En UHNoticias Local de Mallorca, leo que “Cuatro vocales de la selectividad renuncian, al autorizarse los exámenes en castellano”. Dos de estos profesores que salen en la foto: Joan Crespí y Jaume Sastre, que por cierto, están como cabreados, y muy feos. Los otros son: Pere Palou Mas y Jaume Sabater Garau. El cuarteto de docentes expresaron así su protesta por la instrucción que autoriza la distribución de los ejercicios en castellano, si así lo requieren los estudiantes, responsabilizando al rector de esta decisión porque, en su opinión, “…No sólo no fomenta ni normaliza el uso del catalán en su ámbito, sino que en esta ocasión ha creado un problema que no existía antes”. Un comentarista dice que estos “dan la cara mas radical del sistema educativo y a la vez mandan una indirecta, y se pregunta cuántos son los que quedan como vocales que piensan igual y que no nos garantiza que los exámenes en castellano sean corregidos con las mismas garantías que en catalán ( o mallorquín)?”.
Al terminar de leer la noticia, rápidamente me vino a la memoria un artículo que éste periódico me publicó hace algunos años que titulé: “Una carta con acuse de recibo”; y creo que en vez de cabrearnos por las decisiones de estos cuatro “mascabrevas”, pésimos escueleros (maestros de escuela), que quizás no sepan corregir en castellano los exámenes de los chavales mallorquines, deseo que lean y sonrían, lo que el escritor malagueño Diego Ceano, en sus “Historias y Chascarrillos Malagueños”, una de ellas titulada: “Una carta con acuse de recibo”. Mi deseo, entonces, era que la lectura de este escrito arrancase una sonrisa para que Monserrat Negrera, del PP, cuando se burlaba del acento andaluz, tildando de chula a la otrora ministra Magdalena Álvarez, supiese que como se habla en esta tierra, jamás se va a corregir. Mi deseo, aunque sea jocoso es que, a ser posible, sirva de ejemplo, en este caso a los cuatro “mascabrevas” mallorquines.
La historia comenzaba en 1986, con una carta que la Sociedad Isleña de Navegación S.A, con sede en Algeciras, envió al Área de la Juventud y Deportes, del Ayuntamiento de Barcelona, solicitándole una información sobre un tema relacionado con las actividades deportivas, que en la Ciudad Condal se habían organizado. Cuando, a los pocos días, en Algeciras recibieron la contestación, ésta venía expresada en catalán:
“Senyors: Com cada any, l´Área de Joventut I Esports de l´Ajuntament de Barcelona, qué fem aquest estío, publicació que pretén donar als joves de la nostra ciutat la informació necesaria per preparar les seves vacances. A la vegada, es se creará un banc de recursos que estará a disposició dels joves qué vulguin consultar-lo. Per aquest motiu, us preguem ens envieu els postres programes i ofertes el més aviat. I con máxin fins a l´i de maig de 1986. La correspondencia ha d´anar adrecada a: Centre de Informació i Assesorament pera Joves. Agranint la seva colaboració, els saludem atentament”.
Los algecireños, con la gracia de esta tierra, y sin molestarse por la falta de respeto que tuvieron en Barcelona, al contestarles en catalán, a vuelta de correo le remitieron: “A D. Enric Truño i Lagares, Conseller- Regidor de L´Área de Joventut i Esports.
Ajuntament de Barcelona.- Agesira Mare, Cai, 24 d´Enero de 1986. Zeñó: Hemo recibío zu carta, de fesha catorse der corriente me d´Enero. Nos ha sío una jartá de difisi enterarno de lo que noh disen, pero má o meno eztamo cazi orientao. Lo que toavía no zentiende der tó, e lo de “Quem fem aquest estío”, y ezo, la verdá, es que no lo podemo conchabá. En cuantito lo zepamo le contestaremo con musho guhto. Éa, zeñore, quedar con Dió”.
Más claro, el agua del Bombillo.