Por J.B.
Los occidentales estamos muy cómodos en nuestras casas, con nuestras comodidades y con nuestras, últimamente muy amenazadas por nuestros políticos nacionales, libertades (por mucho que se empeñen en coartar/cercenar nuestras libertades Pinocho Sánchez y sus colegas podemitas, de momento conservamos buena parte de ellas). Vemos como algo muy lejano, que nos preocupa y hasta nos angustia, la invasión rusa de Ucrania y las consecuencias de horror y drama de esta.
Hacemos, la gran mayoría de nosotros, (por miedo, comodidad o interés, o por las tres cosas a la vez) como aquellas personas que ven una agresión a una mujer y no se meten para “evitar problemas”. Somos unos cobardes o unos interesados, yo incluido, porque dejamos a su suerte a los ucranianos por miedo a perder lo mucho que tenemos. No queremos quedarnos sin gas (Alemania), sin trigo, sin petróleo, sin mercados donde vender nuestros productos, sin nuestras comodidades, etc.
Sun Tzu, autor del libro “El arte de la guerra”, fue un general, estratega militar y filósofo perteneciente a la antigua China. Decidió elaborar la que sería su obra más famosa con la finalidad de proporcionar la suficiente sabiduría a los futuros generales para que estos fueran capaces de gestionar de la mejor forma posible la guerra y así obtener la victoria derrotando al enemigo de la manera más sencilla posible, basándose en tácticas psicológicas que derivan en una técnica del engaño al adversario
Varias frases del libro de Sun Tzu vienen al caso: “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no temas el resultado de cien batallas; si te conoces a ti mismo, pero no conoces al enemigo, por cada batalla ganada perderás otra; si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla”. “Si no puedes ser fuerte, y sin embargo no puedes ser débil, eso resultará en tu derrota”. “Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa”.
Europa (con la ayuda de EEUU, de la OTAN o de las Naciones Unidas, o sin ella) debe empezar a pensar en combatir en Ucrania y asumir las consecuencias en vidas y economía. Debemos ser fuertes o Putin nos aplastará, tarde o temprano, a todos. No hay otra alternativa: luchar con todo (dejando fuera las armas nucleares) contra Putin (no digo Rusia, porque creo que son una víctima más). Y si usa las armas nucleares… habrá que usarlas… Mejor morir que vivir de rodillas.
Un consejo, del mismo libro de Sun Tzu, para Putin y para los gestores de un eventual triunfo de Europa sobre Rusia: “No presiones a un enemigo desesperado. Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza”.
Inversión sin plan
El concepto de inversión lleva implícito la obtención de un beneficio o ventaja como retorno por la cantidad invertida. Si la inversión es pública se debe ser más cuidadoso si cabe a la hora de decidir qué se invierte, dónde y para qué. Es decir, debe haber un plan que reporte un claro beneficio futuro y no una inversión sin retorno. No parece que la inversión de Gloria Rojas para promocionar Melilla (con un vídeo en los autobuses de Madrid) vaya a tener mucho retorno, no parece que tuviera un plan bien estudiado (o si lo había, era equivocado). Cualquiera que conozca Madrid le podría haber dicho que estaba tirando el dinero, porque la gran mayoría de los usuarios (todo el mundo lo sabe) son jóvenes y personas mayores que, lógicamente, no pueden ser el público objetivo de una campaña para atraer turistas a Melilla. En Melilla necesitamos que vengan personas con un buen poder adquisitivo, congresos, cruceros y, en general, turismo de calidad; Un público al que no se ha llegado con la campaña citada. No se trata de hacer por hacer o gastar por gastar, deben hacerse cosas productivas. A lo mejor es mucho pedir…
El gran mentiroso y la Ley de Memoria “Histérica”.
Por mucho que se diga que “cada uno tiene lo que se merece”, los españoles no nos merecemos a un presidente como Pinocho Sánchez. Decir que es una vergüenza para nuestro país sería quedarse muy corto con alguien que vendería (políticamente) sin pestañear a su mejor amigo o se aliaría con su peor enemigo (“con Podemos en el Gobierno no podría dormir”). Su última gracia, aparte de seguir tomándonos por tontos al afirmar que las imparables subidas del petróleo y la luz que llevamos sufriendo hace más de un año son consecuencia de la guerra de Ucrania, es cambiar la posición de España respecto al Sáhara (con nocturnidad y alevosía y sin contar con el Congreso o con la opinión pública, más bien con el objetivo de seguir amarrado a su sillón).
Las consecuencias para Melilla y Ceuta de las acciones (apoyo a Marruecos en el tema del Sáhara) de Pinocho Sánchez, que se querrá apuntar el tanto de la previsible apertura de la frontera (cualquier cosa que él crea buena y ande por ahí volando, se la apropiará), no se vislumbran positivas a medio o largo plazo. Marruecos, que no es el gran amigo que Sánchez nos quiere vender sino más bien un molesto dolor de cabeza, se cobrará los favores.
Ley de Memoria “Histérica”
El pasado 16 de marzo se presentó en Madrid la Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica, con el objetivo de frenar/parar la (mal) llamada Ley de memoria democrática (que ni es verdadera memoria ni es democrática en ningún caso) que impone una visión, basada en el odio y la revancha, absolutista única y excluyente de la historia. Es, dicen los promotores (yo estoy de acuerdo), una gravísima amenaza para la convivencia en nuestra sociedad, que desune, divide y amenaza la convivencia.
La historia se debe respetar y preservar, sea buena o mala, y lo inteligente es mirar siempre hacia adelante aprendiendo de los errores pasados. Cambiar calles, quitar monumentos, perseguir a personas o familiares, etc., es un sinsentido que puede no tener fin y que demuestra una clara intención de desviar la mirada de lo importante: solucionar los problemas actuales (algo que no tienen intención de hacer nuestros actuales gobernantes).
