una década el escritor y crítico cinematográfico Miguel Ángel Oeste, que además debido a su continuada colaboración con la Semana de Cine melillense, se ha consolidado como uno de los pilares en los que se sustenta el comité organizador dirigido por Moisés Salama. En definitiva, un encuentro interesante y un nexo de unión entre literatura y cine, el de ayer, en el Kursaal. La idea inicial del escritor guionista y crítico Miguel Angel Oeste de editar cada año un libro sobre cine surgió por el interés en hacer algo diferente a los volúmenes habituales sobre el séptimo arte que suelen ser de tintes más biográficos o académicos. Por tanto, se impuso crear algo más transversal y mixto, es decir, tratando de coger, como en este último caso, una película de un director y reinventarla con los patrones dramáticos de la misma cinta, para elaborar un contendido distinto y, a la vez, bonito.

Aquella iniciativa que hace una década tuvo Oeste se ha materializado en una más que interesante saga literaria conformada por los títulos "Rostros de ficción", "Fundaciones mutantes", "Banderas mutantes", "Cuentos de película", Cuentos en blanco y negro", "La vida alrededor" y "La vida después" y "La vida ahora" y ahora “Astronautas en la isla mínima”, que se centra en los cineastas sevillanos Alberto Rodríguez, para Oeste, y para muchos, el gran director de cine español, y Santi Amodeo, un cineasta muy singular.

Dos directores andaluces que se unieron en el colectivo Cinexín junto a otros como Alex Catalán, Manuela Ocón, Daniel Zayas, Julián Villagrán, Manolo Solo, Paco Baños… hicieron posible el sueño de hacer cine, estimulando una industria demasiado rígida y centralizada. Esta es una de las razones de que en la octava Semana de Cine de Melilla el libro de cuentos esté inspirado en la filmografía de estos dos directores, que desde el inicio captaron que un elemento fundamental de la ficción es la falsedad y la seducción, mediante una ambición estilística y una libertad infrecuente en un panorama cinematográfico que emulaba viejas estructuras. Porque ellos son conscientes de que la ficción es contar mentiras para llegar a los sentimientos más hondos de la vida.

Astronautas en la isla mínima
En Astronautas en la isla mínima distintos escritores fabulan sobre las películas de Santi Amodeo y Alberto Rodríguez y también los propios directores y Rafael Cobos, el guionista habitual de este último. Así, al margen del denominador común de partida, lo que encontramos en esta compilación de cuentos es la disparidad de propuestas. Un mosaico de autores con sus rarezas y sus simpatías. Con sus estilos y sus diversas voces. Las imágenes de estos cineastas se transforman para ser nuestras mediante una nueva evocación. Diez narraciones con mentalidad audiovisual y corazón literario perpetrados por Santi Amodeo, Pablo Aranda, Juan Bonilla, Víctor del Árbol, Ángel Castro Maestro, Rafael Cobos, José Antonio Garriga Vela, Sara Mesa, Alberto Rodríguez y Daniel Ruiz García.

En el libro cada autor ha partido de sus de sus propias obsesiones y recuerdos para tomar prestadas las imágenes de otros y fabular sobre el papel. Relatos de inadaptados, de perdedores, de personas que venden su pasado para comprar un poco de futuro, de incomunicación, de estigmas indelebles que intentan borrarse, de desasosiegos existenciales, de niños perdidos, de derrota y falsas victorias, de construcciones mentales que se apoderan de la realidad, de sensaciones artificiales… temas que son tratados por los autores para arrastrar al lector hacia sus propios mundos a partir de la ficción. Cine y literatura, hermanos siameses e islas mínimas y astronautas en poder de este grupo de autores que imaginan para mentir, para salvarse, para observar los comportamientos más hondos de unas vidas siempre bajo el influjo y la inspiración del estimulante cine de dos cineastas intransferibles: Santi Amodeo y Alberto Rodríguez.

Coautores
Ángel Castro Maestro usa en su relato Un niño de nadie la voz de Richi (Jesús Carroza), el amigo de Tano (Juan José Ballesta) en Siete vírgenes de Alberto Rodríguez. El niño con la ausencia en la mirada, "como las personas mayores cuando desprecian algo", un niño de nadie sin apegos y sin recuerdos, un niño que pretende ser hombre, cuando es un chaval. Un cuento con el ansia de muerte y derrota de la propia película. Una historia marginal, de perdedores, que ejemplifica lo que es la vida la mayoría de las veces: pérdida, derrota, y el falso aire de la victoria.

Pablo Aranda, en El regalo de Iván, se inspira en la comedia de Santi Amodeo ¿Quién mató a Bambi? Para ser exactos no se inspira en la película, sino que toma como excusa el rodaje de esta película para elaborar la peripecia de un padre separado que idea cualquier cosa para lograr la felicidad de su hijo. Y de esa forma creará una verdad con muchas mentiras, o con muchas ficciones, porque las ficciones se construyen con mentiras que pueden llegar a aproximarse a la verdad. Una historia de frustraciones que conecta la realidad y la proyección de realidad que imaginan los humanos y juegan en la conciencia del narrador.

A Juan Bonilla le inspira El factor Pilgrim el cuento Me parece que aquel día empezaste a ser mayor. La historia de un muchacho al que le parece poético vender su pasado en los mercadillos de Candem Town para comprar un poco de futuro, cuando el hallazgo de una moneda de cincuenta pesetas en el interior de una caja le traerá de regreso a su profesora de Griego, Ana, y el viaje de fin de curso, y la ruina de Rumasa y su primer trabajo de repartidor. Un relato de aquello que se va desvaneciendo mientras el tiempo transcurre inmisericorde.

En Apéndices, la indagación de Víctor del Árbol en Grupo 7, aquel policiaco de Alberto Rodríguez que retrataba la Sevilla de los años previos a la celebración de la Exposición Universal de 1992, cuando uno de los objetivos era limpiar las calles de drogas y escoria, como digo, en este cuento, del Árbol pone el foco en los personajes secundarios de la película, en el Hurón y en La Caoba. Se sirve de estos personajes para forjar una historia en la que se aspira al olvido y a eliminar los estigmas del pasado, cuando tal vez jamás puedan borrarse por completo. Los estigmas siempre están ahí. Dispuestos a salir de un modo otro. "Pero dígame, señor agente, ¿matar te convierte en asesino?"
El guionista habitual de Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, escribe historias de los personajes que plasma en sus guiones. Aquí nos regala algunos 'afiches' de una historia que no ha terminado de contarse. Fragmentos de After. De este modo en el cuento Hoy ya es mañana, Cobos sigue escarbando en ese mundo de pulsiones autodestructivas, de esos amigos treintañeros o cuarentones, exponentes de la Generación X que aspiran a recuperar noches de sexo, alcohol y drogas y una sensación tan artificial y acaso perniciosa como aquello que fue, aquella energía de la juventud, ya no volverá a recuperarse.

En Consuelo, José Antonio Garriga Vela explora los límites de Cabeza de perro de Santi Amodeo. Aquel protagonista con perdida de memoria, como le sucedió al propio escritor. Un juego de proyecciones y sombras en el que la ficción y la realidad se vuelven porosas. "Durante un breve período de tiempo el cerebro desconecta de la vida cotidiana y se va de vacaciones, unos segundos en los que no recibe ni trasmite órdenes, como si no existiera". La fragilidad de la vida igual que si fuese el peso de un globo.

Por su parte, Sara Mesa se sumerge en Arroz Amargo en el ambiente de Isla Mayor, "en los resquicios de la libertad, la oscuridad acechante, las miradas lascivas de los chicos…". Un cuento narrado en dos tiempos cronológicos que mira siempre al pasado para abrirlo y abrir a la narradora del relato cuando entra al cine a ver La isla mínima de Alberto Rodríguez. Desde ese momento el influjo que ejerce la ficción en la deformación de los recuerdos opera como si nos encerrara en una habitación para revelar unos viejos negativos. El verano, los rumores, los prejuicios, el ambiente opresivo del lugar, la figura de un supuesto Monstruo… confronta la memoria y la imaginación de la escritora.

Al igual que Rafael Cobos, Alberto Rodríguez recupera un cuento perdido que escribió para el personaje de Tristán Ulloa en After. Así, en El rival más parejo retrata ese vacío existencial del personaje que se hace verbo en la última frase del cuento. Retrato generacional de gente bien que no es otra cosa que la sensación de un desasosiego que se ríe con la melancolía impostada de un payaso de McDonald's.

Por último, en Let all the children boogie, el relato de Daniel Ruiz García, inspirado en la primera película de Santi Amodeo, Astronautas, habla de refugios improvisados cuando la familia y lo cercano están desestructurados, de inconformismo, de personajes que se sienten extraños con lo que les rodea, sensibles a cualquier amparo. Un cuento con música de David Bowie que espera al hombre de las estrellas y que tiene rostro de una niña.

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Angel Melendez

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