El control de la jornada laboral será más duro a pesar de que esta se reduzca. Si no lo remedian los socios de Sánchez, con Junts a la cabeza, la reforma impulsada por Yolanda Díaz entrará pronto en vigor.
El café de media mañana en el trabajo podría estar en peligro. Todo se debe a la nueva normativa de control horario que se está preparando en España para la jornada laboral, en la que las pausas podrían dejar de computarse como tiempo efectivo de trabajo. Esto significa que, si un empleado sale cinco minutos a por un café o a hacer una llamada personal, esos minutos podrían ser descontados de su tiempo de trabajo, viéndose obligado a compensarlos al final del día.
Este cambio se enmarca dentro de la reforma que pretende reducir la jornada laboral a 37 horas y media sin que los trabajadores sufran una merma en su salario. Sin embargo, la medida no ha entrado en vigor todavía (parece que Junts no la apoyará y, en ese caso, no saldrá adelante, aunque Díaz pide/suplica el apoyo del PP), ya que requiere de un proceso legislativo antes de ser aplicada. La normativa, en cualquier caso, ha generado debate, ya que introduce un control horario digitalizado mucho más estricto, obligando a los trabajadores a fichar no sólo al inicio y al final de su jornada, sino también cada vez que interrumpan su trabajo. De este modo, cualquier pausa que se tome, como la del famoso café a media mañana o incluso cuando salimos a comer, puede afectar a ese cómputo global de horas trabajadas.
Peligra el café durante la jornada laboral
Una de las medidas estrella de esta reforma es la implantación de un sistema de control horario digital que garantice un registro detallado de las horas trabajadas. Según lo anunciado por el Gobierno, este nuevo sistema busca permitir a la Inspección de Trabajo y a la Seguridad Social supervisar en tiempo real la actividad laboral de los empleados, asegurando que se cumple con la nueva jornada reducida.
Los trabajadores deberán fichar de forma personal al inicio y al final de la jornada, pero también tendrán que registrar cualquier interrupción que realicen durante el día. Esto significa que, si un empleado decide hacer una pausa para tomar un café o salir a fumar, la empresa podría exigirle que fiche, dejando constancia de ese tiempo fuera de su puesto de trabajo.
Este sistema, según el Ministerio de Trabajo, tiene el objetivo de mejorar la transparencia y evitar abusos por parte de las empresas. Sin embargo, también plantea dudas sobre la flexibilidad de los trabajadores y la carga administrativa que supondrá para las empresas implementar este control tan exhaustivo.
Uno de los puntos clave de esta reforma es la regulación de las horas extraordinarias. Con el nuevo sistema de registro horario, las empresas estarán obligadas a contabilizar día a día las horas extra que realiza cada trabajador, entregándoles un resumen mensual junto con su recibo de salario. Desde el sector empresarial se critica duramente este punto por lo complicado del control (que supondrá más trabajo) y los posibles abusos de los trabajadores.
Este control también se aplicará a los trabajadores a tiempo parcial, quienes recibirán un informe mensual detallado con el total de horas ordinarias y complementarias realizadas.
Multas de hasta 10.000 euros por cada trabajador
El incumplimiento de estas nuevas normativas no será tomado a la ligera. Las empresas que no cumplan con las obligaciones en materia de registro de jornada podrán enfrentarse a sanciones que van desde los 1.000 hasta los 10.000 euros por cada trabajador afectado. Esto supone un endurecimiento de las multas, ya que anteriormente la penalización se aplicaba a nivel empresarial, mientras que ahora se calculará de forma individual para cada empleado.
Una reforma controvertida
El Gobierno defiende esta reforma como un avance en los derechos laborales. Los sindicatos (siempre cerca del Gobierno, que los subvenciona con cada vez más dinero de todos los españoles) celebran la posible reducción de la jornada laboral y el mayor control sobre las horas extraordinarias, ya que consideran que esto ayudará a evitar abusos y a mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
La patronal no está tan contenta con la iniciativa, argumentando que la implantación del nuevo sistema de control horario digitalizado supone una carga adicional para las empresas, que tendrán que invertir en tecnología y gestión para cumplir con las nuevas exigencias. Además, se teme que la rigidez del sistema pueda afectar a la flexibilidad de los empleados, dificultando la conciliación laboral y personal.