Leía un titular en primera página del suplemento semanal de este Diario, “Gaceta Local”: “Los bocadillos ayudan a aprender más y mejor”, que me trajo a la memoria unos establecimientos que hubo en nuestra ciudad y que ya no están entre nosotros, donde se podían degustar unos bocadillos que, aparte de ser exquisitos de las especialidad que fueran, …
…te arreglaban el hambre hasta la hora de la cena. Fueron las tiendas de ultramarinos-bares “La Flor de Melilla”, que estaba en la calle Chacel; “Casa Solís”, en Ejército Español, frente a lo que fue el local de “El Telegrama de Melilla”; El “Bar Lacave”, en la calle O´Donnell y la Freiduría “Los Taxis”, en Arturo Reyes (hoy Sidi Abdelkader).
“La Flor de Melilla” la gobernaba D. Emilio González, con el que hice una buena amistad, pese a la diferencia de años y, después, con su hijo Emilio y su esposa Chari. ¡Qué buena tienda de ultramarinos, quesos, embutidos, jamones y, sobre todo, amabilidad y exquisito trato con el cliente! Pues tenía un pequeño bar donde podíamos degustar con una cervecita o buen vino bocadillos de anchoa (pero de las de barrica en salmuera), de atún, de cualquier buen embutido, queso o jamón. Bocadillos que, por lo general, empezaba a las seis de la tarde y siempre con el establecimiento a tope.
De “Casa Solís” hay que decir lo mismo. Una buena tienda de ultramarinos, muy bien surtida siempre, que fundó D. Rafael Solís (el abuelo), llevó después su hijo Rafael, que era un destacado cantor de Ópera (tenor o barítono, no lo recuerdo bien) y que, por compromisos que tenía en la Península dejó en manos de sus hijos Rafael y Antonio. Dos buenos empresarios y mejores personas que llevaron el negocio con gran profesionalidad y fiel compromiso con sus clientes. También tenía su pequeño bar y un servicio de bocadillos, nunca faltaban los de anchoas (los más solicitados por el público) muy variado. Un negocio que después pasaría a instalarse frente al Cine Nacional.
¿Y qué les puedo decir a los “viejos” de la ciudad, esos que andan por mis años o próximos a ellos, de lo que fue el Bar-Bodega “Lacave…”? Estaba, como he dicho más arriba, en la calle General O´Donnell. Podría decirse que era un club de militares sin graduación de aquellos años, difícil por las tardes de encontrar una mesa para tomar algo. Desde que salían los chavales de los cuarteles aquello se ponía de bote en bote para degustar los bocadillos de calamares (era la especialidad de la casa) raciones de chopo o de cualquier otro preparado en la cocina. Contaba con una gran barra y, en la freiduría, con mostrador a la calle, tenía varias mesas que, por lo general, siempre estaban ocupadas por militares hasta la hora del regreso al cuartel. Era su propietario D. Antonio Pardo y tenía dos profesionales a la barra de auténtica garantía para la buena marcha del establecimiento, los hermanos Antonio y Anselmo Saura Pérez, que luego llevaron el “Bar Deportivo” y, el primer de ellos, tuvo también lo que fue el Merendero de “Los Pinos”.
Y queda por recordar el otro lugar que se dedicaba a la venta de bocadillos, especializado de calamares y anchoas, que tuvo gran éxito por la calidad que ofrecía, los precios y la amabilidad de sus propietarios, los hermanos Fernando y Pepe. Fue freiduría “Los Taxis”, en la calle Sidi Abdelkader (antes Arturo Reyes). Frente por frente que la también desaparecida Ferretería Cabanillas. Después, el amigo Fernando fue propietario del Bar “Piscis”, en la calle López Moreno y su hermano del bar que fue propiedad de Felipe León, en el barrio del Real.
¡Me resulta tan agradable recordar cosas de aquella… querida Melilla! Que no me resisto a guardarlas para mí y las ofrezco para quienes no las conocen y, por supuesto, a quienes como yo deben tenerla igualmente en su memoria. Recordar, por supuesto cosas agradables. De las otras, por desgracia, ya se encargan otros.
